Judíos, 6: a la luz de una historia propia
Queda atrás la Puerta de Almodóvar, donde los estanques acompañan a Séneca. Las terrazas de los restaurantes están repletas de turistas, muy cerca del lugar en el que se descubre otro de los jardines que exornan Córdoba en mayo. Casi imperceptible es la entrada al corazón de la Judería, la estrecha vía que presenta el legado de una de las civilizaciones que por la ciudad pasaran a lo largo de los tiempos. Conviven en este punto la Sinagoga, el antiguo Zoco o la Casa Sefarad, a sólo unos metros de la efigie de Maimónides, otro insigne cordobés. En ese magnífico entorno, en la calle Judíos aguarda una de las diversas casas que estos días abren sus puertas con motivo del Festival de los Patios. Está en el número 6, con las puertas abiertas, y como muchas otras continúa a la luz de una historia propia. La suya.
El encalado de la fachada mantiene la especial consonancia con el resto de cuantas dan forma a la estrecha calle y a un paisaje urbano tan característico en diferentes zonas de Córdoba. Tras el zaguán, una columnas custodian, ante una galería, un patio de planta cuadrangular cargado de plantas. Quizá por su aspecto parezca un rincón de reciente construcción. Nada más lejos de la realidad, si bien es cierto que la vivienda participa en el Festival de los Patios en la modalidad de arquitectura moderna -dentro de la ruta Judería – San Francisco-. “La casa tiene 300 años. Primero fue una fábrica de velas y después un hospital”, explica acerca del origen de su actual residencia Basilia Bolaños. La agradable propietaria del número 6 de Judíos indica que acumula medio siglo de vivencias entre esas paredes.
Tras aquel pasado, que a día de hoy dan forma a la historia propia del mismo, este lugar pasó a ser residencia vecinal, tal y como explica la dueña del recinto. “Vivíamos cuatro familias. Cuando me mudé era una casa vieja y cuando se fueron los vecinos quedó más vieja todavía. Luego la compramos e hicimos la obra en 1987”, señala Basilia Bolaños. De esta forma, la vivienda presenta ahora, desde finales de siglo XX, un aspecto muy diferente. El blanco de la cal también cubre las paredes del patio, en cuyo centro se encuentra una fuente con una singularidad. El surtidor está rodeado por una estrella de cinco puntas, que fue hecha de tal modo por gusto personal del marido de la propietaria.
Los muros aparecen recubiertos de macetas, donde las flores aportan sin estridencias ese especial color de mayo que tiene Córdoba. Entre todas sus plantas, no destaca ninguna Basilia Bolaños, que a todas ver por igual. “Para mí todo es especial, porque llevo viviendo aquí 50 años. Lo único diferente es la carnívora”, apunta en ese sentido la dueña de una vivienda que cuenta con más de una década de presencia en el Festival de los Patios. Pero, ¿por qué decidió participar en éste? “Un día lo comentó mi hija y dije, si lo presentan los demás, por qué no lo voy a hacer yo. Lo puse y hasta hoy”, rememora la propietaria del número 6 de la calle Judíos, donde el aroma de lo añejo impregna cada rincón.
0