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SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
El guion procesional, ¿qué es y cuál es su sentido?

Estandarte de la Hermandad de Los Dolores

Rafael Ávalos

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Probablemente, pasen desapercibidos para muchas de las personas que asisten en la calle a las procesiones. Mucho más, aun cuando haya quien les preste atención, no conozcan su significado; el sentido que tienen dentro del cortejo. Lo cierto es que éste encuentra forma no sólo con sus nazarenos, los pasos o las formaciones musicales. Son otros elementos los que enriquecen una estación de penitencia y, de igual modo, muestran la identidad o cuentan la historia de cada hermandad. Todos forman parte del llamado guion procesional, un conjunto artístico que no sólo da realce público a las cofradías en Semana Santa sino que en suma expone, por decirlo así, qué es cada una de las mismas.

El guion es, en resumen, la estructura que se otorga al cortejo de la corporación para su recorrido en los días de Pasión. Por cierto, el guion es también una de las piezas presentes en el séquito. El guion dentro del guion, valga la redundante redundancia, es un pendón pequeño o una bandera enrollada que puede situarse al inicio o en otro punto de los tramos de una procesión. Claro está, el camino de las cofradías lo abre la cruz de guía, que poca explicación necesita y proviene de un elemento similar pero distinto: la cruz guiona. De vuelta al punto de partida, las corporaciones acompañan a sus titulares también con recursos artísticos que en no pocas ocasiones ni siquiera se nombran correctamente entre los espectadores.

Como ejemplo, es habitual llamar estandarte a cualquier pieza de tela bordada, sea cual sea su estilo y su ubicación. Resulta que no es lo mismo éste que un bacalao o un pendón. El primer elemento muestra el emblema de la hermandad, lo que también se da en el segundo caso. La diferencia, y no dejan de ser lo mismo en denominación y sentido, es la forma de pescado -fin en vértice y ensanchamiento hacia el extremo-. La tercera de las insignias citadas -ése es estrictamente su nombre- cuenta con un diseño muy diferente: con origen militar, es una bandera más larga que ancha. Aunque en Semana Santa no es tanto una bandera. Suele ofrecer imágenes representativas de la corporación en cuestión.

Sea como fuere, todas las cofradías comparten elementos en sus guiones -esto es en sus conjuntos artísticos, por aclarar-. A buen seguro, cualquier persona que sigue en la calle el paso de una hermandad sabe de las trompetas. No de las que suenan en una determinada formación musical sino las que preceden a un paso. Bocina es el nombre de esta insignia, que tiene un tamaño y una forma en concreto para recordar las antiguas trompetas romanas. Es decir, su modelo y su presencia no se dan porque sí. Nada es azaroso o caprichoso en un cortejo, que, más allá de las piezas comunes, está repleto de contenido singular. ¿Por qué los niños van con palmas de olivo en la procesión de la Entrada Triunfal? Porque así se conmemora la llegada de Jesús a la ciudad de Jerusalén, entre vítores con ramas de ese árbol.

Habituales son también los cojines que portan la corona de espinas o tres grandes clavos. Son, lógicamente, recursos esenciales de la Pasión de Cristo. El hecho es que existen peculiaridades, por signos de unicidad, en los distintos guiones. Buen botón de muestra es la estructura artística de la hermandad de la Caridad. Sí, los elementos son los mismos que en el resto de corporaciones, pero completamente distintos a su vez. Dicho de otro modo, la cofradía radicada en San Francisco y San Eulogio aporta a su cortejo estandartes y pendones -lo normativo, por así decirse-. Sin embargo, cuentan con otro diseño y, sobre todo, con un significado propio. Las insignias en este caso rememoran la historia de la ligazón de la corporación con la Legión, y, más al detalle, con su Primer Tercio.

Aparecen en el cortejo de la hermandad cada Jueves Santo elementos con referencia a monarcas de Castilla -Juan II, Enrique IV y Juana I- o a los Reyes Católicos. Dan fe al pasado relacionado con la Corona de la Caridad, que también enseña una insignia dedicada al montillano Gonzalo Fernández de Córdoba, esto es al Gran Capitán, que fue miembro de la cofradía. Una realidad autónoma ésta que ya tuvo su espacio en Cordópolis en 2014 -‘La historia de un vínculo a través del Gran Capitán-. Otras veces, los recursos pueden ser mucho más simples pero no faltos de simbolismo. Como los espárragos al pie de la cruz del Santísimo Cristo de Gracia. Estos son legado de la ofrenda que realizaban las personas que los recogían al crucificado, que por eso se le conoce popularmente -más antes que en la actualidad- como el Esparraguero.

Una pieza llamativa, la calavera de Ánimas

Por otro lado, un elemento importante en muchas hermandades, y que también suele pasar desapercibido por el público en general, es el relicario. Es un objeto que guarda los restos de personas santas e incluso, al menos en teoría, de la propia Pasión de Cristo. Significativo, y mucho, es en este último apartado el lignum crucis de la Vera Cruz, que cobija una parte -muy pequeña, como es lógico- de la Santa Cruz. Este tipo de insignias, aunque en este caso no sea la definición apropiada, puede encontrarse, casi escondidos para quien sólo ve, en los pasos -sobre este asunto escribió José Prieto en este medio en 2018: ‘Reliquias que hacen estación de penitencia’-. Pero si una pieza sobresale, no tanto por su valor material, es la calavera portada en un cojín un hermano de la cofradía del Remedio de Ánimas.

Es muy fácil dirigir la mirada a este elemento, por la sensación que puede causar, en el tránsito de la hermandad radicada en San Lorenzo en las calles de Córdoba. En uno de los tramos que preceden al primer paso se encuentra la recreación de un cráneo humano. Y no sólo eso sino que cuenta con una corona. Esta última pieza de plata que es del siglo XVIII y completa una representación simbólica sobre la muerte: reina en el mundo hasta la redención de Cristo. Se trata de uno de los componentes más identificativos, en cuanto a la presentación de las cofradías en los días de Pasión, de la Semana Santa de Córdoba (capital).

Y dicha calavera no es la única que recoge el guion procesional de la corporación del Lunes Santo año tras año. Porque al pie de la cruz del Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas se halla otra sobre dos tibias cruzadas. No están esos elementos situados ahí porque sí, cabe insistir. Representan el triunfo de la muerte sobre la muerte; la vida tras el final, es decir, la Resurrección. Lo que otorga una mayor potencia visual y emocional es la forma en que se muestran. El conjunto, como se decía al principio del reportaje, es esencial. La hermandad en cuestión parte del concepto del purgatorio, de la tierra de nadie, para que se entienda, en la que se encuentran las almas tras el cierre terrenal. De ahí que cada detalle en su estación de penitencia tenga cierto aire de tenebrosidad.

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