La PAC, en la recta final
Ayer leía un informe de la Organización Ecologista WWF según el cual cada minuto desaparece un agricultor en Europa, a pesar de la Política Agraria Comunitaria. La nueva reforma de la PAC entra ahora en su recta final, concretamente el 13 de marzo será votada por los europarlamentarios. Desde A pie de surco, he escrito mucho sobre esta reforma y sobre todo lo que puede significar para los agricultores y ganaderos de este país, si no se realiza adecuadamente. De todas formas y por la importancia de este tema, una vez que se apruebe, previsiblemente, por el Parlamento Europeo, quedan en pie las cuestiones más importantes y que tienen que aclararse por parte del Ministerio de Agricultura.
El Gobierno español ha defendido un cierto grado de flexibilidad en la aplicación de la PAC y la primera cuestión será aprobar el número de hectáreas que tienen derecho a las ayudas. En virtud de que se apliquen unos criterios u otros, podemos estar hablando de 21 ó de 38 millones de hectáreas, con lo que como es natural el volumen de ayudas varía significativamente en virtud de la opción elegida.
La flexibilidad que piden muchos países para aplicar el componente verde, ese 30% del sobre, será también una cuestión muy importante, en la que tendrá que decidirse el Ministerio. En mi opinión esta cuestión es muy importante. Ahora tenemos la posibilidad de apoyar una reforma que apoye decididamente al Medio Ambiente, con nuevas prácticas agrarias que tengan criterios de sostenibilidad, sobre todo cuando conocemos a través de las encuestas, que ocho de cada diez europeos quieren que los agricultores y ganaderos europeos cumplan con mayores compromisos ambientales, a cambio de estas ayudas públicas. Estamos en la necesidad de apoyar sistemas agrarios de alto valor natural, con un desarrollado componente verde, y sobre todo apoyar decididamente a los sistemas agrarios de cultivos tradicionales, evitando así el agravamiento del cambio climático y la destrucción del medio ambiente.
Hay algunos datos muy importantes que hay que mencionar; la agricultura intensiva ha contribuido a la desaparición en las zonas rurales del 50 % de las plantas, el 33 % de los insectos y el 80 % de las aves ligadas a los sistemas agrarios. Ahora hay una oportunidad de oro, por parte de los europarlamentarios, de apoyar cuestiones como la seguridad alimentaria, apostar decididamente por ella, y no sólo dentro de las fronteras de la Unión Europea, sino fuera de ellas también. 90 millones de toneladas de comida se desperdician al cabo del año, en toda la cadena agroalimentaria. O sea, 179 kilos por persona y año.
Y otra cuestión de la que no se habla es el componente empleo. Una PAC más sostenible genera indudablemente más empleo. Es el verdadero sentido medio ambiental y social. Ese cambio del modelo actual de pagos por derechos históricos al otro de pagos por hectárea, pura y simple, debe llevar consigo el componente empleo desarrollado en cada explotación. Ya lo dijo el Consejero de Agricultura el otro día: en Andalucía no se puede hablar de ayudas, sin el componente empleo.
Andalucía recibe actualmente unos dos mil millones de euros anuales, distribuidos entre unos 280.000 agricultores y ganaderos. De justicia sería tener en cuenta las diferencias del potencial productivo del empleo y la sostenibilidad, y sobre todo en unas ayudas a las superficies verdaderamente agrarias.
Y queda pendiente otra cuestión también importante. Habrá que ver si la reforma se aplica con criterios nacionales o se inclina por el reparto autonómico, o sea con criterios de distribución regionales.
Y como siempre suelo terminar, lo importante son los instrumentos de regulación de los mercados la transparencia en la Cadena de Valor, y el reparto equitativo del presupuesto. Estas cuestiones, desgraciadamente, se obviaran. Tiempo al tiempo.
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