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La etapa murciana de Oltra: un año inolvidable y raro

José Luis Oltra, durante un encuentro.

Paco Merino

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El entrenador del Córdoba dirigió hace una década al Ciudad de Murcia, al que dejó a punto de ascender a Primera... unas semanas antes de su desaparición

En Murcia se acuerdan de José Luis Oltra. Deben de hacerlo. Por justicia y porque aquel año, especialmente aquel, fue inolvidable para el fútbol de esta ciudad levantina. La figura del actual entrenador del Córdoba dejó la huella del respeto en un club artificial, creado a golpe de talonario y con las más altas aspiraciones desde el minuto cero. Un club sin historia con mucha hambre por construirla a toda prisa. En la temporada 2006-07, la entidad propiedad de Enrique Pina apostó por el ascenso de un modo brutal. En el curso anterior había estado a punto con Abel Resino. Para la nueva intentona reclutó a José Luis Oltra, de 37 años, que llegaba desde el Levante. El curso fue espectacular: en La Condomina disfrutaron de una campaña tan extraña como excitante. El Ciudad de Murcia se quedó cuarto en la clasificación final en una época en la que aún no existían los play offs. Subieron los tres primeros: Valladolid, Almería... y Real Murcia. El vecino dio el salto y el Ciudad entró en modo pánico. Los dueños vendieron las acciones a Carlos Marsá, un empresario granadino, para lanzar al Granada 74 -otro ente peculiar- y del Ciudad nunca más se supo. Oltra vuelve este domingo a un escenario que conoce bien y en el que vivió una de sus etapas más intensas como profesional.

El 9 de junio de 2007, el Ciudad de Murcia jugó su último partido ante su afición. Penúltima jornada liguera. Llega la Unión Deportiva Las Palmas. El conjunto de Oltra despachó una de sus actuaciones más solventes. Goleó por 4-2, con tantos de Rafita, Amaya, Gibanel y Goitom. Los seguidores ovacionaron al equipo de manera permanente: antes, durante y especialmente después del encuentro. Lo hicieron con la misma intensidad con que increparon a Quique Pina. Contra el dueño del club se exhibieron pancartas y se lanzaron, de modo irónico, billetes de quinientos euros con la cara del mandatario. Tres días antes se había hecho efectiva la venta de los derechos del Ciudad al empresario Marsá, que observó el dantesco transcurso de la jornada desde el palco.

El Ciudad de Murcia desapareció del mapa profesional. El Granada 74 tampoco duró demasiado. Oltra siguió su camino. El estrambótico desenlace de aquel intento de creación de club no erosionó su emergente prestigio como entrenador. No le faltó trabajo después de aquel curso. Le llamaron desde Tenerife, donde habían pasado un año delirante, con tres técnicos y más de treinta jugadores utilizados para quedarse en una zona tibia. En el Heliodoro Rodríguez, Oltra firmó una de sus mejores obras. El Tenerife ascendió a Primera División con el valenciano a los mandos.

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