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Fútbol sala
Un club y una ciudad, a pesar de todo

Jesús Rodríguez posando con la primera equipación del Córdoba Patrimonio

Cristian López

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No es fácil lidiar con la dificultad de querer crecer en una competición salvaje y, al mismo tiempo, pretender mantener la esencia. Con ese tira y afloja lleva ya varias temporada teniendo que pelear el Córdoba Patrimonio de la Humanidad, que por derecho propio se ha erigido como el gran referente deportivo de la ciudad. Es más, es el único club de Primera División. Un crecimiento que, desde la propia historia de la entidad, ha estado muy vinculado con la propia tierra que lo vio nacer. El artífice de todo, para bien o para mal, es José García Román, presidente de la entidad y quien hace una década se marcó el complejo sueño de confeccionar un club de referencia aprovechando el talento local del fútbol sala. Lo que parecía una quimera acabó siendo una realidad que acabó dándole la razón a él mismo. En pocos años, el Córdoba Futsal, confeccionado principalmente con futbolistas cordobeses, fue creciendo en lo deportivo y superando etapas que catapultaban a una entidad bisoña hacia metas que parecían poco antes inalcanzables. Un momento decisivo en su historia se produjo con el salto a Segunda División de la Liga Nacional de Fútbol Sala, el cual coincidió con el primer acuerdo alcanzado con el Córdoba CF. Desde aquel entonces, el escudo y los colores de la escuadra blanquiverde definen también la esencia del equipo de Vista Alegre, recinto en el que cada dos semanas, al igual que ocurre en El Arcángel, resuena el himno compuesto en su día por Manuel Ruiz Queco.

Con todo, la campaña que cambió definitivamente el panorama mediático del club fue la 2018-19, aquella que, como muchos recordarán, culminó con un inesperado pero absolutamente merecido ascenso a Primera División. Un hito para la historia del deporte cordobés y que se realizó con una plantilla compuesta al 100% por futbolistas de la provincia. Aquel año, en la categoría de plata, el recinto capitalino ya presentó una media de espectadores realmente significativa y que superaba con creces a muchos equipos de la mejor liga del mundo. Una seña de identidad propia que enamoró a toda la ciudad, la cual se identificó con una plantilla compuesta en gran medida de “jornaleros”, dado que casi ninguno de los integrantes del equipo habían tenido experiencias previas en el fútbol sala profesional, más bien se habían forjado en divisiones inferiores y en maratones de pueblo. Pero el talento estaba ahí y la unión de todos culminó con el sueño cumplido de la promoción a la élite.

Una que, en principio, mantuvo la base y también el apoyo de multitud de aficionados, coincidiendo a su vez con un mal momento del equipo de fútbol. Es innegable que muchos de ellos encontraron en aquellos que pugnaban en Vista Alegre como un refugio en el que rascar alguna que otra sonrisa. Sin embargo, el ADN cordobés fue perdiéndose al tiempo que la aspiración de la entidad pasaba por crecer entre los mejores equipos del mundo. Bien es cierto que sigue habiendo futbolistas cordobeses de primerísimo nivel, la mayor parte de ellos internacionales y campeones de todo, aunque presupuestariamente siguen alejados de la entidad, mientras que los que estaban y querían continuar, no lo hicieron al considerar el club que no entraban en los planes de ambición deportiva.

De este modo, a día de hoy, de aquel equipo que consiguió ascender a Primera tan solo quedan los dos capitanes, Jesús Rodríguez y Cristian Ramos. El prieguense Ismael López y el técnico pontano Josan González completan la nómina de cordobeses entre los principales nombres de la plantilla. Eso sí, cabe puntualizar que hay otros muchos trabajadores dentro de la entidad que igualmente son nacidos en la provincia. Ese cambio de paradigma propició, por otro lado, la llegada de futbolistas como Jesulito, Pablo del Moral, Zequi, Lucas Bolo, Fabio o Miguelín, siendo seguramente éstos dos últimos los más mediáticos. Nombres propios en el panorama internacional que han justificado el crecimiento deportivo del Córdoba Patrimonio, que el próximo año partirá con el desafío de pelear por algo mucho mayor que la permanencia.

En este sentido, pese a esa pérdida de identidad local, el club sigue moviéndose en torno a su ciudad, y con ella quiere identificarse sea como sea. El último ejemplo se produjo este mismo jueves en la presentación de la nueva indumentaria, cuya primera equipación es en homenaje al recientemente fallecido Rafael Campanero y a su Atlético Cordobés, tal y como se encargó de subrayar García Román. El propio dirigente señaló que el club “tampoco tiene una historia de blanquiverde extensa, al principio eran rojas (las equipaciones)”, por lo que “este año hemos optado por eso para guardar en memoria a Rafael Campanero, fallecido hace unos meses, un presidente ejemplar y que cualquier amante del deporte tiene que tenerlo en mente”. Un club y una ciudad, a pesar de todo.

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