La Academia: aprender jugando
Alguien tiene que dar el paso. Y lo han hecho ellos. Hace unos días nació oficialmente La Academia. ¿Y qué es esto? Podría entenderse como la evolución natural de la Escuela de Fútbol Gaspar Gálvez, que después de seis años de existencia pone más que nunca el foco en el aspecto fundamental del deporte formativo: la educación integral en valores. Eso no significa que se desprecien las victorias, los marcadores y las clasificaciones, pero sí que se lean de un modo distinto. No son el objetivo, sino la consecuencia. Con esa idea se ha venido trabajando en la Escuela de Fútbol y a partir de ahora se hará ampliando el arco. Se abrirán líneas para el fútbol femenino y, además, se integrará en el juego a las familias. A nadie se le escapa que el ambiente de hostilidad y violencia que se crea especialmente en el fútbol tiene buena parte de su germen en las gradas, donde están las familias de los niños. La Academia quiere contribuir a que el fútbol sea una herramienta para la convivencia.
“Teníamos claro desde el principio que nosotros teníamos que ser diferentes a los demás. Teníamos que ofrecer un modelo de enseñanza en el que se primaran los valores del deporte sobre los resultados. Nuestro objetivo siempre debería ser conseguir que nuestros niños amasen el fútbol por el fútbol y no por ser futuras estrellas de este deporte. Queríamos niños felices, motivados, solidarios en el esfuerzo y comprometidos con los valores. Hoy, seis años después, sentimos la satisfacción de haber conseguido estos objetivos”, explicó a toda su comunidad, en la gala de clausura de la temporada, el presidente de la Escuela, el exprofesional Ricardo Pozo Gálvez, Rícar.
Aprender jugando. Divertirse. Los retos están claros en el césped. Para eso, La Academia cuenta con “el que sin duda es el mejor cuerpo técnico de entrenadores de todo el fútbol base de Córdoba”, dijo Rícar. Entre ellos están el guardameta Copado o Jesús González, dos de los pioneros en esta aventura. Pero también exprofesionales como Nandi, Pineda, Quero o Valentín. ¿Que tienen todos ellos en común? Seguramente los niños que ahora están a sus órdenes no les vieron jugar, pero sí podrán preguntar a sus mayores y todos les dirán algo: que son futbolistas que se caracterizaban por un gusto exquisito con el balón, con creatividad y desparpajo. “Es un gustazo venir cada día aquí y ver a nuestros niños practicando un deporte que les hace felices”, dijo Rícar, quien avanzó las líneas maestras del proyecto de La Academia. La implicación de los padres será clave en todo el proceso.
“Tristemente vemos cada día cómo en los campos de fútbol de todo el país se repiten hechos violentos y esto tenemos la obligación de pararlo entre todos. No se puede consentir que nuestros niños se eduquen en entornos violentos porque esa impronta que reciben de pequeños la repetirán de adultos y, con ello, la rueda de violencia no parará nunca de girar. Si un niño sale de un partido de fútbol llorando es señal inequívoca de que hemos fracasado”, expresó el presidente de La Academia en su discurso, en el que expuso el plan de creación de una Escuela de Madres y Padres “concebida cómo un espacio de formación continua en temas relacionados con los hábitos y estilos de vida saludables, la educación en los valores del deporte o la convivencia”.
La creación de una sección específica para el fútbol femenino, un programa de integración social de aquellos niños con entornos más desfavorecidos o con discapacidades y un programa de actividades sociales son algunos de los puntos más relevantes en la hoja de ruta de La Academia, que nace con vocación de crecimiento. “Si el Real Madrid tiene su Fábrica y el Barcelona La Masía, nosotros en Córdoba tenemos ya La Academia”, dijo Rícar, quien posó junto a toda la comunidad deportiva y los técnicos delante de una lona con el color corporativo -el rosa- y una leyenda: Todo sueño tiene un origen.
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