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Siete plagas bíblicas

Alfonso Alba

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"Se debe ampliar el eje de peatonalización"

           (Rafael Bados. Presidente de Comercio Córdoba)  

Parece que fue ayer cuando los comerciantes anunciaban las siete plagas bíblicas con la peatonalización de la Calle Gondomar. El cielo se iba a teñir de rojo, los mares se abrirían en dos y al comercio se lo tragaría la tierra con todos sus dependientes dentro. En aquellos años, una ciudad desarrollada era sinónimo de ciudad apaleada de vehículos a motor y decibelios. Lo demás constituía atraso y mundo bucólico. La Calle Gondomar era la apoteosis del desarrollo. Los autobuses transitaban por su angostura y aplastaban a los peatones contra la pared, antes de desembocar en las Tendillas.

Las Tendillas era entonces un mar de asfalto y humo. El apeadero de una docena de líneas urbanas que convertían el corazón de Córdoba en un puto caos. Nadie entiende a cuento de qué los comerciantes interpretaban que acabar con el desgobierno de la Calle Gondomar y devolverla a los peatones iba a ser el tiro de gracia a su actividad económica. Estaban convencidos de que el ruido infernal y el tránsito insoportable de vehículos incentivaba el consumo.

Hay certezas que no se fundamentan en nada. Todavía hay gente que duda de que el 21 de julio de 1969 el astronauta Armstrong pisara por primera vez en la historia la superficie lunar. ¿Por qué? No hay argumentos racionales para el absurdo. Porque sí y punto. Los comerciantes creían firmemente que si los peatones caminaban atropelladamente por un acerado minúsculo y los coches circulaban haciendo sonar sus claxon las ventas estaban aseguradas.

Tanto es así que se organizaron para resistir a la peatonalización de la Calle Gondomar y evitar el hundimiento de sus negocios. Aquella superchería ha durado años. Décadas. No solo por parte de los comerciantes sino también de las autoridades municipales, que han sido manifiestamente defensoras de la movilidad sostenible en el papel de los programas electorales y luego, a la hora de la verdad, leche picón.

El gran cambio de mentalidad se produjo por casualidad. Casi todo en el mundo mediterráneo se produce por casualidad. Era principios de 2010 y sobraba un remanente presupuestario de una partida de quién sabe dónde, que acabó destinado a la reforma de la Calle Cruz Conde. La remodelación de la principal arteria de Córdoba se produjo en medio de un gran vértigo colectivo. Apenas se había puesto la primera piedra y todavía no se sabía si iba a acabar peatonalizada, semipeatonalizada, con tráfico restringido o medio pensionista.

Hoy los comerciantes se han vuelto drogodependientes de la peatonalización. De lo cual nos alegramos una barbaridad. El Ayuntamiento acaba de anunciar que va a despejar de tráfico la Calle Capitulares y el presidente de Comercio Córdoba se ha apresurado a pedir encarecidamente al Gobierno municipal que evite los “debates improductivos”. Se peatonaliza y punto. Y parece que fue ayer cuando las siete plagas bíblicas cayeron a plomo sobre la Calle Gondomar.

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