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Gómez Alfaro, el periodista cordobés que destapó el plan de exterminio gitano

A la izquierda, Antonio Gómez Alfaro. A la derecha, portada del libro 'Escritos sobre gitanos'

Aristóteles Moreno

17 de mayo de 2025 19:58 h

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La noche del 30 de julio de 1749 es una fecha negra para la historia de España. Por orden de Fernando VI, cientos de guardias de todo el país apresaron en una operación simultánea a miles de gitanos. ¿El delito? Ser diferente. Los varones fueron confinados en la Carraca de Cádiz. Las mujeres en la Alcazaba de Málaga. ¿El objetivo? Interrumpir el ciclo reproductivo para extinguir a la comunidad gitana en suelo peninsular. Hoy aquella siniestra operación criminal tendría nombre: genocidio.

El proyecto de exterminio gitano cayó en el silencio más absoluto durante décadas. Hasta que un periodista cordobés levantó las alfombras de la historia negra española gracias a su tenaz investigación en decenas de archivos por todo el país. Antonio Gómez Alfaro fue pionero en el estudio de la discriminación del pueblo gitano, cuya presencia en suelo español cumple precisamente en 2025 nada menos que 600 años. Su contribución ha sido clave en el esclarecimiento de la persecución racial y las decenas de leyes segregacionistas promulgadas en España.

Su tesis doctoral publicada en 1992 bajo el título de El expediente general de gitanos, y reeditada posteriormente como La Gran Redada, desveló por primera vez la magnitud de una iniciativa diseñada por la monarquía para liquidar a un colectivo “que vive del robo y el sacrilegio” y merecía un “castigo severo” que a punto estuvo de ser definitivo. Tras esta obra seminal, escribió decenas de libros y artículos de investigación que desmenuzaron con rigor y profusión de datos el sistemático antigitanismo que atraviesa la historia de nuestro país.

Su trabajo es una rareza en el ámbito de la historiografía española. Escasísimos investigadores han buceado en las tripas de una comunidad estigmatizada. ¿Por qué se interesó Gómez Alfaro en un colectivo paria y olvidado? El propio periodista y escritor lo explica. “Mi interés surgió como deseo de conocer desde mi condición de cordobés de cepa el proceso que había acabado por solapar lo andaluz y lo gitano”, subraya en el prólogo de su libro Escritos sobre gitanos, publicado en 2010. Hasta entonces todo su contacto personal con el colectivo se limitaba a la joven gitana que ayudaba en su casa en las tareas domésticas. “Al regreso del colegio”, rememora Gómez Alfaro, “no vacilábamos en ponernos a su vera para solazarnos infantilmente con sus ocurrentes decires y consejas mientras ponía a punto la colada”.

Sus primeras investigaciones sacaron a la luz hasta 250 disposiciones legales puestas en marcha por la monarquía entre 1499 y 1785 para “reducir socialmente” a los gitanos. La más macabra de todas ellas, desde luego, fue la conocida como Gran Redada de 1749, “sistemáticamente silenciada por quienes venían entendiendo la historia como una relación de fastos cortesanos”. En 2009, publicó una obra de referencia indiscutible sobre la Legislación histórica española dedicada a los gitanos, que certificaba el plan secular de nuestro país para ejecutar la disolución cultural del pueblo gitano.

Como periodista, colaboró en media docena de cabeceras. En el diario Pueblo llegó a ocupar el cargo de subdirector. Los últimos años como profesional de la comunicación los pasó en la oficina de información de la Presidencia del Gobierno en Moncloa. Fue en este periodo cuando redobló nuevamente su labor como investigador de la historia gitana. “Tenía la costumbre de hacer el turno intensivo de fin de semana, de viernes a domingo, para dedicar el resto del tiempo a sus libros y a sus investigaciones”, asegura su sobrino Antonio Capdevila, en conversación telefónica.

Antonio Gómez Alfaro estudió Derecho en Córdoba, por deseo de su padre, según sugiere su sobrina Marisol Capdevila. Pero cuando terminó la carrera, decidió trasladarse a Madrid para cursar Periodismo y enrolarse en el oficio al que dedicó su vida profesional. “Nunca más volvió a Córdoba, aunque no perdió el contacto con la familia”, señala. “Yo sé que fue un apasionado del mundo gitano, pero desconozco qué fue lo que lo inspiró”.

Fue miembro del Grupo de Estudios para una Historia Europea de los Gitanos y alguna de sus obras fueron traducidas al francés, el inglés, el italiano, el alemán, el checo y el rumano. La comunidad gitana le está profundamente agradecida por la colosal labor de indagación histórica que desarrolló a lo largo de su vida. Gómez Alfaro ha recibido multitud de reconocimientos. En 1980, ya fue acreedor del Premio de la Asociación Nacional Presencia Gitana. También obtuvo en 2006 el Gaz Kaló de la Federación de Asociaciones Gitanas de Navarra y el Premio Andaluz Gitano de la Junta de Andalucía. En 2008 le fue concedido el Premio 8 de Abril del Instituto de Cultura Gitana y en 2009 el de la Concordia otorgado por la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña.

El mero hecho de que alguien se dedique a investigar la historia del pueblo gitano ya es muy meritorio

Marcos Santiago Abogado y escritor gitano

El abogado y escritor gitano Marcos Santiago elogia el ingente trabajo desarrollado por Gómez Alfaro. “Se cuentan con los dedos de media mano el número de historiadores que han trabajado el tema gitano”, explica por teléfono. “Y Gómez Alfaro es uno de los primeros. El mero hecho de que alguien se dedique a investigar la historia del pueblo gitano es ya muy meritorio”, subraya. Marcos Santiago recuerda que el periodista cordobés fue el primero en sacar a la luz el “holocausto olvidado” del colectivo gitano, en relación a la conocida como Gran Redada de 1749.

Todos esos documentos históricos permanecían dormidos en los archivos hasta que Gómez Alfaro los desempolvó. “No sé si estaban ocultos por indiferencia o fue un plan de los poderes fácticos para esconder esa vergüenza de la historia”. En opinión del abogado y escritor cordobés, la “auténtica leyenda negra de España” se produce con la Gran Redada del pueblo gitano. “Aunque no fue una redada: fue una matanza”, puntualiza. Porque los gitanos fueron “separados biológicamente” en hombres y mujeres para “exterminarlos poco a poco”. Antes de su liquidación, precisa Marcos Santiago, fueron explotados laboralmente y enviados a galeras. “Primero tenéis que dar el callo y luego morir de inanición”, describe gráficamente.

Marcos Santiago conoció personalmente a Gómez Alfaro. Hace veinte años su compañera de despacho Marisol Capdevila le habló de un tío suyo que escribía sobre los gitanos. “¿Y cómo lo puedo conocer?”, le preguntó. “Está aquí en el despacho ahora mismo y quiere conocerte”, respondió. Fue entonces cuando cruzó el umbral de la puerta un hombre alto, de buena presencia y el pelo blanco. “Se sentó a mi lado con mucha humildad y habló de todas las publicaciones que había escrito. Me quedé impactado”, recuerda Santiago. “Ese hombre había descubierto el documento oficial que ordenaba la prisión general de los gitanos”.

Hasta ese momento, apenas había oído hablar de su nombre. Mucho menos de la trascendencia de sus investigaciones. De hecho, el excepcional trabajo archivístico ejecutado por Gómez Alfaro apenas es conocido entre la comunidad gitana. “Es normal”, argumenta Marcos Santiago. “El sufrimiento se hereda en los genes. Y los gitanos heredamos el silencio como medida de protección”, explica para justificar que el intento de genocidio perpetrado en el siglo XVIII quedara en el olvido entre las propias víctimas. “Y si luego en los planes educativos ni siquiera se menciona, pues era imposible saberlo”.

El jurista cordobés sostiene que la única arma de defensa que ha tenido el pueblo gitano ha sido el flamenco. “Yo creo que la Gran Redada tuvo como efecto secundario el desarrollo definitivo del flamenco, sobre todo en la soleá y la seguiriya”. Según aclara, muchas letras populares flamencas esconden todavía huellas ocultas de la persecución sufrida en el pasado. Y recita de memoria una soleá que evoca con toda probabilidad aquella noche nefasta para el pueblo gitano: “A todos los ojitos negros / los van a prender mañana / y tú que negros los tienes / ponte un velito en la cara”.

A Gómez Alfaro, en opinión de Marcos Santiago, lo que le atrajo es la “tremenda injusticia” a la que está sometida la comunidad romaní. Y así se lo transmitió en aquella conversación que el abogado cordobés conserva en la memoria como oro en paño. “A mí me dijo que se había dado cuenta de lo importante que es el pueblo gitano para España y, sobre todo, para Andalucía”, rememora. Toda la obra de Gómez Alfaro, a juicio de Santiago, merece un reconocimiento. “Yo reivindico para este hombre el Premio Príncipe de Asturias. Y lo mismo que se hace todos los años con el holocausto judío, no podemos olvidar esa masacre que es una vergüenza histórica”.

Cuando se jubiló, vendió su casa de Madrid y se estableció junto a su esposa en Benalmádena, donde vivía un hermano suyo. Nunca tuvieron descendientes directos. En el templado clima del Arroyo de la Miel pasó sus últimos días. Falleció en 2016, a la edad de 78 años, dejando una obra crucial para comprender la torturada vida del pueblo gitano en España.

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