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Una pedrada bíblica

Javier Piedra, a la derecha, en la firma de un convenio deportivo

Aristóteles Moreno

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Con mentalidad de Goliat nunca te irá bien

Javier Piedra Empresario

Supermercados Piedra tiene 60 establecimientos, 800 empleados y una forma de entender el Estatuto de los Trabajadores que está a caballo entre el sucedáneo de mortadela y el gazpacho de garrafón. Por ejemplo. La empresa obligó a la plantilla a firmar un documento para pedir la inaplicación del convenio colectivo de comercio a cambio de imponer el salario mínimo interprofesional, que, como cualquiera sabe, es lo mínimo que se despacha en salario.

Nadie firma un papel en contra de sus intereses salvo que lo haga a punta de despido. Y este, queridos contribuyentes, podría ser el caso. La extorsión laboral funcionó, por lo visto, hasta que la señora Díaz tuvo la antipatriótica idea de subir el salario mínimo interprofesional un 47%. Pero, como sostiene el ingenioso Sandokán, hay empresarios que van más rápido que los papeles. Y fue entonces cuando al señor Piedra, para amortiguar el repunte del SMI, se le encendió la brillante idea de rebajar la jornada laboral (sobre el papel) y mantenerla sobre la cruda realidad de los hechos. Es decir: sobre la espalda de las cajeras.

De tal forma que los empleados seguían cobrando por debajo del salario mínimo interprofesional, descolgados del convenio colectivo y encima, para mayor escarnio, por voluntad propia. Es ahora cuando usted se preguntará lo siguiente: ¿y cómo es posible que el comité de empresa no impugnara una práctica manifiestamente ilegal? Muy sencillo: los representantes sindicales eran escogidos por los propietarios entre el equipo de mandos mientras los trabajadores eran obligados a firmar un documento aprobando el fraude.

La familia Piedra levantó un imperio comercial a partir de una diminuta bodeguilla de 34 metros cuadrados en la Viñuela. Y, a la misma velocidad en que fue abriendo establecimientos a lo largo y ancho de Córdoba, fue dando pedradas al Estatuto de los Trabajadores hasta dejarlo reducido a un montón de escombros. No lo decimos nosotros. Lo acaba de certificar la Inspección de Trabajo en una resolución que obliga a la compañía a restablecer los derechos conculcados.

La frase que encabeza esta página la pronunció el señor Piedra en una entrevista de 2019. Después de observarla en detalle, y visto el expediente laboral que acabamos de reproducir, no acabamos de entender la metáfora bíblica que articuló el empresario. Salvo que quisiera decirnos que la pedrada mítica de David no iba dirigida contra Goliat sino contra los derechos laborales de los seres más vulnerables. Y oigan: no lo descarten.

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