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Paco Salinas: “Todo lo que me pasó en la vida me ha hecho como soy”

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Paco Merino

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Se mueve con destreza sobre su silla de ruedas por el centro deportivo Aira Sport, donde se ejercita para sus nuevos desafíos arropado por una legión de incondicionales. La gente le quiere. Por más que insista en que no es su objetivo, Paco Salinas Martínez (Bujalance, 1982) ejerce del modo más natural como un ejemplo inspirador para quienes le rodean en el día a día. No eligió lo que le ocurrió, pero sí tuvo que tomar decisiones sobre qué iba a pasar después de aquel accidente que le partió la columna y supuso un giro drástico al guion previsto de su vida. Tenía 25 años, un doctorado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, un trabajo como profesor en la Universidad de Granada, una relación sentimental y una pasión desbordante por las motos. “Se han cumplido once años y no hay ni un 23 de junio en el que no me venga el recuerdo a la cabeza”, dice un hombre curtido en la adversidad. Ahora es un coleccionista de éxitos como nadador, una faceta en la que ha encontrado el espacio ideal para saciar su hambre de progreso. “Si te conformas, no avanzas”, dice convencido.

A Salinas no le falta una broma para nadie que se le cruce en el camino que va desde la puerta de entrada del pabellón hasta la zona de piscinas, donde posará ante la cámara del fotógrafo de CORDÓPOLIS. Entre saludo y saludo, va contando cómo sortea obstáculos y rompe barreras desde que el destino le obligó a reconstruirse en todos los aspectos. Una tarde de verano de 2007, tras regresar de un viaje a Estados Unidos -donde impartió una conferencia sobre nutrición-, decidió que sería buena idea darse un paseo a lomos de su Honda CBR600. Le relajaba. Le hacía feliz. Salió de su casa en Bujalance y tomó la carretera hacia Montoro, cogiendo después la Nacional 420 a través de la sierra de Cardeña, con dirección a Puertollano. Poco antes de llegar a Fuencaliente, ocurrió. Unos baches inesperados, el zarandeo de la moto, la caída, una señal clavada en el costado que le perforó el pulmón y otra que le seccionó la médula a la altura de la séptima vértebra dorsal.

Allí, tirado entre unos matorrales, entendiendo que se le iba la vida, decidió “no cerrar los ojos y seguir adelante”. Y aquí sigue. Salinas ha cosechado más de veinte títulos nacionales en natación adaptada y en la última competición disputada, las Series Mundiales en Berlín, conquistó un oro y dos plazas. En su lista de retos tiene -entre otros- acudir con la selección de España a unos Juegos Paralímpicos. Los próximos son en Tokyo, en 2020. El cordobés apuesta con fuerza por sí mismo. 'Si no puedes caminar, vuela', dice un lema que le acompaña desde hace tiempo en todas sus actuaciones. “Lo creó mi mujer, Ana”, resalta con orgullo un deportista que, a sus 35 años, confiesa que se siente “en plenitud”.

PREGUNTA. ¿Qué queda de Koki, el niño que corría por las calles de Bujalance?

RESPUESTA. La verdad es que queda la esencia. El apodo de lo debo a un vecino. Cuando era pequeño, me decía para asustarme: ¡Que viene el coco! Y yo rápidamente salía corriendo. De coco viene lo de Koki, que fue el mote con el que me quedé ya para siempre. De ese niño continúan los valores principales. Quiero seguir siendo humilde, sencillo. Me gusta ser cercano con la gente porque eso es lo que te hace crecer como deportista y como persona. De ese niño me quedo con lo principal. Con esa ilusión que intento aplicar día a día a todo lo que hago en mi vida.

P. La mayoría de la gente te conoce como Paco Salinas, el nadador. Pero detrás de esta aventura en las piscinas, con la que has alcanzado una notoriedad pública, hay una historia potente.

R. Pues sí. Me críe en Bujalance y ya con 18 años me vine a Córdoba para estudiar. Luego me marché a Granada, donde hice la licenciatura y la tesis doctoral, y luego regresé a Córdoba. Y antes de eso, claro, tuve el accidente. Fue en 2007. Me cambió la vida y me ha servido de mucho.

P. El deporte es lo que marca tu vida antes y después del accidente.

R. Sí. Y lo seguirá siendo hasta el final. Sin el deporte, mi vida perdería su esencia. Y ya no solo el deporte como profesión, sino como una forma de vida. Desde que yo me levanto hasta que me acuesto, el deporte me acompaña.

"Las motos están por encima de todo, es algo que lo llevo dentro"

P. Lo practicaste siempre.

R. Cuando era pequeño era el típico niño que hacía deporte y más o menos se me daban bien medianamente todos. Empecé primero en voleibol. Después me metí simultáneamente en tenis y en fútbol. Así los compaginé hasta que entré a estudiar Ciencias del Deporte en Granada. Allí estuve más en tenis. Luego, tras el accidente, hice atletismo. Pero no me funcionó porque debido a la postura, la placa que tenía en la espalda se desplazaba y se salía. Me dijeron los médicos que había riesgo. Dejé el atletismo y me pasé a la natación.

P. Y también está ahí el tema de las motos.

R. En ese sentido, las motos están por encima de todo. Es algo que lo llevo dentro, como el torero y el toro. Eso no me lo va a quitar nadie en la vida. Además, tengo un proyecto en mente y sé que antes o después va a salir. Quiero batir un récord Guinness haciendo el caballito más largo sin manos en moto con dos personas. Suena a locura, pero voy a intentar batir la marca que hizo Valentino Rossi en 1992. Quiero batir esa marca y demostrar que aunque tengas una discapacidad, ni mucho menos tienes que dejar de hacer cosas. Puedes hacerlo todo. La moto la sigo cogiendo, hago exhibiciones para actos benéficos desde mi accidente. De hecho, es probable que antes de finalizar el año haga alguna. Es un objetivo que tengo y que voy a pelear con él. Lo que sí es cierto, y te lo digo, es que mi familia no lo lleva muy bien.

P. Y eso lo puedes llegar a entender.

R. Yo soy consciente de que mi mujer, cada vez que monto, sufre. Pero al mismo tiempo sé que a ella le reconforta ver la cara que se me pone cuando me subo encima de una moto.

"Es inevitable que cada 23 de junio, a las ocho y media, me venga el recuerdo del accidente a la cabeza"

P. Tuviste el accidente el 23 de junio de 2007, hace...

R. Once años. Es inevitable que siempre, cada 23 de junio, a las ocho y media de la tarde, me venga el recuerdo a la cabeza. Esté donde esté, por muy feliz que esté ese día... No se puede parar. Es algo que tienes ahí. Aunque lo haya superado, lo haya llevado bien a nivel psicológico y en el día a día, siempre lo tendré ahí metido. Yo transmito siempre positividad, lo intento siempre, pero sinceramente te digo que ese momento, cada año, es un mal trago. Porque está ahí y es algo que cambió mi vida.

P. No puedes elegir el borrarlo.

R. No. Ni aunque quieras. Puedes asimilarlo y tratar de integrarlo en tu vida como algo que lo cambió todo. Pero borrarlo es imposible. Yo veo las candelas de la noche de San Juan en televisión y automáticamente me viene a la cabeza el accidente. El momento en el que pasó. No se va a ir nunca. Y ya está.

P. La vida cambia en cuestión de segundos.

R. Para valorar lo que me sucedió te digo que tengo cosas buenas y otras no tan buenas. El hecho es que tuve el accidente, me caí y me rompí la columna. Y esos momentos...

"Han pasado once años y ahora puedo decir que estoy de nuevo al cien por cien"

P. ¿Eras consciente de lo que pasaba?

R. Yo solo pensaba en si tenía mis piernas o no las tenía. Choqué con una señal vertical que la tenía encima de mi cuerpo y no podía moverme nada.

P. Fue una salida de vía.

R. Sí. Había dos baches grandes y, por la temperatura del asfalto, tú lo ves todo llano. Eso es lo que parecía, pero... Era así. Entré en la curva y pillé un bache muy grande, que casi me sacó fuera, pero había un segundo base que lo hizo fue levantar la parte de atrás de la moto. Yo ya entré literalmente de cabeza contra la primera señal. Se me clavó y me perforó las costillas y el pulmón. Yo metí el brazo como pude y me giró. Entonces había otra señal igual que fue contra la que me golpeé y me rompió la columna. A partir de ahí caí al suelo. El móvil me sonaba en la chaqueta del mono y no podía cogerlo. Yo veía que pasaban coches, pero que no paraban. Así que pensé que estaba en un sitio en el que no podían verme. Lo único que podía hacer, y eso sí que lo recuerdo perfectamente, es mover un poco un brazo para hacer señales. No podía hacer otra cosa. Al cabo de unos treinta minutos paró un coche y me atendieron. Esas personas me salvaron la vida. Hoy en día continúo teniendo amistad con ellos y mi familia también han hecho muy buena relación. Cuando ellos llegaron a donde yo estaba tendido les pregunté: ¿Tengo mis piernas? Me dijeron que sí. Entonces les dije que no me movieran y que llamaran al 112. Vino un helicóptero a recogerme y yo ya sabía que tenía una lesión medular grave. Te das cuenta perfectamente.

P. Y ahí empieza otra vida. Primero, en el hospital de parapléjicos de Toledo.

R. A partir de ahí me tuve que adaptar a una vida diferente. Mis brazos se convierten en el motor de todo el cuerpo. Y eso no es cuestión de un mes, dos o tres. Nada más que en tiempo de hospitalización, estuve un año en Toledo. Después tuve dos intervenciones. Hasta que no pasaron tres o cuatro años no fue cuando mi vida, entre comillas, se normalizó. Hoy han pasado once años y yo creo que este año, el 2018, es el que puedo decir que el Koki que corría por las calles del pueblo está de nuevo al cien por cien. Dentro de mis condicionantes, estoy muy bien y al máximo de lo que se puede dar.

P. Poco más de diez años para reconstruirte.

R. Es poco tiempo. Te tienes que adaptar a todo. A todo. A nivel de trabajo, de vida cotidiana... Tu vida cambia por completo. Hay personas que a partir de su accidente tienen más problemas añadidos con la lesión. En mi caso, desde el primer momento, la columna me dio problemas por las fijaciones. Hasta que conseguimos solucionarlo fueron cuatro años. Si a diez la quitas cuatro, te quedan seis. He intentado acelerar todo lo que he podido, ir siempre con positividad para vivir más a tope. Ahora realmente me encuentro en plenitud en todos los aspectos de mi vida.

"Me tuve que adaptar a una vida diferente. Mis brazos se convirtieron en el motor de todo el cuerpo"

P. Y siempre con el deporte como herramienta, aunque a veces no funcionara del todo. El atletismo te trajo complicaciones.

R. Primero me volví a Granada, porque quería terminar mi tesis doctoral, que tenía iniciada desde antes del accidente. Y ahí empecé a hacer deporte no por gusto, que lo tenía, sino porque era necesario para mi rehabilitación. Y empecé con atletismo. Pero la espalda molestaba continuamente hasta que expulsé la placa de la espalda. Se veían cada vez más los tornillos y los dolores eran muy grandes. Me intervinieron y regresé, pero la placa se salía. Un año después, porque no podían antes, me la retiraron. Me dijeron los médicos que mi día a día iba a ser con dolores y un entrar un salir constantemente del quirófano, así que me replanteé la situación. Me decanté por la natación.

P. De la tierra al agua.

R. Me falta el aire. ¿Saltar en paracaídas? No me lo digas porque mi mujer, cada vez que oye algo de eso, se pone la pobre... Ahora, en el agua, me siento fantástico. Desde el primer momento ha respondido bien la espalda y va todo genial. Entonces, cuando vi que esto era lo que me iba bien, empezamos a marcarnos objetivos. He conseguido algunos y me faltan otros.

P. Entiendo que la lucha de los deportistas adaptados va más allá de marcas y clasificaciones. Tiene un componente humano más fuerte, más alejado del negocio y seguramente del reconocimiento público.

R. Sí, es así. También es cierto que hay países y países. En Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, el cuidado que tienen con los deportistas adaptados es exquisito. A nosotros nos queda mucho camino por recorrer. Es verdad que el deporte adaptado en España está experimentando en los últimos años un crecimiento bastante importante, pero queda mucho por delante.

P. Aquí todo es fútbol.

R. A mí me gusta el fútbol, me encanta. De hecho, en casa lo veo en televisión y para mí el Córdoba CF es una pasión. Pero una cosa no quita la otra. El fútbol lo ocupa todo y luego, el pequeño porcentaje que queda, se lo reparten el resto de los deportes. Y es cierto que los que son minoritarios lo tienen muy difícil para llegar a la población, porque están muy lejos del fútbol y de lo que éste mueve.

"En Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, el cuidado que tienen con los deportistas adaptados es exquisito. A nosotros nos queda mucho camino por recorrer"

P. En el fútbol celebramos lo efímero. Un gol, que dura unas décimas de segundo, paraliza un país. Cada año hay nuevos campeonatos, nuevas oportunidades... y lo que vale es lo último. En el caso de los deportes adaptados, las victorias son acumulativas. El éxito se construye sin tanta algarabía, con pasos más cortos.

R. La planificación en los deportes individuales es distinta. En el fútbol siempre tienes un fin de semana y un partido. En nuestro caso es más lineal porque los objetivos son a largo plazo. Nosotros tenemos igual cuatro competiciones a lo largo del año. También en nuestro caso se nota más la soledad.

P. La soledad del nadador.

R. Cuando te metes en el agua, lo único que escuchas es a ti mismo. Como mucho, a la persona que tengas fuera animándote. Eso a nivel mental te hace muy fuerte.

P. Nada que ver el sonido del motor con las brazadas en el agua.

R. A mí me relaja. Aunque parezca mentira. Tienes que hacer una serie a tope y vas concentrado en eso, pero por otro lado te aporta unas sensaciones fantásticas.

P. En Córdoba la gente te conoce. En pocos años has conseguido un buen nivel de popularidad. ¿Te motiva?

R. No me puedo quejar nada. Al contrario. A nivel de medios de comunicación estoy súper agradecido. En el último año y medio aproximadamente he dado un salto en ese sentido muy importante. Mi objetivo es que se conozca el deporte adaptado, que se entienda que una persona en silla de ruedas puede ser un deportista como cualquier otro, y que el nivel de profesionalización que tiene hoy día el deporte adaptado en el mundo en el general es el mismo que en el deporte convencional. Tienes que trabajar lo mismo que una persona que no tenga discapacidad. Vas por la calle y te para la gente, o te da la enhorabuena por los resultados, y eso te hace sentirte orgulloso. Mi desafío es dar visibilidad al deporte adaptado, pero todo esto te da sensaciones muy positivas.

"Mi objetivo es que se conozca el deporte adaptado, que se entienda que una persona en silla de ruedas puede ser un deportista como cualquier otro"

P. Te prodigas bastante en foros de debate, conferencias...

R. Sí, porque independientemente de ser deportista, tenemos al Paco académico. Mi carrera me ayuda y está todo relacionado. Me gusta compartir lo que he aprendido con los deportistas. Y si alguien demanda mi presencia en un momento determinado, pues allí estaré. El año pasado me llamó el Córdoba CF cuando estaban a trece puntos de la salvación. Estuve hablando con ellos para tratar de ayudarles. A mí, como persona, ver la evolución que ellos tuvieron me hace sentirme satisfecho y partícipe de la gran hazaña que hicieron ellos. Cuando el Córdoba ganó su último partido y mantuvieron la categoría, se me acercaron varios jugadores, entre ellos Pawel, el portero, y me dijeron: “En la vida todo es posible”. Esa es precisamente la idea que yo traté de transmitirles en mi conferencia. Se quedaron con el mensaje. Eso también es deporte. Y a mí me ayuda mucho también.

P. ¿Eres consciente de que encarnas un componente inspirador para otras personas?

R. A ver. Es cierto que hay mucha gente que me dice que me ve como un ejemplo. Sinceramente, yo no hago las cosas para eso. Yo lo hago porque el deporte es mi manera de ver la vida. Y si eso les sirve a otras personas, a mí me encanta. Ayudar a los demás es algo que le gusta a todo el mundo.

P. Hablando de ayudar a los demás. ¿Cómo va el Proyecto Magdala?

R. Lo pensamos mi mujer y yo. Se nos acercaba mucha gente pidiéndonos ayuda, información. Nos preguntamos cómo podíamos ayudar a las familias que tienen hijos con discapacidad. Yo veía que me paraban por la calle. Padres y madres preocupados por sus hijos, que querían verlos vivir mejor. Yo no podía quedarme quieto ante esta situación. Teníamos que crear algo para poder darles respuesta, porque no te puedes imaginar, Paco, la cantidad de personas que hay perdidas, sin saber a dónde dirigirse ni qué hacer cuando te encuentras con una situación de discapacidad en tus hijos. Ahí nació el Proyecto Magdala.

"Cuando el Córdoba ganó su último partido y mantuvieron la categoría, se me acercaron varios jugadores, entre ellos Pawel, el portero, y me dijeron: en la vida todo es posible"

P. ¿Cómo funcionáis?

R. El Proyecto Magdala es una asociación de ámbito nacional sin ánimo de lucro que lo que pretende fundamentalmente es dar las herramientas a cualquier persona, tenga o no discapacidad, para que pueda superar una situación complicada en su vida. Yo en su día tuve una situación muy complicada en mi vida y empleé unas herramientas que me permitieron salir adelante y cumplir poco a poco los objetivos que me marcaba. Ni mejores ni peores, ni más altos ni más bajos. A Proyecto Magdala nos han llegado familias diciéndonos que en el colegio no podían poner a su hijo un monitor especial que le ayudara por su discapacidad. Pues nosotros hemos buscado los recursos y la forma de poder darle ese servicio. Nos llegan otras personas con otros casos diferentes, como por ejemplo un niño con diabetes, al que hemos ayudado con un perrito para que detecte sus estados. Ahora estamos también colaborando con los niños saharauis y de hecho mi familia tiene en casa a una niña desde hace unos días. Estamos encantadísimos porque ella nos está aportando más a nosotros que nosotros a ella. Tiene valores con la humildad, la capacidad de compartir, que son los que impregnan al Proyecto Magdala. Eso es lo que queremos transmitir.

P. Lleváis poco tiempo.

R. La presentamos en diciembre de 2017 y la verdad es que en este tiempo nos hemos visto desbordados. Ha tenido muy buena repercusión dentro de Córdoba y fuera. Hemos firmado con el equipo de Emilio Zamora, con Ducati, para que todo lo que es su campaña solidaria vaya para el Proyecto Mandala. Cada vez son más las personas que se suman. También vamos al hospital de parapléjicos de Toledo, donde hablamos con las personas que han tenido accidentes.

P. Tu antigua casa.

R. Sí, así es. Yo les puedo hablar en primera persona, porque he estado donde ellos están. Les hago conocer mi caso por si les puede servir de ayuda. En ese sentido estamos muy contentos con el Proyecto Magdala. Necesitamos apoyo, siempre toda ayuda es bienvenida, pero estamos en un buen camino.

"Un niño me preguntó una vez si cambiaría todos los éxitos que he tenido por volver a andar"

P. ¿No eres un poco supermán? O al menos un buen aspirante a serlo.

R. Bueno, yo soy una persona que tiene sus días buenos y sus días malos. Como todo el mundo. Si tú tienes de cada treinta días uno malo, pues yo tengo dos. Eso es una realidad. Pero que sea una realidad no significa que tengas que estar continuamente lamentándote por eso. Al contrario. Lo que hay a partir de ahí es aceptar la situación cuanto antes. Hace poco, en una conferencia de Proyecto Magdala, un niño me hizo una pregunta. Me dijo: “Paco, tú has hecho muchas cosas y has tenido muchos éxitos después de tu accidente, pero... ¿Lo cambiarías todo por volver a andar?”. Fíjate en la pregunta del crío, que me puso en un aprieto importante. Y le dije: “Sí, lo cambiaría, pero no en un cien por cien sino en un 51 y 49 por ciento”. A mí, mi accidente me ha servido para abrirme muchas puertas a conocer cosas que yo jamás hubiera vivido si no lo hubiera tenido. Te cambia la perspectiva, la manera de ver la vida. Como persona creces muchísimo. ¿Lo cambiaría? Pues ya te digo. Las dos situaciones me han hecho, han construido mi vida. Todo lo que me pasó me ha hecho como soy. Antes del accidente y después del accidente. Cada 23 de junio es un día difícil, pero seguimos adelante.

P. Hace poco tuviste un susto importante, que prácticamente retransmitiste en directo a través de Facebook.

R. Pues sí. Yo lo único que me sentía es muy cansado. Había vuelto de las Series Mundiales de Italia, Inglaterra y Alemania. Es verdad que en la última estaba muy, muy cansado. Pero bueno, yo pensaba que no pasaba nada, que era el sobreesfuerzo. El pipí estaba más oscuro, pero yo lo achaqué a la acumulación de entrenamiento. Pero qué va. En Alemania hicieron que saltara un poco la alarma los calambres que sentía, algo que nunca había pasado. Los calambres en los antebrazos y el pecho eran brutales. Cuando hice los 200 braza tuve que bajar el ritmo porque no podía tirar, y eso era de la deshidratación tan grande que tenía por dentro debido a una infección de riñón. Cuando volví a Córdoba, a las 48 horas me dio un pico de fiebre de 40. Me fui a San Juan de Dios y me dijeron que tenía una sepsis urinaria y que estaba mal. Me dijeron que me tenía que quedar ingresado.

P. Un golpe.

R. Hombre, yo le dije rápidamente al médico que no podía quedarme ingresado, que dentro de cuatro días tenía el Campeonato de España. Quise negociar con él. Le dije: me quedo ingresado hasta el viernes, el sábado por la mañana me voy a Barcelona para competir y vuelvo el domingo por la tarde. Cuando le vi la cara entendí que aquello era más grave de lo que pensaba. Pedí hablar con una doctora del centro con la que tengo amistad, la doctora Jaramillo, y le dije: María, que tu compañero me quiere dejar ingresado. Y me contestó ella que no, que no me iba a quedar ingresado. ¡Que iba para la UCI! ¡A ver si te enteras!, me dijo. Que tienes esto y esto. Y que si en 24-48 horas no se controla, te mueres. Tienes una infección en la sangre y debes estar monitorizado. Se puede controlar bien, pero tiene su riesgo. Así que nada.

"Si realmente no tuvieras ese gen de rebeldía, ese inconformismo, no llegarías nunca a conseguir buenos resultados"

P. Los desafíos deportivos, en ese caso, se quedan a un lado. No hay más remedio.

R. Los objetivos deportivos los tenía cubiertos con las Series Mundiales, pero me hubiera gustado terminar en el Campeonato de España. Yo me encontraba bien, a pesar de lo que tenía, pero estoy seguro de que volveremos la temporada que viene con más ganas todavía. Esto me va a hacer apretar un poquito más.

P. ¿Todo controlado ya?

R. Sí, todo vino a raíz de una piedra en el riñón, de dos centímetros, que la tengo ya en la uretra. Me tendrán que operar. Mientras tanto me han puesto un catéter, porque negocié con el médico que en vez de dejarme 20 días sin hacer deporte, me pusieran esto. Imagínate el mono de deporte que me vería el urólogo que diría: como no se lo ponga a este hombre, se va a meter en la piscina de todas maneras. Así que me dijo: hagamos un trato. Te pongo el catéter y en ocho días estás haciendo deporte en el agua. Y pasados unos días ya estoy aquí entrenando. Todo esto no lo he llevado bien. A las once y media de la noche estaba por los aparcamientos de San Juan de Dios con el gotero puesto. Estaba que gateaba. El guarda jurado me dijo que me fuera para la habitación, pero es que no yo podía estar encerrado. Ha sido un momento duro, pero estoy acostumbrado a que este tipo de situaciones formen parte de mi vida. Es algo minúsculo comparado con lo que he tenido antes. ¿Que tengo que pasar por el quirófano? Pues se pasa y adelante. Yo tengo que darle las gracias a todo el mundo. No te puedes imaginar la cantidad de gente que me llamó, los mensajes, a través de las redes sociales... Estoy tremendamente agradecido a la gente por el apoyo que me da. Eso es lo que me aporta más fuerza para seguir.

P. Córdoba se está convirtiendo en una de las provincias de referencia por la calidad de sus deportistas paralímpicos. Tenemos al ciclista Alfonso Cabello, al corredor Manolo Garnica, al tenista Cisco García... Si ahora mismo tenemos que hacer un listado de los deportistas top de Córdoba, entre ellos hay que colocar a practicantes de deporte adaptado. Y todos con un buen reconocimiento público.

R. Eso es un gran avance. En las galas del deporte que se hacen a lo largo del año por distintas instituciones y entidades siempre encontramos deportistas adaptados entre los premiados. Está Cisco García haciendo un trabajo muy bueno, Garnica que se marcha pronto para el Europeo... Y de Alfonso Cabello qué vamos a decir. Es el mejor del mundo en su especialidad. El deporte es lucha diaria, insistencia, y los deportistas así somos muy cuadriculados y cabezotas.

P. Tenéis todos, más allá de la especialidad que practicáis, algo en común: un gen de rebeldía.

R. Porque no te conformas. Si realmente no tuvieras ese gen de rebeldía, ese inconformismo, no llegas nunca a conseguir buenos resultados. ¿Por qué? Porque en el momento en que consigues el primer éxito, te conformas y te quedas ahí. Dices: ya lo he conseguido. Pero el deporte es seguir y seguir, ir un poco más lejos. Nada más llegar de las Series Mundiales de Berlín, con los resultados que había tenido, entré en casa cabreado. Mi mujer me dijo: ¿Cómo te enfadas? Y es porque tenía la certeza de que podía haber bajado la marca. Eso hace que cuando vuelvas a entrenar lo hagas con más fuerza, con más deseo. Esas ganas de superarte son la base del deporte.

"No te puedes imaginar la cantidad de personas que no saben a dónde dirigirse ni qué hacer cuando te encuentras con una situación de discapacidad en tus hijos. Ahí nació el Proyecto Magdala"

P. ¿Qué papel juega tu familia en toda tu aventura vital?

R. Mi mujer, y no lo digo por cumplir, es fundamental en mi vida. Igual que mis hijos y mis padres. Ellos son los que me han ayudado cuando realmente lo he necesitado. Jamás se han separado de mí. Mis niños tienen 14, 12 y 10. Siempre me han ayudado. Y aunque a veces no hayan compartido alguna de mis ideas, las han apoyado al cien por cien. Siempre hemos ido hacia adelante. A ellos a lo mejor no les gusta que esté veinte días fuera de España, porque me echan de menos -igual que yo a ellos-, pero lo apoyan y están ahí a mi lado. Si yo no sintiera su apoyo no podría ir a ningún lado. ¿Que si mis hijos hacen deporte? Sí, cada uno en lo que le gusta. No soy de los padres que quieren que sus hijos hagan lo que ellos no pudieron hacer. Yo lo que quiero es que hagan deporte y que lo integren en su vida, asumiendo sus valores. En septiembre siempre empiezan con un deporte y ahí siguen hasta septiembre del siguiente año. Si quieren cambiar por otro que les guste más, pues estupendo. Si quieren federado o no federado. Como quieran, pero que el deporte esté en su formación. Es fundamental para que crezcan sanos. Y de mi mujer qué te puedo decir. Es la que me ayuda cada día en todo, en todo. Se trata de sumar, de ir todos juntos.

P. Si no puedes caminar, vuela. ¿Cómo surgió este lema?

R. Lo creó mi mujer. Es verdad que es una cabeza pensante. Continuamente está imaginando, escribiendo... Ella fue la artífice de este lema. Ella me dijo que esta frase era la que mejor se identificaba conmigo. Cuando cojo la moto y abro las manos parece que voy volando con unas alas. Es un lema que arrastra, que inspira. A través de las redes sociales cada vez hay más gente sumándose. Ahí la verdadera creadora es Ana Durán Torres. Ana de Magdala, como la conocen todos.

"Cuando cojo la moto y abro las manos parece que voy volando con unas alas"

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