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Mejora en la calidad del aceite

Redacción Cordópolis

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La pasada semana, informativamente hablando, y relacionado con esta columna, estuvo marcada por dos noticias vinculadas con el aceite de oliva. La primera, el aforo de la cosecha presentado por la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía, que pronostica una cantidad de 513.948 toneladas en Andalucía y en nuestra provincia 148.000. La valoración a nivel nacional asciende a 625.000 toneladas. Y la segunda noticia, que ha levantado una polvareda en el sector, y el anuncio de múltiples querellas por parte de algunas firmas envasadoras de aceite de oliva.

La Organización de Consumidores (OCU) hacía público un estudio, rodeado de polémica, en el que afirmaba que tras analizar 40 muestras de aceite, con el objetivo de verificar la calidad y tras una batería de análisis físico-químicos y a un análisis organoléptico, los resultados muestran que algunas marcas engañan al consumidor, al vender un aceite de menor calidad a lo que se indica en la etiqueta. Por supuesto, no estamos hablando de adulteraciones o fallos que pongan en riesgo la salud pero sí estamos hablando de un engaño al bolsillo del consumidor. También es verdad que algunas marcas han obtenido excelentes resultados, pero nueve de ellas engañan al consumidor, vendiendo un aceite etiquetado como “extra” cuando resulta ser simplemente un aceite “virgen”. Además hay dos marcas, según el análisis de la OCU, que etiquetan al aceite como oliva virgen y son de categoría lampante, y por lo tanto no son aptas para le venta sin el proceso previo de refinado.

La respuesta, pues, no se hizo esperar, y varias firmas han rebatido estos datos con los análisis de laboratorios independientes en los que se acredita que las categorías de aceite están conformes con la calidad etiquetada. Se habla de alarmismo, falta de rigor, muestreo mínimo y no representativo y falta de respeto a las normativas legales.

La verdad es que no tenemos que olvidar que somos líderes en producción y que España es el primer exportador mundial. Y que por tanto estamos obligados a mantener y mejorar la imagen y calidad del aceite de oliva. Necesitamos una mejora en la normativa de control y en las áreas de los laboratorios. Y, por supuesto, dar garantía jurídica a las empresas que actúan y operan correctamente, con el objetivo final de ofrecer las máximas garantías al consumidor. Tan difícil es obligar a todo el aceite que salga al mercado con destino al consumidor que cuente con su correspondiente acreditación de calidad, tanto química como organolépticamente, expedida por las entidades autorizadas. Además, la distribución y los importadores tienen que ser responsables del aceite que adquieren, garantizando que llegue al consumidor en las condiciones adecuadas.

La prueba del panel test, debe ser requisito imprescindible de acceso al mercado para todo el aceite envasado, de las categorías extra y virgen, a la salida de la envasadora. Y para estas categorías habría que fijar un plazo máximo de consumo, que podría ampliarse en envases que garantizaran una mejor conservación y por lo tanto garanticen el mantenimiento por más tiempo de sus características.  Habría que establecer como obligatorio mantener el producto alejado de la luz y del calor y utilizar envases oscuros. Y para terminar, habría que poner en marcha programas de investigación para mejorar todo lo relacionado con el control en la calidad y en la pureza. De esa forma, seguiremos siendo líderes en todo lo relacionado con el aceite de oliva.

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