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Córdoba CF
Efemérides
Tres años sin Rafael Campanero: el presidente que sigue vivo en el corazón del cordobesismo

Rafael Campanero, durante una entrevista con CORDÓPOLIS

Alejandro Jiménez

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Hay figuras que trascienden el cargo para convertirse en símbolos. Personas que, con el paso del tiempo, agigantan su leyenda hasta fundirse con la propia historia de la entidad a la que sirvieron. Este 19 de junio, Córdoba y el cordobesismo conmemoran el tercer aniversario del fallecimiento de Rafael Campanero Guzmán (Almodóvar del Río, 28 de julio de 1926 - Córdoba, 19 de junio de 2022), un hombre cuya vida es, en sí misma, la crónica de los momentos más cruciales del Córdoba CF. No en vano, Campanero estuvo ligado al club de sus amores desde su fundación, allá por 1954, y como blanquiverde pasó por todos los escalafones posibles: recogepelotas, delegado, directivo y presidente.

Su labor al frente del club se divide en tres actos, cada uno culminado con un éxito rotundo. Asumió su primera presidencia en 1969 y, en apenas dos años, llevó al equipo a la cúspide. La temporada 1970-71 quedó grabada en oro con el ascenso a Primera División, una gesta casi milagrosa, lograda, como él mismo recordaría años después, en 2014, a este mismo periódico “con 17 cordobeses en la plantilla” y en una situación de absoluta precariedad, sin subvenciones y con “taquillas de veinte mil duros como máximo”. Fue la consolidación de un Córdoba CF respetado en todo el país.

Pero si algo caracterizó a Campanero fue su papel de talismán. Regresó en 1983 para afrontar una situación dramática, con el equipo en Tercera División y acumulando “150 millones de pesetas de deuda”. De nuevo, obró el milagro con el ascenso a Segunda B en 1985. Años más tarde, ya en el siglo XXI, repitió la hazaña: con más de 80 años, volvió a tomar las riendas para liderar el inolvidable ascenso a Segunda División en Huesca en 2007, una gesta que desató la euforia colectiva y que es, para toda una generación, el recuerdo más feliz como cordobesista.

Estos logros no se explican sin su arrolladora personalidad. Huérfano en la Guerra Civil y trabajador desde los trece años, fue un hombre hecho a sí mismo que levantó como constructor más de mil viviendas en el barrio que hoy se conoce como Edisol. Aplicó esa mezcla de audacia y sensatez al fútbol, un mundo que, según sus propias palabras, “ni es empresa ni es espectáculo. (...) Es algo que hay que sentirlo”. Gobernó tomando decisiones “en momentos angustiosos”, como cuando tuvo que pedir créditos a su nombre porque al club no se los daban, y siempre defendió su honradez: “No me he llevado un duro del fútbol. ¡Ni uno! ¡He perdido!”.

Es precisamente esa talla legendaria la que pone en perspectiva el debate actual sobre su reconocimiento físico. Tres años después de su adiós, hace apenas unos meses, el Ayuntamiento ha propuesto dar su nombre a una calle en el nuevo barrio de Huerta de Santa Isabel. La solución, sin embargo, ha generado controversia, pues la plataforma 'Memoria del Cordobesismo' la considera lejana a su “espacio natural”: las inmediaciones de un estadio El Arcángel que fue el epicentro de su vida y de sus desvelos.

Con todo, y más allá de debates urbanísticos, el verdadero legado de Rafael Campanero permanece a salvo. No reside en una placa, sino en la memoria imborrable de una vida y de tres ascensos que cambiaron la historia. Su huella es visible en la gratitud de miles de aficionados y en el ejemplo de un hombre de orígenes humildes que llegó a serlo todo en el club de sus amores, demostrando que, a veces, la pasión es el activo más importante de todos.

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