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Noche eterna en el corazón de la ciudad y del cordobesismo

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Rafael Ávalos

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La fiesta del Córdoba terminó en Tendillas bien entrada la madrugada y después de pasear nuevamente por unas calles atestadas de aficionados

Momentos especiales, de esos que no se olvidan. De muchos gozó anoche la afición del Córdoba, que celebró por todo lo alto el ascenso del equipo a Primera. No era para menos, pues el retorno del conjunto blanquiverde a la máxima categoría del fútbol español es histórico. Además, se consiguió de manera que quedará grabado en la memoria colectiva como una gesta. Sea como fuere, la tarde de ayer fue tan larga que se prolongó hasta la madrugada. A buen seguro nadie miraba el reloj. En torno a las 20:20 el cuadro califal llegaba a la ciudad e iniciaba una primera ruta por sus calles que le llevó hasta El Arcángel. En el estadio se vivieron los instantes más especiales para una hinchada que necesitaba de una alegría como ésta. Pero ahí no acabó la cosa, ya que tocaba cerrar en la plaza de las Tendillas.

Pasadas las 23:20 terminaba el espectáculo en el coliseo ribereño. A esa hora, apenas cabía un alma junto a la fuente que preside el Gran Capitán. El lugar en que se celebra cada éxito del Córdoba estaba abarrotado a la espera de que llegara el equipo, que comenzaba tras el festival del estadio un segundo trayecto por la ciudad. En esa ocasión, tomaba la avenida de El Arenal para seguir por Campo Madre de Dios y encarar la avenida de Barcelona. Una vez llegado el autobús descapotable en que se desplazaban los futbolistas a la plaza del Cristo de Gracia, el camino continuaba a partir de María Auxiliadora hasta Capitulares, y de ahí a Tendillas. Era difícil encontrar un rincón en que no hubiera un buen número de aficionados blanquiverdes, que vitoreaban a los hombres que lograron la hazaña de devolver a la escuadra califal a Primera después de 42 años.

Mientras, en la céntrica plaza todo era jolgorio. Desde el escenario, un dj animaba el ambiente con música y recordaba de vez en cuando que al equipo que dirige Albert Ferrer le quedaba todavía un tiempo para llegar. La hora prevista en ese sentido era las 00:30, ya en 24 de junio. Es decir, metidos en el día en que se conmemoran los siete años del último ascenso a Segunda A. El gentío crecía y la fiesta aún más. Sólo un leve incidente se produjo a la espera de que la plantilla y cuerpo técnico califales hicieran acto de presencia. El lanzamiento de una bengala provocó que agentes de la Policía Nacional intervinieran. Todo se solucionó con absoluta normalidad. Fue cerca de la una de la madrugada cuando las pantallas colocadas en el gran escenario dispuesto a la entrada de la plaza desde Claudio Marcelo permitían ver a los jugadores próximos a Tendillas.

Siete minutos después el autobús ya estaba allí. Uno tras otro subieron los futbolistas blanquiverdes, que mostraban con claridad su felicidad. Era el momento preciso en que el protocolo pasaba a segundo plano. La comunión con la afición esta vez debía ser total. Y así fue. Todos juntos festejaron un ascenso histórico en una celebración que sólo contó con la nota negativa del mensaje que lanzó López Silva contra los medios de la ciudad. Aunque nada podía empañar una sucesión de instantes tan intensa como lo fue ésta. Quizá la fiesta no tuvo la brillantez de que sí gozó la disfrutada en El Arcángel, pero nadie se perdió el más mínimo detalle. A lo largo de más de una hora, para terminar muy cerca de las tres, Tendillas continuó con la merecida diversión de la afición y de su equipo. El himno de Queco se repitió tantas veces como un ‘hit’ veraniego y no fueron pocos los abrazos, llantos y risas que se vieron. Todo bajo la atenta mirada de Gonzalo Fernández de Córdoba en una noche eterna cuya final estuvo en el centro de la ciudad y del cordobesismo.

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