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De patios entre Regina y El Realejo (VIII): Pedro Verdugo, 8

Casa-patio de Pedro Verdugo, 8, en la ruta Regina-Realejo | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Si algo permite este mes, que lo es por excelencia de la ciudad, es conocer mucho mejor Córdoba. Más allá de la Mezquita Catedral y, por tanto, del corazón de la parte patrimonial se descubre un casco histórico inmenso. Éste alcanza hasta donde incluso los cordobeses desconocen. Llega por ejemplo hasta la Ronda del Marrubial, zona que cobija en cierto modo a otra como es la de San Lorenzo y que no está lejana de la que conduce a El Realejo. Camino de dicho escenario se encuentra una calle casi secreta, como lo es la de Pedro Verdugo. En la misma se levanta una de las casas que cada año participa en el Mayo Festivo -guía-. Es la que presenta en su fachada el número 8, propiedad de Mari Ángeles Flores. La dueña del inmueble es, como resulta lógico, una enamorada de las plantas y las flores, y por ende del Festival de Patios.

Tiene la vivienda su origen en tiempo remoto. No está datada su construcción de hecho. Sí se sabe, o así se piensa, que antaño el edificio acogió un orfanato dirigido por monjas clarisas. Debió ser algún siglo atrás, mucho antes de que el inmueble se convirtiera en hogar vecinal. Esto último ocurrió en torno a la década de los treinta del XX y se mantuvo hasta bien entrada tal centuria. Con esa esencia conoció la casa su actual dueña, Mari Ángeles Flores, que de pequeña acudió hasta este rincón junto con su padrino para cobrar alquileres. Aquella experiencia supuso su caldo de cultivo para intervenir en el Festival desde 2011, aproximadamente, en la ruta Regina-Realejo y dentro de la modalidad de Arquitectura Antigua. “Esto es que lo hayas vivido y te gusten las flores”, señala Flores sobre el futuro del certamen.

PREGUNTA. ¿Qué significa el patio para usted?

RESPUESTA. Significa una larga vida y una historia que he vivido desde que era pequeña y venía aquí con mi padrino a cobrar los alquileres de la casa. Desde pequeña, he ido creciendo viendo cómo las mujeres de esta casa, que llegaron a ser muchas, vivían alrededor del patio. Yo venía una vez al mes. Las pillaba arreglando las macetas o encalando las paredes y se veía toda una vida. Gracias a Dios, heredé la casa y me gustaría mantener la vida que había anteriormente. Yo le estoy dando otra vuelta a las plantas de la casa, porque antes había otras que no son las que hay ahora. Teniendo en cuenta que soy la única que cuida el patio, tengo que decir que cuesta. Antes eran muchas mujeres las que lo arreglaban, y era curioso que yo he presenciado grandes broncas pero luego estaban en armonía para arreglarlo. No consigo mantener esa experiencia porque hoy no quiere vivir nadie en un espacio tan pequeño.

P. ¿Por qué decide participar en el Festival?

R. No porque tenga a nadie alrededor que me lo diga, porque en este mundo (patios) nunca me he movido. Lo que pasa es que la segunda reforma que hice era tan grande que yo pensaba que no iba a poder pagarla. Fui a Vimcorsa porque me dijeron que daban subvenciones para rehabilitar este tipo de casas y les conté mi situación para ver si había alguna subvención porque la obra era tan grande que mi bolsillo no podía. Entonces me contestaron que podía recibir una subvención, pero me tenía que comprometer a participar en el Concurso de Patios. ¿Qué conllevaba esto? Pues tener que colgar macetas, adornar mi casa… Ése era mi sueño, porque me encantan las plantas. Si me hubieras pedido otra cosa, te digo que no, pero con esto, encantada, les dije.

P. ¿Qué opinión le merece el Festival de Patios hoy por hoy?

R. Está bien, pero hay muchas cositas ahí que se pierden. Es un esfuerzo grandísimo, sobre todo de los propietarios. Es un esfuerzo mantener una riqueza que da a Córdoba una vida tremenda, desde hostelería en general, tiendas, negocios... Se mueve muchísimo dinero. Son 15 días en los que Córdoba está especialmente bonita y la gente reconoce nuestro trabajo. Pero desde instituciones, como Ayuntamiento, no veo ese reconocimiento. Entiendo que de aquí vive mucha gente y nuestro esfuerzo y nuestro trabajo (de los propietarios) deberían estar reconocidos. Ya no tanto a nivel económico como moral. Desde el Ayuntamiento hay apoyo, pero el justito, y realmente movemos mucho en la ciudad.

P. ¿Qué considera necesario mejorar?

R. La atención ante todo, que estén más pendientes (las instituciones) de nosotros durante todo el año. Abrimos las puertas en diciembre y no cobramos nada. Que sí, que nos regalan las flores, pero son de Pascua y luego ya no existen. Un poco más de reconocimiento, ya no sólo de premios, porque todos no optamos a esos premios… Hay gente que lleva viviendo del Concurso de Patios montones de años y tienen una práctica que no tenemos otros. Esos patios, evidentemente, a base de su experiencia, es normal que reciban los premios, pero deberían moverlos un poco más también. Todos trabajamos duramente durante todo el año. Duele que no se reconozca mucho.

P. ¿Qué futuro cree que aguarda al Festival de Patios?

R. No le veo mucho futuro. ¿Por qué? Porque las personas a las que se les da el premio de honor y tal son las más mayores y llegará un momento en que no se puedan subir a una escalera para limpiar las flores. Y sus nietos a lo mejor no querrán ese concurso. Esto es que lo hayas vivido, como yo de pequeña, y te gusten las flores. Porque en realidad te dan un reconocimiento económico que al cabo del año es muy poca cosa. Para mí, un reconocimiento es algo más entrañable, de vida social.

P. ¿Cuál es su recomendación para disfrutar de los patios?

R. Mi recomendación es que se tenga un poco más de respeto. Aquí vino un señor haciendo muchas preguntas, sobre cómo lo cuidaba y demás, y comentó: “Pienso que si todo el que llega, da 50 céntimos, usted la cara de tristeza que tiene, no la tendría”. Porque yo estoy agotada. Tengo una rodilla mala y estoy yendo dos días a la semana a rehabilitación para poder mantener esto. Ese señor lanzó esa idea y a mí me parece bien, porque es un precio pequeño pero que nos permite tener un reconocimiento económico. Mantener un patio todo el año, vale muchísimo dinero.

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