La mujer en el mundo cofrade
La Semana Santa, en cualquiera de sus variantes, es un conglomerado de personas de todo tipo y condición, donde se puede encontrar desde quienes asisten diaria o semanalmente a misa, hasta aquellos que sólo se acercan una vez al año a los templos y las imágenes por mera curiosidad o plasticidad. No se puede olvidar que la Semana Santa nace y crece con el pueblo, y a la vez que la sociedad, va cambiando y actualizando su contenido conforme a los tiempos, aunque a veces estos cambios y procesos evolutivos no sean todo lo rápidos que debieran. Es en este contexto donde debemos incluir la figura de la mujer, que en las últimas décadas ha ido ganando en igualdad y en condiciones dentro del mundo de las hermandades y cofradías, algo que hasta hace pocos años era impensable.
Si hacemos un repaso a lo largo de los siglos de historia con los que cuenta la Semana Santa, resulta muy complicado encontrar el nombre de mujeres que hayan destacado en cualquiera de las múltiples facetas que orbitan alrededor de la fiesta, sobre todo en sus primeros siglos. La excepción que confirma la regla es el nombre de Luisa Ignacia Roldán, conocida popularmente como “La Roldana”, una de las figuras más importantes del barroco andaluz entre finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. Hija de otro gran escultor como fue Pedro Roldán, La Roldana rompió todos los moldes y esquemas de su época, pues se trató de la primera mujer escultura española de la que hay constancia documental.
No es hasta finales del siglo XIX (con pequeños resquicios) y sobre todo en los siglos XX y XXI, cuando la mujer ha ido conseguido un mayor protagonismo en la Semana Santa andaluza. En la mayoría de las ocasiones, al igual que en otros ámbitos de la sociedad, el papel de la mujer resultaba muy residual, siendo éstas relevadas a puestos secundarios. De hecho, aunque se les permitía ser hermanas de las distintas corporaciones, en muchas de ellas las mujeres no podían salir de nazarenas o formar parte de las juntas directivas de las hermandades. Así, por ejemplo, la última hermandad cordobesa en incorporar mujeres nazarenas en su estación de penitencia fue la de la Buena Muerte, en el año 2004, un hecho del que en 2022 se cumplen 18 años.
Continuando con el caso particular de nuestra ciudad, la mujer ha sido pionera en muchos ámbitos, como por el ejemplo en el de los costaleros. Y es que desde el año 1982, María Santísima de la Encarnación, titular de la hermandad del Amor, es portada por una cuadrilla de costaleras, lo que la convirtió en la primera hermandad andaluza en contar con una cuadrilla femenina. No muchos años más tarde llegarían las primeras mujeres a los puestos de mayor responsabilidad dentro de las hermandades cordobesas. Así, por ejemplo, en el año 1992, Carmen Lopera, más conocida en el mundo cofrade como Meli Lopera, se convirtió en la primera mujer hermana mayor de una cofradía cordobesa, la de la Virgen del Socorro. Un hecho histórico que CORDÓPOLIS recordó en una entrevista realizada en el 2019 por nuestro añorado y querido compañero José Prieto. Seguirían su estela otras mujeres hermanas mayores como Salud Aguilar, que ocupó este mismo puesto en la archicofradía de la Santa Vera Cruz entre los años 2014 y 2020, o Olga Caballero, quien ocupó el puesto de hermana mayor de la hermandad de la Esperanza entre 2005 y 2013.
Precisamente esta última, Olga Caballero, es desde septiembre del año 2020 la primera mujer en presidir la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, el colectivo que agrupa a todas las hermandades de penitencia y de gloria de la ciudad, escribiendo así otro importante capítulo en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres en la historia de nuestra Semana Santa. El pregón de la Semana Santa también ha contado con la figura la mujer entre sus protagonistas. La primera de ellas no llegaría hasta el año 2004 con la figura de María del Sol Salcedo, seguida por Inmaculada Luque en 2008 y más recientemente por María José Sánchez en 2018.
No cabe duda de que aún queda mucho camino por recorrer, pero el mundo de la Semana Santa, sin prisa, pero sin pausa, va adaptándose a los nuevos tiempos, donde la mujer tiene mucho –y bueno- que decir.
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