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Pedro Ríos se lamenta tras una jugada ante el Getafe | LOF

Paco Merino

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Ver hasta dónde llega la capacidad de inventar fórmulas para salir del atolladero se ha convertido en una dramática distracción para el cordobesismo, que contempla entre el estupor y la indignación el imparable declive de su equipo. El Córdoba hace lo que puede y no es suficiente. No fue capaz de ganar a los dos últimos de la Liga y acudió entre arengas y tópicos de autoayuda a Getafe, donde le esperaba un candidato al ascenso -éste con argumentos reales- que, simplemente, se comportó como tal. No hicieron los madrileños un encuentro excelso, pero se llevaron los tres puntos con solvencia y con detalles de calidad de sus futbolistas. Donde unos hacen una fantástica rosca que va al fondo de la portería, otros lanzan un furioso trallazo que se pierde en la grada de fondo. Así son las cosas. El Córdoba lleva mucho retraso. Crear ocasiones le cuesta la misma vida. Convertirlas finalmente en goles, una pesadilla. Esta vez lo intentó de un modo ciertamente original. El equipo salió sin delanteros puros al campo y terminó con dos: Rodri y Piovaccari. Pero ya lo tenía todo perdido. Una pena.

A Carrión se le ocurrió que podía ser buena idea cambiar de referencia en ataque. Rodri, el máximo goleador, estaba muy visto. Los rivales saben que todo pasa por el punta soriano y lo tienen muy estudiado. Además, el exsevillista llevaba un buen puñado de semanas sin ver portería. Para no ser previsible, el técnico cordobesista recurrió a Alfaro, un futbolista que llegó con la etiqueta de hombre clave en verano y que, por unas u otras razones, está despachando un curso de lo más discreto. La cuestión es que empezaron en el banquillo Rodri, Juli, Piovaccari y Moha Traoré, cuatro jugadores de ataque, y el Córdoba se plantó en el Coliseum Alfonso Pérez con una formación de un corte menos atrevido, con Markovic de regreso y los retoques previstos en la retaguardia: Caro en el centro en lugar del lesionado Rodas y Antoñito al lateral.

Al Córdoba le fueron las cosas y tal y como se podía esperar. Los de Carrión se pertrecharon bien, con orden y gesto torvo a la hora de meter la pierna. Apretaron a los puntas azulones, gente con mucho descaro como Portillo, Chuli o Dani Pacheco, que se atreven a explorar caminos muy personales para buscar la portería. Hay otro más ahí que parece que no hace nada, que apenas se mueve, pero que decide: Jorge Molina. El veterano ariete, de 35 años, interviene cuando hay una buena razón para hacerlo. El alicantino fue el primero que asustó realmente a Pawel en el partido. Fue en un balón filtrado que le llegó al pie dentro del área. Quebró con un giro a Bíttolo y pegó un trallazo que se le fue arriba.

Antes, Damián Suárez había aparecido en una acción individual en la que se colocó en posición franca para fusilar al meta cordobesista, pero se le echaron cinco blanquiverdes encima y ni le dieron opción a armar el tiro. Molina volvió a avisar con un latigazo raso desde la frontal que el meta polaco del Córdoba desvió lanzándose con una mano. El Getafe hacía su trabajo y el Córdoba el suyo. Todo iba bien hasta que el conjunto de Pepe Bordalás sacó partido el balón parado. Javi Lara cometió falta al borde del área a Dani Pacheco y Faurlín se encargó de ejecutar el libre directo de manera magistral. Con un golpeo seco superó la barrera y dejó con el molde a Pawel.

El gol del argentino hizo que el Córdoba diera un paso hacia adelante. No le quedaba más remedio. Markovic tuvo una situación de gol que malogró, pero el que realmente estuvo cerca de firmar el empate fue Pedro Ríos. El jerezano cazó al vuelo una pelota enviada por Javi Galán -muy incisivo por su banda- y lanzó un remate mordido que se tragó Alberto García y que fue a parar, de rebote, a Cata Díaz, que protegía el portal en la línea de gol. El Córdoba se marchó a los vestuarios con la sensación de estar vivo.

Javi Galán estuvo cerca de neutralizar la renta del Getafe en el 52. El pacense tuvo tiempo para acomodarse el balón tras recoger un centro de Alfaro al que no llegó Pedro Ríos. Su remate le salió altísimo. El Córdoba seguía protegiéndose con buena disposición -aunque con alguna desaplicación que le costaba pasar miedo-, pero arriba no generaba casi nada. Sin un jugador arriba, trató de explotar las bandas y aguardar alguna pifia de los madrileños. El tiempo corría y los blanquiverdes necesitaban arriesgar más para llevar el partido a otra dimensión. A los diez minutos, Carrión sacó a escena a Juli por Sasa Markovic, muy desubicado.

Con el partido en una fase espesa, Bordalás dio entrada al cordobés Álvaro Jiménez, un talento formado en la cantera del Real Madrid que en el partido de la primera vuelta, en El Arcángel, tuvo una actuación descollante. Carrión respondió quitando a Alfaro para dar un sitio a Rodri, el nueve de siempre que esta vez llegaba con la película empezada y un guión turbio. Las tibias esperanzas cordobesistas las disipó Chuli con un golpeo de izquierda en rosca que batió a Pawel. Una pincelada de calidad que allanaba el camino para el Getafe. Carrión llamó a Piovaccari. Poco más de un cuarto de hora por delante y dos delanteros para buscar una remontada imposible. Una falta botada por Javi Lara que despejó Alberto García fue el epílogo a un partido más de un Córdoba encallado, que chapotea en los últimos puestos sin que se atisbe una solución clara.

FICHA TÉCNICA

GETAFE, 2: Alberto García, Damián Suárez (Peña, 75'), Cala, Cata Díaz, Molinero, Faurlín, Sergio Mora, Chuli (Mehdi Lace, 85'), Portillo, Dani Pacheco (Álvaro Jiménez, 65') y Jorge Molina.

CÓRDOBA, 0: Pawel Kieszek, Antoñito, Caro, Deivid, Bíttolo, Sergio Aguza, Javi Lara, Pedro Ríos (Piovaccari, 72'), Markovic (Juli, 55'), Javi Galán y Alfaro (Rodri, 65').

ÁRBITRO: Alberola Rojas (Comité Castellano Manchego). Mostró tarjeta amarilla al local Chuli y al visitante Piovaccari.

GOLES: 1-0 (27') Faurlín. 2-0 (72') Chuli.

INCIDENCIAS: Partido de la trigésimo séptima jornada de la Liga 1|2|3, disputado en el Coliseum Alfonso Pérez ante 10.655 espectadores, con más de un centenar de seguidores cordobesistas. Los jugadores blanquiverdes lucieron brazaletes negros en memoria del camerunés Patrick Ekeng.

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