Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Gramática y Teología
El Sínodo General de la Iglesia Anglicana de Inglaterra está reunido en estos días. Eso es una asamblea que al parecer debate y decide qué cosas son doctrina y qué cosas son liturgia.
Fascinante. Fondo y forma. Hueso y carne. Alma y cuerpo. “Tu corazón es como una piedra cubierta de musgo, nada la corrompe”, dice Franco Battiato en la estela de Santa Teresa (poco sospechosos-as de ser anglicanos-anglicanas, por cierto).
Bien, pues en esta reunión de los representantes de la Iglesia Anglicana, donde también hay mujeres, no como en otros congresos de la cristiandad, por cierto, hay un temazo sobre la mesa: Cómo nombrar a Dios.
La gramática lo pone fácil, sobre todo en una lengua anglosajona: basta sustituir el masculino (he, him, his) por el neutro (it, its). Pero claro, desde el punto de vista teológico la cosa echa chispas porque es cargarse la secular acepción de un padre hacedor de todas las cosas. Tendría incluso su vertiente psicoanálitica por aquello de “matar al padre”. Un marrón en toda regla.
En esa reunión, el sínodo, también se ha acordado dar su bendición a los matrimonios entre personas del mismo sexo, pero ellos no los van a celebrar porque la doctrina y la liturgia lo prohíben (sic). Por lo menos no los condenan. Patadón al aire.
Ahora bien, lo del género de Dios tiene su enjundia. Ojo, que no hablamos de sexo, que eso es otra cosa. Una cosa, efectivamente, inefable y carnal que sucede y ha sucedido en las zonas oscuras que ningún sínodo va a iluminar.
“Al principio fue el verbo”. Desde ese momento primigenio se empezó a liar parda. La gramática intentó bajar al papiro las veleidades de la teología y esta, a su vez, fue impregnando a las palabras como una lluvia fina hasta mojar los artículos, cambiar el curso de los adverbios e intervenir en los accidentes del verbo. Que los tiene, y muchos.
Gramática y teología, agua y aceite. El Sínodo reunido.
Y nosotros aquí, a la interperie.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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