Angelito mío
"Si Díaz no hubiera adelantado las elecciones mi victoria sería segura"
(Juan Manuel Moreno Bonilla. Candidato a presidente de la Junta de Andalucía)
El candidato Moreno Bonilla, como el argón, es un gas monoatómico, incoloro, inodoro y que presenta una reactividad química muy baja. Si usted se cruza con él en medio de la calle es muy probable que pase perfectamente desapercibido y si enciende la televisión apenas verá un subtítulo con su nombre que nos advierte de su presencia en la pantalla. Está pero no lo vemos.
Al señor Moreno Bonilla lo injertaron en la política andaluza desde la Moncloa una mañana de invierno. Fue desembarcado, desembalado y descorchado para competir en territorio hostil. Desde entonces, intenta hacerse un hueco en el escaparate público de la comunidad autónoma. Sin éxito. No podemos decir que sea un mal chico, ni que tenga mala presencia, ni que se maneje torpemente en las ondas.
Desde ese punto de vista, es un buen producto de mercadotecnia. Pero invisible. Que es lo peor que le puede ocurrir a un candidato que se quiere colocar en el mercado electoral. La semana pasada, sin ir más lejos, una cadena de televisión hizo un experimento científico sobre el grado de conocimiento del producto. Sacó a la calle un sucedáneo del señor Moreno Bonilla y nadie se dio cuenta de que le estaban vendiendo gato por liebre.
Todos los estudios de mercado le auguran un futuro gris. Por usar un color políticamente correcto. Usted puede vender un producto bueno o menos bueno. Pero nunca un producto invisible. Y el propio Moreno Bonilla lo sabe. De lo contrario, no se hubiera descolgado con esta frase tierna como un espárrago triguero. Angelito mío.
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