Jugar para ganar, contra quien sea y como mejor se pueda
El Córdoba, con Dubarbier y Miquel, desparrama deseos de reinvindicación al encarar su penúltima comparecencia en El Arcángel ante un Huesca desesperado
Aunque no lo parezca, aún quedan cosas por decir esta temporada en El Arcángel. Y quienes tienen que hablar sobre el césped lo saben. O deberían saberlo. A lo largo de se la semana se han sucedido las declaraciones a propósito de la profesionalidad, el orgullo, el deber de pagar con una alegría a quien se deja el dinero y el alma por una ilusión llamada Córdoba CF. Todo envuelto en un romanticismo agrio, con reproches escondidos -por el momento, ojo- y una capacidad de autocrítica entendida de un modo bastante peculiar. El Córdoba-SD Huesca (sábado, 22:00 horas) llega como un partido vital para ambos, aunque nadie podrá negar que las cotas de dramatismo que alcanza el duelo para la formación oscense -penúltima, con 37, a cinco de la salvación con 12 por jugarse- superan, de largo, las sesiones de psicoterapia y autoflagelación en el bando blanquiverde como consecuencia de su frustrante campaña. “Parece que somos una banda y que hay que tirarlo todo a la basura”, se lamentó Gaspar Gálvez, capitán del equipo, en uno de los episodios rutinarios de convivencia con la jauría mediática. A todos les preguntan por lo mismo y todos, básicamente, contestan igual. En público, desde luego.
La cuestión es que el Córdoba está salvado -nunca corrió el riesgo de descender- y que el sufrimiento actual viene dado por su incapacidad para repetir presencia en el play off de ascenso a Primera. Que se quede más o menos cerca de la franja que marcará la sexta plaza depende en gran parte de lo que haga ante el Huesca, que como visitante presenta una tarjeta pésima -sólo 14 de 57 posibles- y que, además, jamás consiguió sacar ni un sólo punto desde que visita el recinto ribereño. La primera vez fue en 2007, en aquel memorable partido por el ascenso a Segunda A que resolvió el Córdoba con goles de Alejandro Pierini y Guzmán (2-0). Luego sentenció con un penalti marcado por Dani (1-1) en El Alcoraz, aquella tarde del “175, ven y cuéntanos”. Parece que fue en el Paleolítico. De aquellos tiempos no queda nadie en el Córdoba, que ha experimentado una mutación radical: cambió de dueño, de presidente, de director deportivo, de entrenador, de jugadores y de objetivos. Y varias veces, además. Quien no cambia es la afición, que vive con resignada frustración el sprint final al trote de su amado equipo, envuelto en rumores de todo tipo sobre una reconversión de arriba a abajo. La vieja canción de siempre.
¿Qué hará Esnáider ante el Huesca? Seguro que cambios. Los que no pudo materializar ante el Sporting en El Molinón, donde su equipo cayó por 3-0 y el argentino admitió ante la prensa que le hubiese apetecido sustituir a más de tres. Gaspar y Dubarbier se han reincorporado al grupo, Kiko Olivas es baja segura y el equipo necesitará un planteamiento ofensivo para ir a por el partido. El once es una incógnita. El equipo, que se ejercitó a puerta cerrada, tendrá el mismo día del partido una suave sesión matinal tras la que se publicará una convocatoria que podría tener presencia de algún chaval del filial de Tercera, que el domingo juega en Mairena peleando por el título de campeón de Liga en la última jornada. Lo más sobresaliente en la convocatoria fue el reingreso de Sebastián Dubarbier -Gaspar, finalmente, no entró- y la inclusión del juvenil Miquel, cuyo rendimiento en los entrenamientos tiene enamorado a Esnáider. El Córdoba podría formar esta noche con un once compuesto por Alberto García, Cristian, Alberto Aguilar, Armando, Dubarbier, López Garai, Abel, Caballero, Pedro, López Silva y Xisco, quedando para el banquillo Saizar, Fuentes, Seoane, Fede Vico, Miquel, Rennella y Joselu.
En la Sociedad Deportiva Huesca, el ambiente guarda cierta similitud con el que se vivía en el Córdoba hasta que recibió el varapalo asturiano. Mientras tengan una posibilidad matemática de salvarse, lo van a intentar. Ahora, ni siquiera ganar los cuatro partidos que les faltan les garantizan la continuidad en Segunda. “Vamos a intentar que el partido se nos ponga de cara, ir a buscarlo y a dejarnos todo en el campo. Lo que puedo garantizar es que el equipo va a estar a la altura de la camiseta y el escudo que lleva como lo viene haciendo hasta ahora. Nunca he tenido queja de mis jugadores porque nunca he visto desertores. La crisis de resultados la tenemos, nos cuesta levantar cabeza, pero vamos a ver si con esa fuerza del equipo podemos recoger algún fruto que ya es hora”, explicó el carismático Jorge D'Alessandro antes de emprender viaje hacia Córdoba. El veterano técnico argentino busca un milagro en El Arcángel. Y aquí, en una noche de mayo futbolísticamente intrascendente, el Córdoba desgranará un partido con aires de reivindicación. “Tenemos ganas de terminar bien por todo y por todos”, admitió Armando, uno de los puntales de un Córdoba que ya no mira a la clasificación sino a su propio interior. Será un partido para gente con vergüenza.
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