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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Retirada

Un portero en un partido de fútbol.

Juan José Fernández Palomo

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Muy buenas, amigas y amigos, compañeras y compañeros, aficionados: Ha llegado el momento. Nunca es fácil. En la cima te crees eterno, inexpugnable… 

Pero debo decirlo. Es ley de vida.

Abandono la práctica regular del fútbol.

Del futbito y del fútbol-7. El fútbol de 11 jugadores nos daba miedo a mí y a mi padre, que me vio jugar en el barrio y siempre temía por mi muerte o por una lesión invalidante.

He sido muy feliz practicando este juego que siempre me ha parecido una prolongación de la infancia. Con todo lo que eso significa de delirio y, si acaso, de impostura. En definitiva, de lucha contra la muerte.

Mi cuerpo, ese templo, ha dicho basta.

Antes de arrastrarme por las canchas, simular lesiones para borrarme del partido o hacer gestos demagógicos a la grada o a la bancada de mis compañeros, he decidido parar.

La práctica de este deporte me ha dado grandes satisfacciones: compartir vestuario con buena gente, oler a reflex y a victoria, a empate, el perfume de la derrota, compartir una ducha comunitaria… Las cervezas del Tercer Tiempo...

He sido subcampeón universitario de fútbol-sala. Sólo me colaron siete goles en la final. Fueron los ingenieros de minas, se veía venir, pero ahí estuvimos.

Yo he sido siempre arquero, portero, guarda redes, guardameta, guardavallas, cancerbero custodiando la entrada del Averno… siempre con gafas, para ver la espalda de mis compañeros atacando.

Llegó un tiempo en que dejé de medir los ángulos de la cancha, dejé de prevenirme y de adelantarme. Empecé a basarlo todo en el instinto. Dejé de “tirarme” a por el balón para pasar a “caerme” o “derramarme” sobre o después de él.

Ya soy un mastín pasado de edad, atado a las puertas del cortijo, que solo por instinto lanzo un gruñido ronco. Un gruñido que ya no puede espantar a los zorros.

Vi un fin.

Lo he dado todo. Pero todo casi nunca es suficiente.

Jugar mola. Siempre. No nos cabe duda.

Pero hay que aprender a conjugar el verbo y sus accidentes: “ya he jugado; ya jugué”.

“Exeunt”. El actor abandona el escenario. Sale.

¿Y seguirás comiendo sano?

Claro. Me gusta la fruta.

Ya te vale.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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