Padre Ángel: "La derecha cree que Jesús es suyo"
Saluda con una amplia sonrisa. Es la misma que mantiene en todo momento, desde el primer minuto hasta el último. Es su tarjeta de presentación. Su semblante es reflejo de un carácter amable y dadivoso. Lo demuestra en su visita, breve pero intensa, a Córdoba. De donde no hay tiempo, él escarba para encontrarlo y prestar atención a todo aquel que le llama. CORDÓPOLIS lo hace y no duda en responder. Tiene dos apellidos, al igual que los demás, pero todo el mundo le conoce, simplemente, como Padre Ángel. Otro ejemplo de una sencillez compleja por poco habitual en estos días. A la cita llega ligeramente tarde, pero tiene disculpa. Viene acompañado por otros dos sacerdotes, de un compañero de la asociación que fundara y preside y de Carlos Recio, hermano mayor de la Agonía, que actúa como su cicerone en la ciudad. Viene para hablar de las personas mayores, con las que trabaja a través de Edad Dorada, en un acto de la cofradía del barrio de El Naranjo. Pero antes dedica un buen puñado de minutos a otros muchos asuntos.
Aparece sin alzacuellos, con traje y una corbata roja con el nudo ligeramente aflojado. Es la imagen tradicional de Ángel García Rodríguez, hombre que naciera en La Rebollada (Mieres, Asturias, 1937) pero que es de cualquier lugar. Su tierra es toda, más si se le requiere. Así lo hace ver y saber desde 1962, año en el que fundara, junto con el también sacerdote Ángel Silva, Mensajeros de la Paz. Una asociación ésta que desarrolla una ingente labor social y de caridad en decenas de países y con miles de personas. De todo el orbe. Su ONG es en la actualidad una de las más reconocidas a nivel internacional. Un aplauso generalizado que, por supuesto, no le falta en España. Como ejemplo, el premio Príncipe de Asturias a la Concordia que recibiera la asociación en 1994. Ahora, hay en el país quien desea que el Padre Ángel aspire al Nobel de la Paz en 2017 -iniciativa de un concejal de Izquierda Unida en Fuentidueña del Tajo, Madrid-.
Los galardones, sin embargo, tienen una importancia menor para este sacerdote asturiano que sintiera la vocación a edad muy temprana. Una llamada espiritual que nace con la mirada de un niño, el que ve al cura de su pueblo (La Rebollada) dedicar sus esfuerzos a ayudar a las víctimas de la Guerra Civil. Hoy, el Padre Ángel continúa con una labor incansable y admirable, al tiempo que no se adhiere a ninguna sigla, a ninguna ideología, a ningún discurso pre elaborado, a ninguna corriente única… Es sólo un hombre de y para la gente, que además posee la virtud, extraña en estos días, de la transparencia, la sinceridad y la personalidad propia. Le da igual el qué dirán. En un diálogo que finaliza con un agradecimiento y un obsequio a su interlocutor no huye de pregunta alguna -la conversación tiene lugar el 21 de septiembre, antes del cisma en el PSOE-. Valentía tampoco le falta.
PREGUNTA. ¿Cómo es la miseria vista de cerca?
RESPUESTA. La miseria vista desde cerca es un dolor inmenso, en el que uno tiene que poner todas las fuerzas para remediar eso. Es decir, no es posible que en pleno siglo XXI, lo decía el papa Francisco, siga habiendo cientos, miles de niños que mueren de hambre.
Cuando existe ruindad en los hombres es porque son enfermos
P. ¿Y la miseria entendida como ruindad? Porque de ésa supongo que también habrá visto.
R. La miseria entendida como ruindad es quizá lo peor del género humano, pero si lo pones en la balanza existe más la bondad, la solidaridad que la miseria. Es verdad que existe esa ruindad, pero son excepciones. Cuando eso existe en los hombres es porque son enfermos. El hombre en su estado natural, normal, corriente, tú y yo que estamos hablando ahora, no tiene esa ruindad. La ruindad es ver que uno se cae y reírse del tío y estar gratificándose. Eso no existe en ti y en mí, ¿por qué? Porque estamos sanos y curados. Pero si estuviéramos con un tornillo de menos igual… La gente que hace eso es gente enferma, no es gente normal.
P. ¿No le da la sensación, sin embargo, de que con frecuencia parece que la sociedad cierra los ojos a la realidad?
R. No, y no por ser positivo. No estoy de acuerdo contigo porque es real lo que te digo. Existe mucha más gente buena que menos buena. Existe mucho más, y brilla más, la solidaridad, la generosidad que la pobreza, que la ruindad, que todo esto. Aquí donde estamos: estamos un montón de personas y a ninguno se nos ocurre pensar “cuidado que me van a robar el móvil”, “que me van a dar una puñalada”. No es verdad. Hay gente que se empeña en seguir diciendo que hemos perdido los valores y no es verdad. Nunca hubo tanta estima por los valores como hay ahora, de tal forma que antes cuando había alguien corrupto o que hacía algo decíamos “qué tío más listo” y ahora decimos “qué tío más golfo”. Hemos cambiado: de ser listo a ser un golfo.
No solamente son malos los que matan con armas, sino los que las fabrican y venden
P. Pongamos un ejemplo práctico. La crisis de los refugiados, con los que estuvo en Budapest o Lesbos, y la respuesta internacional, que no es la que debiera.
R. A mí en Budapest, que fue el primer lugar al que llegué cuando los refugiados, no solamente el presidente del Gobierno, sino alguien también, el alcalde, me cerró la puerta, me apartó. Uno se siente, de verdad, hundido ante esa miseria y ante esos lugares. Uno cree que aquello que estaba viendo era una película, de aquellas películas que nos echaban cuando éramos niños, de la Sagrada Familia, el éxodo, ver cientos, miles de personas caminando… Ya lo creo que eso no hay derecho a que exista. Hay que decirle a los gobernantes que los responsables son ellos y hay que ponerles colorados, hay que decirles que no es posible. Esto lo dice el papa, lo han dicho estos días en la asamblea de la ONU, lo ha dicho Felipe VI. Pero no basta decirlo, a veces hay que pegar un puñetazo encima de la mesa y decir basta. Hay que decirle que igual que la asamblea de las Naciones Unidas ha servido para invadir un país como es el de Iraq, o algunos otros, tendrían que valer para invadir algunos países para decirles basta ya de que tenga que huir tanta gente de ese lugar. Yo echo de menos el valor que han tenido, acertado o no acertado, yo creo que no acertado, para legalizar un poco la guerra de Iraq que no lo hayan tenido para poder decirle al presidente de Siria… Ayer (por el 20 de septiembre) hubo una cosa preciosa. “Usted tiene las manos manchadas de sangre”, le dijo nada menos que el secretario de Naciones Unidas a alguien. Hace falta que empecemos ya a hablar claro y a dejarnos de pamplinas, y a decir que no solamente son malos los que matan con armas, sino a veces los que las fabrican y los que las venden. Y a veces esos están cerca de nosotros.
P. ¿Cómo solucionamos eso?
R. Teniendo sentido común. No hace falta ser un gran filósofo o un gran teólogo (bromea), es sentido común. Es decir, usted no quiere que… pues no fabrique esas armas para matar a la gente. ¿Es qué es posible que alguien crea que se fabrican esas armas para defender? Hay algunas que sí, y algunas veces tenemos que defendernos, pero algunas que sabemos para qué se fabrican, ¿no?
De los 17.000 refugiados que hayan limitado a 17 o 400 es demasiado limitar
P. Lo cierto es que los refugiados huyen de la muerte y al tiempo Europa vende el discurso del peligro potencial del terrorismo.
R. Hubo algunos jefes (de Estado) o autoridades que llegaron a decir cosas desafortunadas, que había que tener cuidado con los que vengan no fuera a ser que sean terroristas. Otros que dicen que hay que limitar un poco eso. Hombre, limitar un poco… De los 17.000 que hayan limitado a 17 o a 400 es demasiado limitar. No hemos estado a la altura que debíamos estar, el Gobierno de España. Cuando digo el Gobierno de España, digo los gobernantes y los políticos y yo a los cuatro posibles presidentes del Gobierno, a Pablo Iglesias, al de Ciudadanos, al del PSOE y al del PP, los invité a que vinieran a las fronteras de refugiados. Vino uno de ellos. Los otros tres han prometido, querían. Veremos a ver cuando pasen las elecciones, a lo mejor están ya libres los cuatro y pueden venir a ver los campos de refugiados. No ha venido nadie. Las cosas hay que verlas in situ.
P. ¿Se puede saber el nombre del que sí fue?
R. Sí, sí. Ha sido Albert Rivera (Ciudadanos) el que ha ido a uno de los campos de refugiados nuestros.
La guerra de religiones no existe, existe la guerra de intereses
P. En relación al terrorismo islamista, ya que tratamos el tema, ¿considera acertada la idea de la guerra de religiones?
R. Yo tengo ahora una fuerza inmensa, que es que la voz del papa lo ha dicho muy claro: la guerra de religiones no existe. Existe la guerra de intereses: petróleo, económico... Lo ha dicho alguien que sabe (por el papa Francisco), alguien que tiene unos zapatos negros exactamente iguales a los que tenía en Buenos Aires cuando yo le conocí y que tiene los pies en la tierra. No es cierto, y además hace dos o tres días en Asís (fue el 20 de septiembre), junto con un montón de religiones distintas, lo volvió a afirmar: nadie en nombre de Dios puede ni debe matar. Yo lo he dicho siempre. Todos me dicen que no era verdad, pero menos mal que cuando llega un papa como éste te refuerza un poco. Es como cuando uno dice que es la Iglesia de los pobres, que los homosexuales también pueden entrar en la Iglesia de Dios y que venga un papa y diga... pues a veces a uno le duele ver cómo tratamos a esa gente, porque creen que creemos que son distintos.
P. ¿Por qué hay entonces quién se traslada incluso al período de las Cruzadas?
R. Porque hay locos. Como decía antes hay mucha gente enferma y a esos enfermos hay que curarlos. Y algunos de esos enfermos son gente que tiene unas tarjetas de visita con grandes títulos o grandes titulares. La gente normal, la corriente, no vuelve a las Cruzadas. Sabemos que el mundo no puede funcionar con pistolas, con Cruzadas, con matar a la gente, con odiar, con dividir, con decir que los buenos somos unos y los malos son otros…
P. En definitiva, es la intransigencia la que mata.
R. La intransigencia... Tenemos que tener más diálogo. Esto lo dice continuamente el papa Francisco.
P. Por cierto, ¿imagina que le conceden el Nobel de la Paz?
R. No creo que me lo concedan, pero si me lo concedieran no sería a mí, se lo conceden a todos los que luchan por los demás, de tal forma que ni un solo céntimo de ese premio Nobel de la Paz iría personalmente… y tampoco iría ni a Mensajeros de la Paz, iría quizá a algunas instituciones más importantes, que merecen ese premio y que a lo mejor no se lo han dado. Pero no hay peligro de que me lo den a mí (bromea y ríe). Y si me lo dan, bendito sea Dios. Yo no renuncio a que me hagan obispo, ni a que me hagan ministro ni a que me den el premio Nobel. Ojalá den todas esas cosas y ojalá eso fuera para servir a los demás.
P. Hablemos de Mensajeros de la Paz. Va camino de los 55 años de acción solidaria con esa ONG. ¿Ha sido sencillo ese recorrido?
R. Sí (resopla), ha sido caminar día a día. Es como si le preguntaras a un padre de familia que tiene 70 u 80 años si ha sido sencillo su camino. No ha sido distinto a los demás. Nosotros (por él y por su compañero sacerdote Ángel Silva), cuando fundamos esto allá en Asturias lo decíamos y lo seguimos diciendo: una obra de éstas sólo funciona porque creemos en Dios, en un dios de todos, no sólo un dios de los católicos, de los cristianos, y porque creemos en los hombres. Y cuando uno cree en Dios y en los hombres es capaz no de cambiar montañas sólo, como dice la Escritura, sino de cambiar a veces voluntades de algunos políticos o mentalidades entre los demás.
Estamos intentando llegar a otros mundos y tenemos unos aquí a los que no hemos llegado: África, la India...
P. Su fundación trabaja en decenas de países, desde América hasta Asia. Y por supuesto en África. ¿Recordaremos algún día que existe?
R. Sí, y si no nos lo van a recordar ellos. Es decir, no es que sea una amenaza África, pero sí es algo que hay que tener en cuenta. Y gracias a Dios ya vamos creyendo en África. En los deportes creemos mucho más (bromea). Los deportistas de color, los negros, son los que de verdad corren más y hacen en menos segundos más metros. En política y en cultura, si tuvieran los mismos medios que nosotros lo harían. Hay que compartir con ellos. Estamos intentando llegar a otros mundos, como la Luna u otros satélites, y tenemos unos mundos aquí a los que no hemos llegado, que es África, que es la India, que son algunos sitios… Es decir, hay que llegar a África, y para llegar a África, yo puedo asegurar, que he estado allí, solamente hace falta, algunas veces, vacunarse, pero que son hombres y mujeres y que hay agua. En África hay agua. Poco agua y contaminada… Hay que llevar agua potable, pero hay agua en África.
P. ¿Conseguiremos ver desarrollarse a África?
R. No sé si mi generación, pero creo que la tuya o la de tus hijos seguro que sí. Y seguro que tu generación conseguirá que desaparezca la hambruna, que no haya gente que muera de hambre. Estoy seguro.
Ahora que está de moda hablar mal de ellos, tenemos que hablar bien de los políticos
P. Hablamos de otros territorios, pero lo cierto es que su labor con los más desfavorecidos comenzó en España. Y sigue, porque aquí también tenemos pobreza e injusticia social…
R. Sí, las asociaciones fuertes y listas, que estudian y hacen, como Unicef y Cáritas, nos hablan de ese gran porcentaje de pobreza. La pobreza infantil, la pobreza incluso de los mayores. Eso existe. Y existe hambre, y existe gente que no tiene dónde dormir. Ahí tenemos una iglesia en Madrid, la iglesia de San Antón (de la que es párroco), abierta las 24 horas, donde somos testigos de que hay mucha gente que sigue durmiendo debajo de los puentes, en los túneles, en los cajeros… Claro que hay pobreza y que hay hambre en España, pero también hemos de decir que comparado con otros países seguimos siendo un país en el que la gente no se muere de hambre, en el que hay sanidad y que todo esto se lo debemos a nuestros políticos y a nuestros gobernantes. Ahora que está de moda hablar mal de ellos, tenemos que hablar bien de los políticos, porque ellos han sido capaces de traer este bienestar social, que no es el que deseamos pero que lo tenemos. Y esto ha sido gracias no sólo a un color de partido, sino a varios colores. Y ojalá se unan los colores para que haya un arco iris bueno.
P. Precisamente le iba a preguntar por las instituciones, porque usted valora el trabajo de los gobernantes y algunas veces no se lo ponen fácil. Como sucedió en Recas… (El comedor social del municipio toledano cerró, hasta que la Junta de Castilla-La Mancha (PSOE) actuó, porque su alcaldesa, del PP, exigió que fuera sólo para niños empadronados, algo a lo que se negó Mensajeros de la Paz)
R. Sí, pero hay que decirle a ése o a ésa, que era una ésa, era una alcaldesa y de un partido concreto (PP), que no tenía razón. Y habría que destituirla. No la han destituido. Habría que decirle que deje pasar a otros, porque la actuación que ha hecho no es la correcta. Pero bueno, hemos hecho la campaña que había que hacer y no nos han hecho caso… más bien los suyos no nos hicieron caso a lo que había que hacer. Pero no es un color. A veces son casi todos los colores los que no se portan bien y por eso hay que votar para echarles y que vengan unos nuevos, ¿no?
Querer a los tuyos es muy fácil, hay que querer a los que te llevan la contraria
P. Me hablaba antes de estado del bienestar. La caridad es loable, necesaria y justa, pero ¿no esconde quizá las deficiencias que tiene ese estado del bienestar?
R. Yo cuando hablan de la caridad peyorativamente me enfado. No hay cosa más bonita que la caridad, que la misericordia, lo que pasa es que a veces la disfrutamos con solidaridad… Caridad es hacer lo que uno quiere, no la obligación. La obligación es la justicia. Eso no lo duda nadie, que el que trabaja debe cobrar y tal. Pero caridad es cuando yo no tengo obligación de dar nada y quiero a otra persona. Eso es caridad. Lo que pasa es que hay tantos teólogos y tantos listos que no sé en qué concepto hablan de la caridad, pero la caridad es que yo sin tener obligación contigo te eche una sonrisa o te invite a un café. La justicia es que si tú estás trabajando conmigo te pague para que tomes un café. Caridad es dar lo que no es exigible y sobre todo más que dar cosas es darse. Pero es que no lo hemos entendido. Sí lo entendió él, el que habló del amor y de la caridad, que fue Jesucristo, que dijo: hay que querer a la gente. Y no hay que querer sólo a los tuyos, que eso no tiene ningún mérito, decía él. Aquí nada más que queremos a veces a los nuestros, a los demás les damos palos. Querer a los tuyos es muy fácil, hay que querer a los que te llevan la contraria, a los que son feos, a los que no te gustan… A esos es a los que hay que querer.
P. Hablaba de querer a los demás y a veces parece que también se nos olvida hacerlo con los nuestros. Lo digo por su trabajo con las personas mayores, que debemos recordar quiénes son.
R. Sí. Yo creo que, sobre todo, así como en otros países en los que estamos trabajando los mayores siguen siendo los patriarcas, los principales en la casa, los que tienen el mejor sitio para comer, los que tienen la mejor habitación, aquí en nuestros países, en Europa, a veces les damos la buhardilla, el peor lugar, la cocina… que comen en la cocina porque se babean… o porque nos estorban. Hemos perdido lo que es el cariño, el respeto, la admiración a los mayores, su sabiduría. Felipe González decía que cuando se muere un mayor es como una biblioteca que se quema. Tenía razón. Tenemos que volver a recuperar el tener a los mayores en su lugar. Y hay que tenerlos también en las instituciones. Tú ahora recorres los ayuntamientos, las asambleas, las comunidades y verás muy poca gente que es mayor. ¿Por qué? Porque estaba de moda que hubiera jóvenes y además que fueran mujeres. Está bien que haya paridad y que se renueve, que haya de todo, que entre la savia nueva a las instituciones, pero lo que no es normal es que hayan echado de las instituciones a la savia… es decir, qué poca gente hay que haya cumplido los 70 años en estas instituciones. Yo reivindico que a los mayores… Gracias a Dios, que la Iglesia es muy lista y muy sabia y a la hora de elegir un papa eligió a un papa mayor.
La riqueza está en votar, en que entre todos nos gobernemos, no nada más que dos
P. Entremos en materia política, ahora sí, si le parece, que además sé que le genera interés. ¿Qué opinión le merece la situación actual de España?
R. Yo, en contra de todos los que opinan, creo que es normal. La situación que tenemos en el país es de lo más normal y lo que nos debería causar es estar agradecidos y felices. ¿Por qué es normal? Pues porque no hay sólo un partido que gane, ni dos partidos, sino que hay cuatro. Debería haber no cuatro sino doce. Deberían repartirse: tener 20 (escaños) uno, 20 otro, 30, 40, 70… No, aquí lo que quieren todos es tener uno más, a ver si pueden gobernar. A mí me parece muy normal que haya todo este montón y que si tiene que haber otras elecciones no es malo que se haga y vayamos a votar. Y a ver si en vez de aparecer cuatro partidos, aparecen ocho. Porque la riqueza está en votar, en que entre todos nos gobernemos, no en que nos gobiernen nada más que dos. Fíjate que no estamos pensando ni en cuatro personas, sino sólo en dos para gobernar. No hombre, puede haber más gente. Y además no hay que encerrarse en creer que tienen que seguir gobernando siempre los mismos. Es decir, pueden aparecer otros de sus propios partidos, y no más jóvenes, a lo mejor más mayores. Sin duda, en el PP o en el PSOE puede haber gente mayor que podría ser presidente de su partido y del Gobierno. Y puede haber empresarios que sin pertenecer a un partido se ofrezcan a poder gobernar un país. A lo mejor habría que ir por ahí.
P. Todo cuanto comenta en España no se entiende. ¿Se puede deber a incultura política, a cerrazón ideológica?
R. No, que estamos en una nueva etapa, en la que ya aquí no manda uno. Antes, cuando estaba Franco mandaba sólo él (bromea). Cuando estaba Felipe (González) casi mandaba sólo él, cuando tuvo mayoría. Con José María Aznar pasaba lo mismo. Ya con Zapatero iba aflojando y eso. Creo que estamos en una etapa nueva en la que gobernar tiene que ser saber gobernar entre todos. Pero los que hoy están, lo que quieren es gobernar ellos y no que entre ningún otro más.
P. Echemos una mirada al aspecto social. ¿Cree que los políticos son conscientes de la realidad del país?
R. Voy a decir algo que no es correcto o que, como se dice, políticamente no es correcto. Creo que los políticos son más listos y entienden más que nosotros. Y mucho más que los tertulianos y que los periodistas, y que los que a veces hablamos de ellos. Claro que son conscientes. Yo no sé por qué creemos que son tontos o que son peores que nosotros. Claro que lo son, ¿cómo no lo van a ser? (Es interrumpido)
P. Perdone que le interrumpa, pero ¿por qué da entonces la sensación, a veces, de que no lo son?
R. No (disculpa la interrupción). Porque nosotros queremos ser mejor que ellos. Es decir, aquí sabemos de todo. Yo mismo estoy diciendo quién ha de gobernar. Pero, ¿quién soy yo para decir quién ha de gobernar? ¿O quién soy yo para hacer una ley? Si quiero ser alguien, pues me voy de diputado. Entonces, algunos periodistas o algunos tertulianos, o algunos de los que andamos a pie, enseguida decimos cómo se ha de gobernar el país o qué habría que hacer, o cómo se ha de hacer esta carretera, o cómo el AVE, o cómo las leyes de familia y no sé qué… Que no, que lo tienen que hacer ellos. Para eso les pagamos. Y claro que lo saben. Finalmente, los que están en política no son tontos. Hay alguno que es tonto (bromea y ríe), como en todos los colectivos. Pero no son tontos, los que están en política son gente que les gusta la política y que saben algo.
Que no se endemonie la democracia
P. Comentaba antes que no habría problema en acudir a unas terceras elecciones, pero ya va siendo hora de tener Gobierno…
R. ¿Y por qué? Primero, ¿por qué antes de las segundas no hubo Gobierno, que podían apoyarse unos a otros, y ahora hay que exigir que lo apoyen? ¿Por qué no va a haber unas terceras elecciones si no son capaces de ponerse de acuerdo? ¿O unas cuartas? ¿O unas quintas? Que no se endemonie la democracia. Es que algunos están endemoniando la democracia, diciendo que votar no está bien. En las familias, ¿cuántas veces votamos? El hijo dice “quiero llegar a las doce” y yo le digo “a las diez”, y él dice “a las diez y media”… Pues ya hablamos mañana y ya hablamos pasado, “cuando tengas quince años hablamos, ahora de momento vienes a las diez”. Es decir, estamos a veces tres años esperando para hablar con él. “Que quiero fumar”, “no puedes fumar hasta que tengas dieciocho años”… Y gracias a Dios tenemos un sistema que sigue funcionando. Aunque no haya un Gobierno ejecutivo hay un Gobierno en funciones, que funciona. Hoy hay un Gobierno en funciones, y si no pregúntale al ministro de Hacienda, que está en funciones y te sigue diciendo que pagues (bromea y ríe).
P. (Entre risas) No nos va a dejar de cobrar, desde luego.
R. (Entre risas) Claro.
P. No le voy a preguntar si es de izquierdas o de derechas porque resulta tópico. Mejor tiro por otro lado. Para mí sí: ¿es posible ser católico y de izquierdas o ateo y de derechas?
R. Dice el papa Francisco que él conoce a muchos comunistas, y a mucha gente, que son muy buenos, a veces casi, dice, más buenos que a otros que ha conocido y eso, y que hay que admirarles y quererles. Claro que sí. ¿Por qué no se va a poder? Yo conozco muchos. Y no yo, sino todos. Pero bueno, como dijo el papa Francisco, me salvo con él (bromea), que lo ha dicho en una entrevista a un periodista vuestro (por la profesión).
El patrimonio de defender a los pobres es más del catolicismo, no es de izquierdas, ni tampoco de derechas
P. ¿Por qué existe entonces, y que se me permita la expresión, la tontería de acotar tanto el terreno?
R. Pues existe esa tontería. Pero también existe otra tontería, que el papa Francisco también lo dijo: “Vosotros los comunistas os queréis quedar con el patrimonio de amar y defender a los pobres”. Y no es verdad. El patrimonio de defender a los pobres es más del catolicismo, del cristianismo. No es un patrimonio de izquierdas, ni tampoco de derechas. Pero a veces algunos creen que hacer el bien y estar con los desfavorecidos es un patrimonio de izquierdas. Es mentira. Puedes ser muy de derechas o muy de izquierdas, o nada, o no creer… El papa Francisco, el primer discurso, la primera entrevista que hizo públicamente, fue con cientos de miles de periodistas y allí les dijo, yo estaba entre ellos allí y me quedé asustado… porque, primero, era la primera vez que veía a un cura, a un obispo, a un papa no hacer la bendición con la mano y decir: “Voy a pedir la bendición para todos vosotros, para los que creéis y para los que no creéis, porque todos somos hijos de Dios”. O sea, ésta es la teología nueva. Es decir, que somos todos hijos de Dios, los musulmanes y los que no somos musulmanes.
Cuando era niño creía mucho en los comunistas de mi pueblo, esos sí eran de Jesús, porque defendían a los pobres
P. Por cierto, en su día afirmó que Podemos es de Jesús y que Jesús sería de centro izquierda, si hubiera habido partidos políticos. Y no sentó nada bien…
R. No hace falta que me lo digas (bromea y ríe). No les sentó bien a algunos, a otros sí. Otros me felicitaban por haber dicho eso. En primer lugar, yo dije que ni Pablo Iglesias, ni Tania (Sánchez) ni los de izquierdas son el demonio, que es verdad. Es que parece que eran el demonio y no les he visto yo, que he estado con ellos en varias ocasiones, los cuernos de demonio por ningún lado. Son gente normal y corriente. Fue lo que dije en esa entrevista, que Pablo Iglesias no era el demonio. Y también he dicho que Jesús, es decir, que Pablo Iglesias decía que Jesús sería de Podemos. No lo dije yo, que fue él. Claro, cada uno lleva el agua a su molino. Pero yo en esa misma entrevista, lo que pasa es que las entrevistas se cogen, como ésta que me acabas de hacer, me cogerán y me dirán, pondrás alguna frase que he dicho no sé qué (señala sin llegar a reprender, pues lo hace con sentido del humor)… En esa entrevista dije que Jesús no era de derechas ni de izquierdas porque no existía, era de los desfavorecidos y es de lo que sigo diciendo, que es de los desfavorecidos, pero ya sé lo que me pusieron. Ni el uno es de Podemos, ni el otro es de Jesús. Pero yo creo que a Jesús lo acapararon mucho más los de derechas que los de izquierdas. Es decir, que los de derechas creen más que Jesús es de ellos, pero, hombre, que dejen también a los de izquierdas decir que era… Yo cuando era niño creía mucho en los comunistas míos, de mi pueblo. Y esos sí eran de Jesús, de esos sí me atrevo a decir que eran de Jesús, porque esos defendían a los pobres e iban a la cárcel con Franco por defender a los obreros. Esos sí que eran de Jesús o Jesús hubiera sido de esos. Los comunistas de hoy, como los del PP, los del PSOE y todos, ahí hay anagramas de políticos, todos son de su padre y de su madre y unos siguen viviendo y otros desaparecerán… Pero Jesús, en concreto, creo que era de los desfavorecidos.
A veces tenemos demasiados oropeles, pero la Iglesia es pionera en obras sociales
P. Eso me lleva a cuestionarle por la Iglesia. Dice que debe estar, y que Jesús era de ellos, con los desfavorecidos. ¿No parece en ocasiones que vive, a la jerarquía me refiero, apartada de esa labor que desarrollan personas como usted, por ejemplo?
R. Pregúntale al papa Francisco, porque eso se lo han preguntado a él. Y, aunque a veces sin que se lo preguntaran, ya lo dijo muchas veces. Y dijo: que tengáis olor a oveja, que no seáis lobos, que seáis misericordiosos, que no seáis funcionarios. Y todo esto… No me lo preguntes a mí, lo dijo él, que es más grande que lo que yo pueda decir. Pero yo, que a veces soy incómodo dentro de la Iglesia, aunque soy fiel… a mí si me dicen que hay que ir con alzacuellos, voy cuando me mandan poner alzacuellos. Pero, en honor a la verdad, he de decir que la Iglesia ha sido pionera en obras sociales, ha sido la primera que ha estado con los leprosos, con los del Sida, con los del Ébola, la que sigue estando en misiones en lugares de esos y esto no lo duda nadie. La Iglesia ha sido pionera en obras sociales. Por eso, a veces, cuando se acusa a la Iglesia… Claro que tenemos defectos y a veces tenemos demasiados oropeles y oro en las iglesias. Algunos tenemos bancos de madera, con unos cojines a veces para que puedan dormir (los indigentes). Pero es verdad que la Iglesia a veces tiene eso. Pero llegando a eso, si el título (titular de la entrevista) que pones es “El Padre Ángel dijo que hay muchos oropeles”, me fusilan (bromea). Pero he dicho que la Iglesia es pionera en obras sociales, ése puede ser el titular para que no me peguen los míos, que a veces me pegan más los míos que los otros (bromea y ríe).
P. También con la homosexualidad. Usted es párroco de la iglesia de San Antón en Madrid, en un barrio como Chueca. Defiende los derechos y la igualdad de los homosexuales, una postura que parece que en determinados sectores de la Iglesia y de la derecha no termina de gustar.
R. Pues sí les molesta, que les siga molestando. Como les puede molestar a otros que a veces se hable mal de los homosexuales o les condenen en vida y en el cielo. Hasta ahora les condenaban en vida, no se podían casar, no podían tener los mismos derechos que tenían los demás, casi no podían entrar en los servicios públicos, se les apartaba, se les recriminaba. Eso en la Tierra, en el cielo todavía hay algunos que les mandan al infierno antes de morirse… (Es interrumpido)
Si puedo bendecir a los perros o chatarra, ¿no voy a poder bendecir a dos hombres que se quieren?
P. ¿Cómo se derriba ese muro?
R. Se derriba ese muro teniendo sentido común. Vamos a ver, si yo puedo bendecir a los perros, a los animales de compañía, si puedo bendecir chatarra, o puedo bendecir este cacharro que me pones aquí para hablar (señala la grabadora), un coche, una gasolinera, ¿no voy a poder bendecir a dos que se quieren? ¿Estamos locos? Yo no me hice cura, ni nací para maldecir, como algunos maldicen. Yo me he hecho para bendecir y lo que hay que hacer es bendecir. Y esta gente que me dices, de Chueca, que van bastantes por allí o que van a pedirte la bendición, no creo que haya nadie, con pies en la tierra, que sea capaz de llamarme la atención por bendecir a alguien. Es verdad que no se pueden casar, no tengo para casar. Existen unas normas, un Derecho Canónico. Pero bendecir, bautizar, hasta a veces a los que están divorciados, o separados. Nos hablan de que debemos tener una pastoral distinta con ellos. Es verdad que el Derecho Canónico debe existir, todas las leyes… Pero, mira, antes que el Derecho Canónico, existió el Evangelio.
P. El obispo de Córdoba aseguró recientemente, en relación a la Ley contra la LGTBifobia que se aprobó en Madrid, que la ideología de género es una bomba atómica. ¿Qué le parecen ese tipo de declaraciones?
R. Primero, del obispo de Córdoba soy amigo y con lo cual no voy a… (Ríe) A los amigos hay que tenerlos, como dicen, en las buenas y en las malas, en las enfermedades y en las riquezas, y le quiero. Pero en lo que haya dicho, o lo diga alguien, si es algo en contra de las personas o eso… Yo por supuesto… Hay que estar siempre intentando estar cerca de la gente. No se puede maldecir, ni se puede recriminar… Pero uno sí puede decir su versión. Es decir, lo que él crea. Pero igual que la versión de él puede existir otra distinta. Yo soy de los que se alegra de que los homosexuales, de que las lesbianas, de que todos esos colectivos puedan estar en esta sociedad. También nosotros debemos estar en esta sociedad. Yo no entro en esas discriminaciones. Cuando alguien entra en mi iglesia no le pregunto qué sexo tiene y si ha pecado o no ha pecado, o si es de una ideología… Si coges el libro de firmas, allí han entrado políticos de Podemos, del PP, del PSOE, de izquierdas, de los que rezan 40 veces el Ave María y de los que no rezan nunca en la vida. Entran mucho más esos, y me dicen: “No soy católico, no soy creyente, pero en una iglesia como ésta me encanta poder estar”. En las declaraciones del obispo de Córdoba, yo creo que pueden ser respetables y que uno puede estar de acuerdo o no estar de acuerdo. Pero no por eso deja de ser amigo mío. Y yo espero que siga siendo amigo de él después de decir estas cosas, porque sigo diciendo que soy amigo de él.
P. Comentaba usted antes que la Iglesia es pionera en obra social. Resulta injusto también algunas veces que se tenga una imagen únicamente de la Iglesia de los oropeles y no se vea la Iglesia del Padre Ángel, de Vicente Ferrer, de los sacerdotes de barrio que trabajan...
R. (Interrumpe) Sí, así lo he dicho. Es decir, que existe la Iglesia de verdad de los pobres y que existe, creo, además reconocimiento, en estos momentos de crisis, de que la Iglesia ha estado dando el do de pecho ante los pobres, ante los desfavorecidos. Esto lo reconocen todos, sin duda alguna. Y uno cree más en esa Iglesia que en la otra. Pero hablar mal de la Iglesia cuando hay un obispo, un cura, un papa, un creyente que ha hecho algo malo es como hablar mal de los políticos porque hay uno que roba o hizo algo malo. Generalmente los políticos son buenos y la Iglesia es más buena que los políticos. A mí modo de ver. Como los médicos son más buenos que otros colectivos y los maestros, lo mismo… Pero a la Iglesia yo creo que nadie la pueda recriminar que sea la peor institución. Me da pena que no sea la institución más valorada, que lo solía ser. Pero tampoco lo son los políticos, ni a veces las instituciones oficiales son las más valoradas. A veces lo más valorado es Cáritas, que es de la Iglesia, o las ONGs, o las asociaciones de familias y eso. Pero, sigo diciendo, la Iglesia ha sido, y sigue siendo hoy, pionera en obras sociales, aquí en España y fuera de España. Aquí tenemos un ejemplo del obispo, que es de aquí mismo, de Córdoba, que está en misiones, que es Aguirre, monseñor Aguirre (Juan José, obispo de Bangassou, República Centroafricana).
P. Terminemos. Al fin y al cabo, todo lo que hemos hablado…
R. (Interrumpe y bromea) Queda aquí grabado por si haces alguna titulación, decirte: “Oye, déjame la grabadora” (ríe).
Hemos nacido para ser felices y para hacer felices a los demás
P. El resumen de la conversación es que, al final, credo, ideología, raza, condición sexual es lo de menos, que lo importante es la persona.
R. Lo importante es la persona. Y lo importante es querer y dejarse querer. Nosotros no hemos nacido para sufrir, quien ha dicho eso no estaba en sus plenos cabales. Hemos nacido para ser felices y para hacer felices a los demás, y cuando conseguimos eso, eso es mucho mejor que cualquier premio Príncipe de Asturias o premio Nobel… Ser feliz y hacer feliz a los demás, aunque a veces para serlo necesites pasar por algunas enfermedades o algunos tragos, o que algunos no te comprendan. Pero yo soy feliz y ojalá sea capaz de hacer feliz a otros, y haya sido capaz de incitarte un poco de felicidad, de que un mundo mejor es posible, que lo podemos hacer entre todos.
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