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Despedida y cierre: el Córdoba baja a Segunda B

Las Palmas-Córdoba en el Gran Canaria | LOF

Paco Merino

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Ya está. Fin de ciclo. El Córdoba subió a Primera División en Las Palmas vestido de negro y con una publicidad en la camiseta de una empresa de cobro a morosos, mire usted por dónde. Tuvo suerte, sí. Pero se ganó el estar allí, en el momento cumbre. Ya saben: la suspensión del partido por invasión de campo, el caos tras la reanudación, el balonazo desesperado al área de Pelayo, el rechace de Barbosa a un forzado disparo de Raúl Bravo y la punta de la bota de Uli Dávila, un mejicano que ahora juega en la India. Aquello fue el júbilo mayúsculo por la hazaña inesperada; lo de ahora es la pena absoluta por el fracaso labrado a conciencia y aguardado desde hace demasiado tiempo. En el estadio Gran Canaria, el mismo sitio en el que hace cinco años abrió las puertas de la élite tras 42 años, el Córdoba se fue al pozo con la misma pose ridícula con la que los concursantes del Ahora caigo se precipitan al abrirse la trampilla mientras Arturo Valls cuenta un mal chiste.

Aquí nadie suelta chascarrillos -ya no está el Litri, que en estos trances dramáticos era un maestro para consolar con gracia- porque no hay fuerzas ni ganas: el club es un puro esperpento. Fiel a su estilo, el equipo cordobesista desplegó lo mejor de su mal repertorio y salió derrotado. Ya no hay cuentas que valgan. Las matemáticas le hicieron la última pedorreta a un Córdoba sin pulso ni alma, aferrado al tibio entusiasmo de quienes se buscan las habichuelas para el curso que viene. Aún quedan cuatro partidos más para un grupo en el que son demasiados los que tachan los días del calendario como el preso en la celda.

Lo que pudiera hacer el Córdoba en el césped canario tenía seguramente menos relevancia que el comportamiento del Valladolid en Vallecas, donde los pucelanos peleaban por una salvación que interesa a las arcas blanquiverdes por el asunto del pago de Guardiola y Aguado. El exblanquiverde anotó el 1-2 que salvó al Valladolid del descenso y al Córdoba de la ruina -al menos en parte-, prestando un último servicio a la entidad que le puso en la órbita de Primera. Nunca podrá el club agradecerle a Sergi su contribución a la causa cordobesista.

Sin liquidez, con nóminas atrasadas y ya bajo el escarnio en el foco mediático nacional tras un comunicado de la AFE, el club que preside Jesús León hace tiempo que dejó de lado el tema de la salvación en el campo para centrarse en el modo de tapar los agujeros económicos. De momento, y a su pesar, parece que en ambas asignaturas está abocado al suspenso. Del panorama del fútbol profesional ya se ha marchado.Y nadie podrá decir que fue casualidad o bofetada de la fortuna: la colección de deméritos es formidable. En lo del dinero, ahí va. Jamás se vio una situación tan vergonzante y desvergonzada. Mientras coge algo de cash o no, León va anunciando demandas a quienes antes gobernaron el club para lanzar un mensaje exculpatorio que chirría como la puerta del castillo de Drácula. Si en el escenario político se usa el miedo como argumento central, en el Córdoba habrán pensado que por qué no imitar el modelo. Y ahí andamos, en un concurso sobre quién es más malo con el cordobesismo asistiendo como espectador indignado y perplejo.

Navarro removió la pecera y sacó las bolas de un once inicial raro, con parche en la banda zurda por la falta de Menéndez -ahí se colocó Loureiro-, Vallejo en el pivote, Carbonell tratando de crear y Alfaro en un papel de veterano capitán en un barco hundido, que paga las facturas de su desastre defensivo -nadie encaja más en el fútbol profesional español- pero tiene a sus elementos más relevantes en la delantera: Andrés está en el escaparate como futura venta salvadora y Piovaccari, que llegó el verano pasado desde el paro con un contrato por el salario mínimo, ha logrado aprovechar el desastre general para reconducir su carrera. El italiano termina contrato el 30 de junio y seguramente le llegarán llamadas de equipos de Segunda.

A los dos minutos, Andrés Martín estrelló el balón en el palo de la meta de Josep Martínez. Las Palmas vive rumiando la decepción por un proyecto de ascenso a Primera que salió mal desde el principio: después de Manolo Jiménez y Paco Herrera ha llegado Pepe Mel para hablar de futuro y aplacar a una afición soliviantada. Tanto ha calado su plan para el porvenir que sus jugadores parecían haberse olvidado de que aún les quedaba cuadrar las cuentas para amarrar la permanencia en Segunda. Como vienen haciendo muchos rivales, los canarios subestimaron al Córdoba y los blanquiverdes se dejaron ver en el primer tramo del partido. La primera llegada de Las Palmas fue potente: Marcos Lavín resolvió a su favor un mano a mano con Sergio Araujo.

En el minuto 19, el Córdoba hizo una magistral interpretación del papel que mejor domina: el de verbenero en el área. Tras un saque de esquina y un despeje cercano de Lavín, varios jugadores se quedaron pensando en si metían la pierna esas décimas de segundo suficientes como para provocar la puñalada del rival: conectó el disparo Dani Blumm y firmó el 1-0. Con este resultado, el Córdoba se iba ya a Segunda B. Poco después, el palo repelió un lanzamiento de Rubén Castro. Sin hacer casi nada, los insulares lo tenían todo controlado ante un Córdoba tan timorato como siempre. Pero con Piovaccari, que nunca se rinde. El italiano vio una tarjeta tras un choque con el portero y después pudo marcar el empate con una furiosa bolea que se le fue arriba tras un córner botado por De las Cuevas. Rubén Castro pudo hacer el segundo antes del intermedio. El Córdoba se marchó a la caseta ya condenado.

Los de Pepe Mel salieron lánguidos y el Córdoba tiró de la casta de Andrés para asustar a los locales. Josep Martínez sacó con el pie un disparo cercano de Carbonell tras una gran internada del punta de Aguadulce, cuyas acciones brillantes son argumentos de venta. Marcos Lavín, el portero del futuro, engarzó paradones y pifias. Es joven y está metido en una situación desquiciante. El debut de Chuma en Segunda División quedará como una de las anécdotas del partido. Quizá el inicio de una historia interesante, quién sabe. El delantero sevillano salió a falta de poco menos de un cuarto de hora para suplir a un desgastado Piovaccari. No pasó nada más. Los minutos finales resultaron un suplicio antes de que el pitido del árbitro certificara el final de una pesadilla. Ahora comienza otra.

FICHA TÉCNICA

LAS PALMAS, 1: Josep Martínez, Álvaro Lemos, David García, Eric Curbelo, De la Bella, Cedrés, Ruiz de Galarreta, Javi Castellano, Blum, Araujo (Rafa Mir, 72') y Rubén Castro (Maikel Mesa, 67').

CÓRDOBA, 0: Marcos Lavín, Fernández, Chus Herrero, Luis Muñoz, Loureiro, Álex Vallejo, Carbonell (Javi Lara, 72'), De las Cuevas, Alfaro (Quim Araujo, 83'), Andrés y Piovaccari (Chuma, 78').

ÁRBITRO: Moreno Aragón (Comité Madrileño). Amonestó con amarilla a los locales De la Bella y Javi Castellano y al visitante Piovaccari.

GOL: 1-0 (19') Dani Blumm.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la trigésimo octava jornada de LaLiga 1/2/3, disputado en el Estadio Gran Canaria ante 8.681 espectadores.

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