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SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
El Descendimiento, una tradición de centurias en Santaella

El Descendimiento, una tradición de centurias en Santaella

Rafael Ávalos

16 de abril de 2025 20:16 h

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Caída la noche el lugar y el ambiente se tornan sombríos. El escenario es inmejorable. Se levanta ante la mirada de centenares de personas el llamado Torreón del Castillo, a la par que un cuidado lienzo de muralla. Quizá sea el mayor atractivo de la localidad. Y es ahí donde cada Viernes Santo se produce un acto sacramental de gran trayectoria histórica. Tanto es así que para hallar el origen de su celebración hay que retrotraerse al siglo XVII. No es otro que el Descendimiento de Cristo de la Cruz.

El municipio es Santaella y la cita tiene lugar en la Plaza Mayor, ante ese monumental rincón. La representación la efectúa la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santo Entierro y Virgen de la Esperanza. Y supone el preámbulo de la procesión en la que el Señor yace en su sepulcro. Hermanos de la corporación actúan como si fueran los Santos Varones y, con suma delicadeza, bajan al Crucificado del madero. A los pocos minutos la misma imagen es introducida en la urna.

Por supuesto, el silencio y el respeto llenan cada centímetro de la plaza. Después tiene su inicio la estación de penitencia del Santo Entierro, un paso al que acompañan los de San Juan Evangelista, María Magdalena, la Santa Mujer Verónica y María Santísima de la Soledad. La procesión impregna cada calle de un aroma antiguo. Evoca oscuridad. Y es, sin duda, uno de los grandes momentos de la hermandad que la acomete, que, por si fuera poco, es casi centenaria.

Preservación pese a las vicisitudes

Desde la corporación indican que “es fruto del auge que experimenta la celebración de la Semana Santa en el Barroco”. Y desde aquel siglo XVII continúa en el calendario de los días de Pasión de Santaella. A excepción de “algunos períodos de crisis”. Destaca la cofradía que en 1973 “un grupo de hermanos tuvo la iniciativa de recuperarlo y, desde entonces, se hace cada año”. Ocurre, claro está, en la noche del Viernes Santo. Como dato, antaño se hacía en el interior de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.

Se trata de la sede canónica de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santo Entierro y Virgen de la Esperanza. Y es otra joya del municipio, tanto que se la conoce como la Catedral de la Campiña. Hasta que las obras de rehabilitación en 1998 llevaron la cita al exterior. Cabe señalar, por cierto, que la imagen de Cristo es articulada, de forma que primero tiene los brazos extendidos y después colocados junto al cuerpo. Se escenifica por completo el proceso de la bajada de la Cruz y el traslado al sepulcro.

Remarca la cofradía que “se desconoce la autoría tanto de la imagen como de la urna”, si bien ambas son “de una notable belleza y de gran valor”. Cuenta el Cristo con estética renacentista, si bien es posible que proceda de la época del Barroco. En cualquier caso, su efigie refleja una tradición de siglos, que perdura aun cuando hubo etapas a lo largo de la historia en la que no pudo celebrarse el auto sacramental. Sucedió, por ejemplo, en el siglo XVIII como consecuencia del llamado Decreto de Trevilla.

Una hermandad casi centenaria

Aquellos eran los años en los que el obispo de Córdoba suprimió toda celebración de Semana Santa, excepción hecha de la procesión del Santo Entierro. En Córdoba, sin ir más lejos, propició una ruptura con su propio estilo y la necesidad de buscar en Sevilla una identidad. Ni siquiera esas importantes trabas provocaron que la tradición devota de Santaella alcanzara la actualidad. A diferencia, eso sí, del Sermón del Paso, que se realizaba antes de la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Respecto de ese otro auto sacramental, la hermandad explica que éste “fue uno de los elementos que se incorporaron en la época del Barroco”. Entrado el siglo XX, quizá en la década de los sesenta, dejó de tener lugar. Son las huellas de una corporación de la que ya se tiene constancia documental en 1640. Aunque otros, como Aranda Doncel, la sitúan en su origen en 1639. Lo cierto es que como todas las hermandades vivió épocas de crisis. Una de ellas deparó en la falta de actividad durante los años 20.

Hasta que en 1926 se produjo una reorganización definitiva. Aquel hito “es, sin duda, importantísimo” para la cofradía, que el próximo año celebrará su centenario. Y por ello solicitó a la Diócesis de Córdoba, de modo que lo transmita al Vaticano, la proclamación del Año Jubilar para la corporación. Mientras sus miembros permanecen a la espera de conocer la respuesta, esta Semana Santa volverán a celebrar el Descendimiento. Por tanto, seguirán con su labor de preservación de una seña de identidad de Santaella.

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