Veinte puñaladas de violencia intrafamiliar
Hay mujeres que matan a niños y no se habla de violencia machista
Antes de pasar a mejor vida, el moderado Iván Espinosa de los Monteros nos dio una lección de lingüística generativa que a punto estuvo de reventar el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Con una lógica cartesiana, el ex portavoz parlamentario de Vox sostuvo que de la misma manera que cuando las mujeres matan a niños no se habla de violencia feminista, por qué diablos se habla de violencia machista cuando el asesino es un hombre.
El moderado Iván Espinosa de los Monteros es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la prestigiosa Universidad Pontificia de Madrid y obtuvo un MDA en finanzas en la Kellog School of Management de la Universidad del Noroeste de Estados Unidos. Todo el mundo sabe que el ICADE es una máquina de precisión para generar altos ejecutivos del IBEX pero es probable que en su excelente programa de estudios hayan descuidado la asignatura de lengua española.
Nadie le explicó al moderado de Iván Espinosa de los Monteros que feminismo no es un antónimo de machismo y que ambos términos pertenecen a campos semánticos distintos. Esa pequeña confusión lingüística, probablemente, esté en la base del monumental galimatías que ha degenerado en el negacionismo de la violencia de género.
Hasta antes de ayer creíamos que el pensamiento reaccionario despreciaba el feminismo por su capacidad de impugnar el orden natural dictado por la providencia desde el origen de los tiempos. Pero ahora sabemos que es un simple problema curricular. Es decir, un déficit en la programación docente de un sistema educativo que cuida con mimo el valor de los números y desatiende el significado de las palabras.
La semana pasada un tipo asestó veinte puñaladas a su pareja en un camping de Pozoblanco. El hombre empuñó un destornillador y le causó a la mujer profundos cortes en el cuello, el costado y la espalda en presencia de la hija de 12 años, que también sufrió heridas en un ojo al tratar de defender a su madre. La víctima había estado amparada por una de las 47.000 órdenes de alejamiento que se dictan al año para proteger a las mujeres de sus maltratadores. Por razones no aclaradas, la víctima pidió desactivar el sistema de vigilancia.
Si los negacionistas hubieran recibido unas cuantas lecciones de gramática elemental, sabrían a estas alturas que el agresor asestó sus veinte puñaladas sobre el cuerpo martirizado de la mujer como un acto de dominación machista. Y no como consecuencia de un rutinario episodio de violencia intrafamiliar.
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