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Esa extraña sensación

Pancarta en El Arcángel | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Amanece el sábado y todo parece permanecer en calma. Pero no es tanto así. El aire es diferente. El ambiente continúa enrarecido. Es palpable desde primera hora del día, que por si fuera poco hace acto de presencia con un cielo oscuro. Va más allá del gris. Como la situación que atraviesa, en todos los sentidos, el Córdoba. De un tiempo a esta parte el club trata de sobreponerse en su particular refugio a una tormenta que no cesa. Y que parece continuará como el gran diluvio. Sin embargo, la mañana contiene en sus horas esa luz de ilusión que, suceda lo que suceda, es inagotable en torno al conjunto blanquiverde. O quizá sea simplemente de expectación. Es la inevitable entre quienes nunca rinden sus armas. Cuando los triunfos se suceden, los celebra. Si la guerra comienza cada vez más a tomar aspecto de derrota total próxima, está ahí para prestar sus servicios. Así es la afición del Córdoba, que se encuentra en la actualidad con esa extraña sensación que es mezcolanza de dos: el deseo de un nuevo partido y la rabia contenida hasta el momento exacto.

La tarde no mejora el rostro de un sábado triste. De esos que invitan a la ociosidad al calor de un brasero, en compañía o en soledad, ante una película o con un libro. Pero esas opciones están descartadas para los seguidores del Córdoba, que aguardan el instante en el que el balón vuelva a rodar. Las circunstancias suelen ser en cada caso diferentes. Después de un choque de ingrato recuerdo, por el resultado y por todo lo que en torno a éste ocurriera, viene otro en el que sólo cabe la posibilidad de arrimar el hombro más que nunca. Pero como siempre. Es lo que hace la hinchada califal, que recupera el himno a capela y ofrece su ánimo a un equipo que intenta pero no logra, que busca pero no encuentra. Aun así la tensión, con apariencia de calma pasajera, sobrevuela El Arcángel. Y en un momento dado deja de batir sus alas y se posa en la grada. Es esa extraña sensación. La que genera un altercado entre dos aficionados del conjunto blanquiverde en plena primera parte del duelo con el Alcorcón.

El ambiente amable se torna por unos segundos en confusión. Una pelea en un sector del Fondo Sur entre dos seguidores moviliza a la seguridad privada del Córdoba y a la Policía Nacional. El incidente termina con asistencia sanitaria para los involucrados pero sin detención. Se trata de un susto, de un mal rato. Sobre todo para los pequeños que presencian de cerca tan desagradable escena. Los dos aficionados acaban, como es lógico, fuera del estadio. En el césped el Alcorcón empieza a tomar medidas a un Córdoba que al menos sigue sin recibir golpes. Incluso consigue marcar antes de que llegue el tiempo de descanso. Pero es en fuera de juego según el linier. Tras el paso por vestuarios, la tensa calma es más contundente en su presencia. Alguna que otra mirada se dirige al vídeo marcador. Es como si tuviera que producirse un hecho por todos previsto y esperado. Es así. Esa extraña sensación una vez más.

Comienza el segundo tiempo del partido y la afición continúa en primera línea. Apoya a sus jugadores, que poco a poco pasan a tomar el dominio de la situación. Pero es el momento en el que rabia contenida explote. La llamada a la insurgencia pacífica en el minuto 54 surte efecto. En ese minuto, mientras el Córdoba ataca, una intensa marea de pañuelos anega las gradas de El Arcángel. El grito es unánime: “González, vete ya”. El estado de ansiedad crece después sobre el campo y es perceptible en cada sector de un coliseo ribereño que por momentos vibra. Es aquello de la fidelidad con el escudo pero la rebelión contra la autoridad. A la propiedad se dirigen las protestas, no al equipo. Aunque también hay mensajes para jugadores. Como es el caso de Rodri, que es suplido y abandona el césped entre silbidos que no son del viento. La tensión es alta y pasa factura. Cisma y Kadir, un hombre por cada conjunto, ven la roja. Aquí acaba el encuentro para ellos. Poco antes le ocurre lo mismo a Carrión. Cuando todo parece que va a terminar sin más novedad… ¡Alfaro! El onubense marca y regala a la afición un triunfo que es mucho más que agua de mayo. Llega un estallido de felicidad al estadio, y a la vez la canción de la serena revolución. Con el “González, vete ya” cierra la tarde una hinchada que disfruta pero eleva el tono. Es, de nuevo, esa extraña sensación.

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