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Javi Flores, el orgullo de Fátima

Javi Flores, en su etapa juvenil en el Córdoba | LARREA

Paco Merino

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Javi Flores, orgullo de Fátima. Javi Flores, selección. Los cordobesistas que acudían a El Arcángel a mediados de la pasada década podían ver en el recinto ribereño pancartas con este tipo de leyendas. Después de los dramas se necesitan nuevos héroes. Y el Córdoba acababa de pasar por una hecatombe: un descenso a Segunda B en el año de su cincuentenario (2004-05). En medio de ese escenario de ilusiones devastadas surgió la figura de un chaval que cumplía todos los requisitos para reactivar el pisoteado ánimo de la hinchada. Un chico de barrio, de fútbol imaginativo, con desborde y filigrana, del que contaban maravillas los asiduos a los campeonatos de base en la provincia. Hacía cosas que no se le veían a nadie. Un personaje perfecto para construir sobre él una historia inspiradora. Como antes fue Valentín. Como después fue Fede Vico. Como dentro de poco será otro. En los clubes modestos, donde no se puede tirar de chequera para contratar figuras, se vive así.

Ahora, con el Córdoba otra vez chapoteando en el barro de la Segunda B, se requieren profesionales que conozcan el oficio para arreglar el problema. Y ahí encaja el Javi Flores actual, que con casi 350 partidos a sus espaldas en categorías nacionales no es ya el jovenzuelo que buscaba el lucimiento personal sino el hombre maduro que sabe lo que esperan de él y lo que puede dar. Si todo encaja, puede ser el pilar de apoyo para que el Córdoba se levante de nuevo. En su tierra le quedan algunas cuentas que saldar.  De hecho, no ha dudado en pedir al Elche una fórmula consensuada para poner fín a una vinculación que aún tenía vigencia. “Me han llamado del equipo de mi tierra”, les dijo. Ojo: le reclaman desde una entidad hundida en Segunda B y Javi Flores es un titular indiscutible de un equipo de Segunda. La afición ilicitana está que trina: no se explican por qué hay que dejarle marchar. Seguramente quienes tuvieron que decidir abrirle la puerta -con pesar, obviamente- entienden de qué va esto. Sobre todo cuando se trata de un hombre de 33 años al que se le plantea un reto motivador con el escudo que defendió desde que era un crío. Flores sintió la llamada con toda la fuerza. Imposible resistirse.

Javier Flores Santacruz (Córdoba, 1986) irrumpió en Segunda B cuando apenas tenía 19 años. Entonces llamó la atención de Quique Hernández, que dirigía al Córdoba -aunque no duró demasiado en el banquillo- en una categoría de bronce a la que regresaba tras el traumático descenso ante el Valladolid -aquel 3-4 con el campo lleno y lágrimas compartidas-. Escalante le dio la alternativa ya en serio. Con el primer equipo celebró el ascenso a Segunda A logrado en El Alcoraz, ante el Huesca, en 2007 para después convertirse en un referente en la división de plata. Así fue hasta 2011, cuando salió de El Arcángel con más de 150 partidos oficiales a sus espaldas. Y también el protagonismo involuntario de un episodio que marcó época.

Durante un Córdoba-Villarreal B en El Arcángel, Javi Flores salió a calentar. Un sector del público le dedicó pitos y cánticos hirientes. El presidente del Córdoba CF por entonces, José Miguel Salinas, calificó como “miserable” la actitud de esos aficionados. “Lo digo con toda sinceridad, me ha parecido miserable, porque desde los primeros minutos han ido a por él, así que quien hace eso muy cordobesista no puede ser aunque se lo crea; me parece que eso no es así”, indicó a los periodistas. “Es una actitud cobarde de ir a hundir la moral de un jugador que es de aquí y que lo entrega todo”, añadió. Al mandatario le cayó encima un torrente de críticas.

A Flores ya le quedaba poco tiempo en su hogar. Su ciclo parecía agotado. Había jugado en el Córdoba desde los 8 años hasta los 25. Hubo cambio de propiedad y llegó Carlos González con la entidad en concurso de acreedores. El de Fátima fue la víctima más ilustre del expediente de regulación de empleo que presentó la sociedad en verano de 2011. Otros afectados, como Gaspar y Pepe Díaz, terminaron aceptando soluciones para continuar pero a Javi Flores ni se le planteó la cuestión. Por entonces, Paco Jémez no contó con él. Además, su contrato era inasumible en aquellas circunstancias. Campanero le blindó con unas buenas condiciones para convertirle en un reclamo para la cantera, pero aquello no funcionó. Y el futbolista se marchó al filial del Getafe, a jugar en Segunda B, en lo que parecía el inicio del declive de una promesa que no había llegado a explotar o, al menos, no lo había hecho del modo que le reclamaba un graderío exigente. Del estusiasmo por cada jugada se pasó a la reprobación. Y de ahí a la mofa y el insulto. Javi Flores lo pasó realmente mal. Su situación era irreconducible. El adiós, inevitable. Dejó atrás un buen puñado de jugadas para el recuerdo de los más nostálgicos.

Inició entonces un periplo que le llevó al Getafe B, Elche -en Segunda A y con debut en Primera-, Real Murcia y Hércules. Tras dos cursos en el Rico Pérez el verano de 2017 firmó su regreso al cuadro franjiverde. Volvió a Segunda División y fue uno de los peones de confianza de Pacheta, que le ha empleado como mediocentro ofensivo. Javi Flores tiene ya 33 años. En esta última temporada se enfrentó por primera vez al equipo de su tierra. Fue un 1-1 en El Arcángel y una victoria local por 1-0 en el Martínez Valero. El cordobés estuvo hiperactivo, con esa rara motivación que siempre provoca el cruzarte con el escudo que fue el que llevaste en el pecho desde niño. Las caras de los adversarios son otras, pero los colores son los mismos.

Ahora, Javi Flores vuelve a ser un cordobesista más. Está en su casa, para bien o para mal. No hace falta que nadie le explique los códigos de El Arcángel porque los conoce de sobra.

https://twitter.com/Cordobacfsad/status/1148200632140087296

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