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Sobre manchas incomprensibles

Juan José Fernández Palomo

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(dedicado a mi amiga Inma, auténtica immaculate fool, en el feliz día de su onomástica)

Central Park luce espléndido hoy a fines de otoño. Ya funciona la pista de hielo, los patos apenas se mueven del lago y en el estanque cercano los padres, más que los hijos, patronean las maquetas de veleros y fuerabordas.

En la parte oeste del parque, frente al hermoso y siniestro edificio Dakota, hay una pequeña pradera acotada bautizada como “Strawberry fields”. Efectivamente, no hay fresas pero, a cambio, una ardilla cruza a saltitos el recinto. En una intersección de senderos, en el suelo, instalaron un mosaico redondo de inspiración pompeyana regalado por la ciudad de Nápoles. En él se puede leer una palabra que suena a deseo o, tal vez, es un verbo en modo imperativo: “Imagine”.

Por allí, hace hoy 33 años, un tipo se cargó a tiros a otro. Cosas que pasan. El que disparó se llamaba Chapman, el muerto respondía al nombre de John Lennon y, según él mismo, aseguraba ser “más famoso que Jesucristo”. De su pecho brotó una mancha carmesí que se adhirió a su abrigo.

Curiosamente, si Jesús hubiera nacido el día de aquel disparo hoy cumpliría la edad que tienen todos los crucificados.

Jesucristo era -según historiadores de dudoso rigor científico- un tipo que fue concebido por su madre sin la intervención de varón ni inseminación artificial ni nada.

Podría haber sido un caso de partenogénesis, pero parece poco probable porque sólo se ha conseguido en ratones, creo, y hace dos mil años los roedores no entraban en ningún laboratorio.

De todas formas el dogma ese de la concepción rarita de la virgen no se proclama hasta el año 1854, con lo cual, digo yo que antes la virgen no sería oficialmente virgen, sería simplemente María, así con título como de radionovela.

No me imagino yo cómo sería la vida antes de esa fecha, cuando la Virgen era una simple madre normal, sin cesárea ni nada. Tal vez sería menos misteriosa.

Pero si sé cómo es mi vida sin John Lennon: exactamente igual que con él.

Ahora bien, sin sus canciones nuestras vidas serían mucho más feas.

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