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SEMANA SANTA EN CÓRDOBA
Cuatro décadas con pies de mujer de la Virgen de la Encarnación

Costaleras de la Virgen de la Encarnación

Rafael Ávalos

12 de abril de 2025 20:05 h

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El 23 de marzo de 1986 es quizá la fecha más significativa dentro de esta historia. Aquel día unas 50 mujeres fueron los pies de María Santísima de la Encarnación durante más de nueve horas. Fue la primera vez en la que una cuadrilla femenina realizó de principio a fin -con sus relevos, claro está- una estación de penitencia en Córdoba. Y en todo el país. La hermandad del Amor se convirtió así, desde el humilde y trabajador barrio de El Cerro, en una corporación pionera en España.

Dicho hito generó un gran interés incluso en medios nacionales. Por ejemplo, en El País se publicó en la fecha previa: “Romperá por segunda vez este Domingo de Ramos con el tradicional machismo de la Semana Santa”. Aunque, sobre todo, resaltable era aquello de que aquel grupo de mujeres era “único en toda España”. Sin embargo, todo comenzó mucha antes. Lo cierto es que en 2025 se cumple el 40 aniversario del estreno de esa cuadrilla que, no sin valentía, autorizó Francisco Vázquez Cani.

Ostentaba él, un histórico de la Semana Santa de Córdoba, el cargo de hermano mayor en la cofradía de Jesús Divino Obrero. Y logró que la corporación marcara un antes y un después. En realidad, lo consiguieron las primeras que se colocaron en la trabajadera el Domingo de Ramos de 1985. Porque fue entonces cuando por primera vez un equipo de costaleras estuvo en la trabajadera de una de las imágenes que legó a Córdoba Luis Álvarez Duarte. Otro nombre esencial en esta narración es el de Rafaela Vázquez.

El complicado inicio

No en vano, Rafi fue la promotora de una iniciativa que se tornó en hecho normal con el transcurso de las décadas. Hasta el presente. María Santísima de la Encarnación salió ya en 1981, meses después de su incorporación a la hermandad del Amor. Bajo ella se situaba la cuadrilla del Císter, que en 1984 reclamó un pago por sus servicios. Eso llevó a la cofradía a tratar de crear su propio grupo de costaleros. Ahí arrancó la historia, que surgió de los Vázquez. Sí, eran padre e hija.

La impulsora de aquel colectivo de mujeres explicó en 2019: “No se conseguía, así que le dije a mi padre que las mujeres podíamos y él me dijo que adelante”. Rememoró los primeros días de esas costaleras en un reportaje de José Prieto en Cordópolis, incluido en el serial ‘Mujer y cofrade’. No obvió que, pese al respaldo del hermano mayor, no fue sencilla la puesta en marcha. “Todo el mundo nos decía que era una locura: estáis locas, vosotras no podéis”, contaba Rafi Vázquez.

Hubo trabas al inicio. “No protestamos cuando no nos permitieron salir, primero estaba la hermandad y su nombre; guardamos silencio”, expresó Rafi Vázquez. Mientras, ellas siguieron con los ensayos y realizaron estación como nazarenas. De las 13 integrantes al comienzo la cuadrilla pasó a las 27 en 1984 y a las 37 un año después, momento en el que alcanzaron su propósito. Por más que fuera durante unas horas y no para todo el trayecto. Se derribó una barrera.

La preservación de un legado

Francisco Fuenseca, capataz de María Santísima de la Amargura -titular de la cofradía del Rescatado-, fue fundamental. Él les enseñó lo que debían saber para colocarse bajo el paso. Por cierto, aquellas mujeres eran tan jóvenes que muchas de ellas todavía eran adolescentes. Se trataba de “niñas de entre 14 y 18 años la gran mayoría”, recordaba Rafi Vázquez. Mención importante le corresponde también a Carlos Herencia, quien le comenzó a dar un sello propio al andar del palio de El Cerro.

Sin duda, el 31 de marzo de 1985 fue un día que terminó por pasar a la posteridad. De hecho, ya durante la salida procesional del Amor se percibió aquello como un “boom espectacular”. “No queríamos presumir de costal debajo del brazo”, subrayó la impulsora de la pionera cuadrilla femenina. “Teníamos un lema y era que quien tenía que notar que teníamos ganas, fuerza y cariño era la Señora, la Virgen”, agregó. Al fin y al cabo, su creación la propició la necesidad, pero mucho más la devoción.

Ahora resulta impensable no ver a mujeres en la trabajadera de María Santísima de la Encarnación. Tampoco el caminar que más allá del relevo generacional obtuvo su paso por las calles de la ciudad. En 2016, por cierto, la hermandad del Amor fue reconocida por la Diputación Provincial. Días después una de las costaleras para ese Domingo de Ramos sintetizó en tres palabras, en Cordópolis, lo que supone para todas, las que hubo y habrá, como las que hay, colocarse el costal: “Es un sentimiento”.

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