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Frankenstein

Elena Pérez Nadales

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Tarde del jueves pasado. Llego a la puerta de El Astronauta sobre las 18:50, hace frío y me encuentro algo destemplada, son los coletazos del virus gripal que me tiene en jaque desde hace ya casi dos semanas. Al entrar me alegro al ver a Manuel Ruiz, compañero y catedrático del departamento de Genética. Conversa con la periodista Marta Jiménez, ultimando supongo los detalles del coloquio que está a punto de comenzar. Manuel me mira y ambos sonreímos, hace dos semanas que sabemos de esta cita y eso nos ha dado pie a muchas conversaciones y divagaciones sobre literatura, filosofía y ciencia en los pasillos del departamento de genética.

El ambiente es cálido y acogedor, como es habitual en el restaurante de Pablo y Maribel. Pido una infusión, un té Rooibos y me siento en una mesa junto a la pared desde donde veo bien el escenario. Sobre la plataforma que en otras ocasiones da cabida a conciertos y lecturas poéticas, hoy se encuentran dos sillas de estilo clásico dispuestas en torno a una pequeña mesa. La calidez de la taza en mis manos y la luz tenue evocan en mi memoria la historia de cómo fue concebida la novela que hoy inicia este ciclo de tertulias de Cienciaficcionados.

En el verano de 1916, la escritora británica Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley, hija del  filósofo político William Godwin y de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft, viajó a Suiza con el poeta Percy B. Shelley, seguidor político de su padre y con el que había iniciado una relación a pesar de estar casado. Les acompañaba la hermanastra de Mary, Claire Clairmont, quien a su vez mantenía un romance con el poeta Lord Byron. Éste había alquilado una villa cercana al Lago de Ginebra para pasar el verano con los tres ingleses y con su joven médico y secretario, John William Polidori.

Fue un verano frío y lluvioso y pasaron muchas noches alrededor del fuego, leyendo historias alemanas de fantasmas y discutiendo el potencial de la electricidad para reanimar cadáveres y los famosos experimentos del filósofo Erasmus Darwin, del cual se decía que había conseguido animar materia muerta. Una noche Byron sugirió que cada uno escribiese su propia historia sobrenatural. Y poco después, durante un sueño, Mary Godwin concibió la idea de Frankenstein. Tenía tan sólo 19 años.

Al comienzo de la tertulia, Marta Jiménez plantea al Prof. Manuel Ruiz reflexiones interesantes sobre el contexto histórico y personal que llevó a Mary Shelley, una mujer llamativamente joven y en los albores del siglo XIX, a crear el mito de Frankenstein. A lo largo del coloquio, de algo más de una hora de duración los asistentes reflexionamos junto con Marta y Manuel, acerca de cuestiones científico filosóficas relevantes.

La ambición humana y científica por vencer a la muerte. Los límites actuales de la experimentación científica. La relación del investigador con la ciencia. Los tópicos que acompañan a la imagen del investigador en nuestros días. El sinsentido del sistema educativo español que secciona el conocimiento humanístico en ciencias y letras puras a una edad tan temprana. ¿Cuáles son los límites del conocimiento científico en la actualidad?, ¿hasta dónde dicho conocimiento está sesgado por los intereses comerciales en nuestras sociedades?.

Termina la tertulia, me despido de Manuel y de otros compañeros y amigos y me dirijo ahora a otro restaurante, hoy tenemos también la edición semestral de la ya tradicional noche cordopolita: Cordópolis invita a sus blogueros y blogueras a una copa y a unas tapas. Nos saludamos, nos damos besos y abrazos, conocemos a los nuevos blogueros, charlamos y comentamos curiosidades de nuestros blogs o algún cotilleo destacado. Y en algún momento de la velada uno de los periodistas jefes alza la voz a nuestra petición para decirnos que nos quiere y que sigamos escribiendo.

Aprovecho para contaros que yo ahora lo estoy haciendo (publicar en el blog), como habréis notado, con  mucha menos periodicidad.  Son momentos complicados. Acabo de quedarme en paro, el futuro se presenta muy incierto gracias, ya sabéis, a la desastrosa política de retirada de fondos para la investigación del gobierno. Estoy centrando mi energía y mi tiempo en gestionar nuevas posibilidades laborales.

Terminamos la noche cordopolita en el Limbo, mítico garito de mi adolescencia situado junto a la Calle Alfaros. La única forma que encuentro de mantener viva la voz a esas horas de la noche y después de tanta tertulia es tomándome una manzanilla calentita. Antes de irme me despido de Marta Jiménez y la felicito por el coloquio. -“¿Has leído 1984?”- , me pregunta. Contesto que no. -“Pues todavía te da tiempo a leerla si te apetece venir a la siguiente tertulia”.

Tiempo..., pienso mientras doy un sorbo a mi manzanilla, divino tesoro.

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Linda casualidad o causalidad blogopolita: Comicalla - El alimento de la Criatura

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Próximas citas del Cienciaficcionados,  en el restaurante El Astronauta, abiertas a toda persona interesada:

Jueves 20 de febrero: 1984, de George Orwell. Comentada por Ramón Román Alcalá, profesor Titular de Filosofía de la UCO.

Jueves 20 de marzo: Solaris, de Stanislaw Lem.

Jueves 24 de abril: Lectura dramatizada (título por definir).

Este ciclo de tertulias está organizado por la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Córdoba y el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, en colaboración con la Dirección General de Cultura de la UCO y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Más información aquí.

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