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El efecto Fajardo: la reconstrucción del Pozoblanco

Emilio Fajardo, entrenador del Pozoblanco.

Rafael Ávalos

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Como sucede en la vida, todo va por rachas. La premisa suena a tópico por tanto uso como se le da pero no deja de ser cierta. Un hecho que tiene su reflejo también, y más si cabe, en deporte. En fútbol, sin ir más lejos, las dinámicas son un factor esencial en el devenir de un equipo. Sobre todo cuando son positivas y se les ofrece continuidad. Que se lo digan sino al Pozoblanco, a todos los integrantes del club, y a su afición. Los números hablan por sí solos en esta ocasión, como suele ocurrir siempre pero más en el caso que ocupa. Porque con los guarismos es más fácil comprender la razón por la que Emilio Fajardo, por cierto, comienza a ser un líder admirado en Los Pedroches.

El preparador natural de Benidorm recaló en la entidad pozoalbense en noviembre, allá el 12 de dicho mes, después de que Javi Moreno aceptara la oferta del Ejea. Aquello suponía para el de Silla dar el salto a Segunda B y el club lo aceptó sin más problema. Lo cierto es que antes de llegar y en sus primeras semanas ya al frente del equipo no marchaba bien la temporada para el cuadro blanquillo. Así, después de seis duelos, y con uno aplazado por Covid-19, el Pozoblanco no conocía la victoria y sólo sumaba cuatro puntos. Loa que propiciaba que estuviera metido de lleno en la zona baja de la tabla y con una desventaja relativamente importante respecto de la permanencia.

Ocurría todo mientras el club vivía una extraña situación de bajas y altas que impedía o dificultaba un normal desarrollo de la campaña en relación a trabajo y competitividad. Pero ningún escollo era insalvable para el Pozoblanco, como para ningún equipo en ninguna disciplina y categoría -y para nadie en la vida-. Quizá fue esta idea la que optó por transmitir el entrenador alicantino a sus jugadores, que el 8 de diciembre lograron su primera victoria. Entonces, la escuadra blanquilla se impuso por 2-1 al Castilleja. A partir de ahí el guion varió casi por completo para el conjunto de Los Pedroches. Cierto es que no pudo evitar tres derrotas pero no menos que venció en otros cuatro duelos y apenas cedió un empate.

En definitiva, en los últimos nueve partidos, desde el antes mencionado, la entidad pedrocheña ganó más partidos que igualó y perdió -cinco por cuatro, con un empate y tres derrotas-. Así, el Pozoblanco cuadruplicó, y esto se dice pronto en una tesitura tan compleja como la suya, los puntos que había obtenido en las otras seis contiendas anteriores. En concreto, pasó de cuatro puntos a 20. Básicamente por la estadística de 16 de 27 posibles referida con anterioridad. Y ojo, porque el equipo de Emilio Fajardo rubricó victorias importantes y de gran mérito como las que cerró ante el San Roque de Lepe (1-0) y el Utrera (4-0). Los onubenses y los sevillanos tratan de estar entre los tres primeros clasificados del Grupo X-B, si bien es verdad que los hispalenses no se encuentran en su mejor momento y hoy por hoy son sextos.

Todo lo dicho tiene una significado directo en la clasificación. Una vez superada la decimoséptima jornada, el Pozoblanco se sitúa en séptima posición con 20 puntos, lo que quiere decir que está a punto de asaltar la zona media. Precisamente el Utrera es el rival que le aventaja y marca su horizonte para optar por un objetivo ligeramente mayor tras la primera fase del campeonato. Porque además se halla a sólo un punto del cuadro sevillano. Y no sólo eso pues el cuadro blanquillo está a cuatro del tercer clasificado, de la zona que da derecho a pugnar por el play off. Así, queda claro que Emilio Fajardo es capaz de hacer crecer a los pedrocheños.

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