Ir, batir y vivir
Aleteos de tiempos dorados. Destellos de gloria en un recuerdo que parece muy añejo, pues las circunstancias actuales son bien distintas. Mucho ha cambiado en el Córdoba desde aquellos días de absoluta felicidad en 2014, entre los que el césped del estadio Nueva Condomina (ahora denominado Enrique Roca, cosas de negocios y fútbol) tiene un hueco singular. Desde la misma propiedad, a los jugadores, así como multitud de técnicos que han ocupado el banquillo blanquiverde en estos últimos años. Ya no son días tan felices. Es más, el panorama más reciente no es para nada alentador para un club que está completando un arranque de curso muy pobre para las expectativas que tenía autoimpuestas. Y es que precisamente eso propició hace escasos días el último movimiento de la entidad, que decidió prescindir de los servicios de Juan Sabas -cero victorias en los últimos cuatro enfrentamientos- y contratar a Pablo Alfaro. Y el recambio ha surtido efecto.
El excentral del Sevilla asumía así su nuevo reto en blanco y verde, y lo hacía en uno de los feudos más complicados de la categoría. Un contexto que pareció influir de manera notoria en el juego del equipo durante los primeros compases del partido, que se debatía entre la necesidad de ser dominador e ir a por la victoria sin dudarlo, y el temor a que cualquier mínimo fallo acabara en una ocasión franca para que el rival no perdonase, y de nuevo se vieran abocados a darle la vuelta a un resultado adverso. Desafío que no está siendo alcanzable -de momento- para los cordobesistas.
Con todo, lo cierto es que el Real Murcia tampoco gozó de un arranque efusivo, más bien todo lo contrario, ya que la puesta en escena fue de tanteo total entre ambas plantillas, con el balón rondando en las cercanías del centro del campo, casi siempre muy alejado de la zona de acción real de cara al gol. Ambos conjuntos salieron a construir desde atrás, lo cual, teniendo en cuenta que no hubo una presión asfixiante por parte de ninguno, tornó en que el juego se desarrollara a un ritmo bastante pausado. Es más, la primera oportunidad del partido, que la firmó el cuadro local a los 20 minutos de juego, llegó a través de un falta desde la frontal del área defendida por Becerra. Sin embargo, lo cierto es que no llegó a contar como disparo a puerta, pues el golpeo se marchó por alto. Eso sí, dio la sensación de que ese primer aviso despertó el impacto en los de Alfaro, que a los pocos minutos responderían también con un intento a balón parado, pero en su caso la pelota colgada por Oyarzun se paseó por las cercanías de la meta rojilla sin que ningún jugador llegara a interceptarla.
Y de pocos más intentos gozó el Córdoba durante los primeros 45 minutos, pues el choque entró en una fase de interrupciones constantes y con los califas recibiendo una lluvia de amonestaciones por su juego al límite de lo legal. En efecto, hasta cuatro futbolistas visitantes vieron amarilla en el primer tiempo, lo que evidenciaba que era el Murcia el que incidía con mayor precisión. De hecho, el equipo de Adrián Hernández acumuló (sin llegar a ser un asedio y sin un peligro realmente evidente) bastantes más llegadas que su rival, merodeando una y otra vez la meta cordobesista. No fueron muchas -o mejor dicho, fueron prácticamente nulas- las intervenciones del guardameta, aunque era innegable que al menos los locales conseguían conectar con sus hombres de arriba, destacando la labor de jugadores como Chumbi o Toril, que fueron auténticas pesadillas para Bernardo, Djetei, Farrando y compañía. Aún así, el electrónico reflejaba un empate sin goles camino de vestuarios.
Y de la nada al todo. La inercia del encuentro no varió significativamente tras el paso por vestuarios, aunque esto es fútbol y la efectividad manda. Cualquier pequeño detalle puede cambiar una dinámica, y el Córdoba encontró su particular vía de oxígeno a través de la genialidad. Pablo Alfaro acertó de pleno en su primer recambio, dando entrada a Moutinho por un desaparecido Oyarzun. Y la primera que tuvo el extremo acabó en un centro medido para Willy, tras el que no falló el delantero, que por fin volvía a encontrar su pólvora ofensiva. El ariete gritó de rabia al inaugurar la lata para los suyos, tanto por la importancia que el tanto tenía a título particular como en el plano colectivo. El primer paso estaba dado. Tocaba rematar una faena, tarea en la que ha pecado de absoluta irregularidad el Córdoba en lo que va de curso. De hecho, el gol, lejos de hacer mella en la moral de los murcianos, sirvió para alentar aún más su ánimo, lo que implicó que los pupilos de Hernández subieran las líneas en busca de incordiar a una defensa blanquiverde que debía andarse con mucho cuidado debido a una posible expulsión cuando el juego entrase en su fase más anárquica.
Lo cierto es que los locales encontraron una relativa recompensa a esa insistencia, ya que en una jugada trastabillada en el área, un jugador rojillo acabó tendido en el césped y con el colegiado decretando penalti. Chumbi se proponía a convertir la igualdad, aunque el delantero obró en un golpeo muy desafortunado que atajó sin problemas Becerra. Otro grito de rabia. Ahora en el costado opuesto. Y el choque se ponía todavía más de cara para el Córdoba. El tramo final fue un episodio total de orgullo, coraje y más piernas que cabeza por parte de los cordobesistas, que buscaron cerrar sus filas ante el constante asedio de los murcianos, que se fueron a pecho descubierto hacia la portería rival. Un desequilibrio que, aunque fue muy escaso, permitió a los visitantes generar peligro al contraataque. Ahí pudo llegar la sentencia, en este caso de los pies de Piovaccari que se plantó solo ante Marcellán a falta de cuatro minutos para el desenlace, aunque su mano a mano se topó con el cuerpo del arquero. Tocaba seguir sufriendo. Y vaya si lo hizo, ya que no se rindió el Murcia, que gastó su última bala en un potente disparo de falta de Curto en el tiempo de descuento. Un tiro que hizo temblar la meta de Becerra, pero que volvió a salir repelido. Entre polémicas se decretó el final, pues Toril acabaría siendo expulsado tras una agresión sobre Bernardo. Y hasta ahí. Ir, batir y vivir. El lema de gala que da alas al Córdoba. Pablo Alfaro ya tiene sus tres primeros puntos.
FICHA TÉCNICA
REAL MURCIA, 0: Marcellán, Navas, Miguel Muñoz (Palazón, 59’), Edu Luna, Segura, Abenza, Chumbi, Baro, Youness (Curto, 77'), Toril y Pedrosa (Pablo Haro, 59’).
CÓRDOBA CF, 1: Becerra, Bernardo, Djetei, Jesús Álvaro, Farrando, Del Moral, Mario Ortiz, Javi Flores (Samu Delgado, 68’), Carlos Valverde (Traoré, 68’), Oyarzun (Moutinho, 52’) y Willy (Piovaccari, 79').
ÁRBITRO: Pérez Muley (Comité Madrileño).. Mostraron cartulina amarilla a los locales Baro, Marcellán, Abenza y Palazón y los visitantes Djetei, Bernardo Cruz, Willy y Farrando. Fue expulsado el local Toril por roja directa.
GOLES: 0-1 (53’), Willy.
INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la séptima jornada del campeonato de liga en el Grupo IV-B de Segunda B disputado en el Enrique Roca de Murcia.
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