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La brigada de salvación, con balas de fogueo

Quintanilla, Loureiro, Carrillo, Aguado y Lara, en el banquillo el domingo pasado | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El último partido de 2018 fue la última explosión de felicidad plena en El Arcángel. No es que las cosas fueran demasiado bien por entonces -de hecho, el equipo llevaba desde la jornada 2 en puestos de descenso y ya había despedido a Sandoval-, pero un rotundo 4-1 ante la Unión Deportiva Las Palmas desató una corriente de ilusión a la que se sumaba la opción de refuerzos en el mercado invernal. Contra todo pronóstico, el club se las arregló para traer siete futbolistas -dando de baja o vendiendo a otros tantos- para buscar el esperado salto de calidad. No hubo manera. El Córdoba no solamente no mejoró, sino que multiplicó sus viejas taras y se desplomó con estrépito.

La comparación con lo sucedido en el curso anterior, el del milagro, resulta sangrante. En el curso 17-18, el equipo estaba metido en descenso y en una situación límite. Sin embargo, la llegada de José Ramón Sandoval y el desembarco de siete novedades provocó una reacción brutal y la consecución de 32 puntos en los últimos 16 partidos para terminar salvándose en la última jornada en casa ante el Sporting (3-0). Luis Oliver, el director deportivo por entonces, reclutó a José Antonio Reyes, Aythami, Juanjo Narváez, Jesús Valentín, Quim Araujo, Álex Quintanilla y Eneko Jauregi. El impacto fue formidable, especialmente en los casos de Reyes -determinante cuando cogió la forma física-, y el de los centrales Aythami y Quintanilla. El canario se erigió en un líder y marcó cuatro goles. Además, el colombiano Narváez, cedido por el Betis, firmó cinco tantos. La dinámica positiva, con llenos consecutivos en El Arcángel durante toda la segunda vuelta, desembocó en la mayor remontada por la salvación en los 64 años de historia del club cordobés.

En este curso, todos los protagonistas eran diferentes: Berges por Oliver, Navarro por Sandoval y las caras nuevas en el campo de Flaño, Chus Herrero, Álex Menéndez, Yann Bodiger, Carbonell, Carrillo y Manzambi. Sólo un mismo jefe: el presidente Jesús León. Los resultados saltan a la vista. No hubo ni un instante en el que se atisbara la posibilidad de convertirse en un candidato a la permanencia. Hubo pifias en todas las citas. Los “partidos del año” fueron un tormento y terminaron hundiendo a un equipo que bajó definitivamente los brazos después de perder en El Arcángel ante el Lugo por 0-4.

¿Y los refuerzos de invierno, qué? El que más tiempo ha estado en el campo ha sido Yann Bodiger, al que solo las tarjetas sacaron del once. El francés empezó fuerte como mediocentro, pero ha terminado engullido por la pachorra generalizada. En la banda izquierda, Álex Menéndez llegó a préstamo desde el Aris Salónica para cubrir la marcha de Javi Galán, vendido al Huesca. El asturiano se ha hecho con el control en una zona en la que Luismi Quezada, cedido por el Real Madrid, lleva meses fuera de los planes y sin entrar en las listas de convocados. El veterano Flaño llegó para ser nombrado capitán de manera inmediata, pero llegaba sin minutos de competición y terminó roto. Ya no juega. Sí lo hace otro central, Chus Herrero, que también pasó por la enfermería. Los tres fueron reclutados para poner freno a la sangría de goles recibidos, pero el propósito no llegó a cumplirse jamás. El Córdoba, tras los tres ante el Zaragoza del domingo pasado, ya lleva 70 en contra. Una cantidad indecente e incompatible con sus sueños de salvación.

Para el centro del campo llegó del Reus el volante Álex Carbonell, que ha pasado por la grada, por el banquillo y por el césped sin ton ni son. Rafa Navarro ha contado con él en las últimas semanas en distintas posiciones. Su aportación ha estado muy lejos de ser determinante. Como tampoco lo ha sido la de Carrillo y Manzambi, dos delanteros que llegaron para una demarcación en la que el Córdoba sí está contando con dos de sus mejores hombres: el veterano Piovaccari -máximo goleador con 11 dianas- y el joven Andrés Martín, por el que habrá ofertas que podrían sacar al club del atolladero. El ex del Cádiz empezó de titular, pero entre una convocatoria con Filipinas y una lesión se ha visto fuera de los planes. Lo de Manzambi, cedido por el Sporting de Gijón, es un expediente X. Salió como revulsivo desde el banquillo en las primeras semanas y destacó por su fogosidad, que le hizo coleccionar tarjetas y cometer errores como el que le costó al Córdoba el empate ante el Málaga en el debut de Rafa Navarro. El entrenador cordobesista le hizo la cruz.

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