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Virginia Bersabé: “Siempre hay un techo de cristal que es más difícil de romper para nosotras”

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Ana Rocío Sánchez

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El mundo del arte siempre se ha caracterizado por expresar, mediante palabras, imágenes, esculturas y distintas disciplinas, aquellas ideas que que como artista llaman la atención. Contar una historia a través de personajes que muestran una realidad. Eso mismo es lo que hace Virginia Bersabé en sus obras. Usando a su abuela como inspiración, esta cordobesa-ecijana lleva desde el 2010 dedicándose profesionalmente al mundo de la pintura.

En sus obras se centra en la importancia del cuerpo femenino y da visibilidad a los rasgos más característicos de la vejez, siendo su foco central la vida cotidiana y la naturalidad de los momentos íntimos. “He crecido con mi abuela y en una familia prácticamente matriarcal; para mí mostrar esas situaciones que me recuerdan a mi historia es lo importante” cuenta la artista a CORDÓPOLIS.

Este año, y con motivo de la decimonovena edición del festival de arte Scarpia de El Carpio, Bersabé ha realizado un mural en el interior del antiguo palacio real del municipio. Una obra que tiene como finalidad mostrar la “mirada interior” de los personajes en un ámbito más rural y urbano.

PREGUNTA. Háblame del mural. ¿Qué intenciones tiene como artista a la hora de hacer esta composición?

RESPUESTA. En un momento determinado de la conversación entre Jesús Zurita, que es el director artístico de Scarpia, y yo, me habla de cuando La Venus del Espejo de Velázquez estuvo en El Carpio. Es ahí cuando decido relacionar ese cuadro con mi obra con las mujeres y centrar mi pieza en adaptarla a lo que es el muro. Por eso mi escena representa esa momento tan íntimo de tomar una siesta en casa después de una mañana de estar de aquí para allá. De hecho se llama Heredar un espejo en honor a la obra de Velázquez. En el cuadro de Velázquez también la Venus está tumbada y desnuda en una cama. De ahí que, en mi composición, Loli, la modelo que me acompañó en este proceso, esté recostada también sobre su cuerpo durmiendo. Es la relación que he querido establecer entre ambas pero ajustándome a mi trabajo con la vejez y el cuerpo femenino.

P. ¿Cómo se representa la memoria interior en este muro? ¿Y del personaje?

R. Yéndonos directamente a un espacio muy íntimo, que es una vivienda de una mujer mayor y ese momento tan cercano de echar una cabezada en la mesa después de comer o a media mañana. De cómo nos metemos en la vida de esas mujeres en las que es tan difícil acceder muchas veces. Llevo como diez años trabajando con las mujeres y su figura, en cómo el paso del tiempo y esa memoria interior quedan reflejados en nuestra piel. Para Scarpia tenía vía libre y quise llevarme mi proyecto al festival. Dudé si meter desnudos en los murales pero después de la sesión de fotos decidí centrarme en su cuello, brazos y cara para reflejar esas marcas del tiempo.

A la vez que yo crecía y aprendía como artista mi abuela se fue desnudando para mí

P. La propuesta se centra en una mujer anciana en un ambiente rural y urbano; ¿qué relación guarda esto con tu obra pictórica? ¿Cómo decides empezar a contar la historia de mujeres en los muros?

R. Viene en paralelo con mi trabajo en el estudio. Desde la carrera quise centrarme en ellas porque me he criado con mi abuela materna y en una familia muy matriarcal. Estudié Bellas Artes en Sevilla y le contaba a mi abuela lo que me pasaba: le enseñaba obras que me inspiraban en la facultad, hablábamos prácticamente de todo. A ella le entró la curiosidad de querer saber qué era lo que yo le explicaba, así que empecé a contemplar la posibilidad de que ella me posara. Entonces fue bastante bonito porque a la vez que yo crecía y aprendía como artista mi abuela se fue desnudando para mí.

P. Hace años decidiste empezar un proyecto donde hacías pinturas de mujeres en sitios abandonados en el campo o las afueras; Scarpia quiere llevar al mundo rural y urbano este arte. ¿Guarda esto relación con tu proyecto de Perdidas en un cortijo andaluz? ¿Qué puedes contarme de esta obra?

R. Sí que hay una conexión porque el mural está hecho en el patio interior del palacio ducal de El Carpio que está en obras y hay una parte con cierto deterioro que sí está relacionado con el proyecto de Perdidas. En cambio no lo incluiría porque la pintura de los cortijos son en lugares abandonados en el campo. En el mural estamos hablando del centro histórico del municipio. La relación sería que sigo trabajando con las mujeres en un espacio no tan rejuvenecido, pero no incluiría esta obra porque no tienen la misma intención a pesar de la conexión. El proyecto nace hace diez años de mi necesidad de llevarme la investigación sobre estas mujeres fuera de mi estudio a grandes murales. Para hacerlo más natural me lo llevo a mi imaginario de siempre, yo vivo en el campo y lo que veo son cosas así, cortijos abandonados en el campo. Con el paso del tiempo le encuentras un sentido muy político, social e histórico a esos dibujos y acabo entendiendo también por qué hago esto además de a mí misma como persona.

P. ¿Se podría decir que tus proyectos son reivindicativos o tienen algún mensaje social que denunciar?

R. Pues de primera hora simplemente contaba lo que me rodeaba y lo que me apetecía pintar, pero conforme una se adentra más en el proyecto y se compromete más acabas teniendo una repercusión social muy fuerte. Al final acabas reivindicando el papel de la mujer y la necesidad de dignificar la vejez así como el cuerpo femenino en particular. Son cosas que han ido naciendo con el tiempo.

P. ¿Qué respuestas recibes de tu público cuando ven tus piezas? ¿Y de las mujeres en las que te inspiras?

R. La verdad es que he tenido de todo. Normalmente son respuestas muy positivas y te agradecen muchísimo que se le dé visibilidad a un colectivo que no lo tiene para nada. Hay mucho feeling con toda esa gente que ahora mismo está cuidando de sus mayores o se dedican al mundo de los cuidados que tanta fuerza tiene ahora mismo. Se emocionan y te agradecen que estés dando luz a eso. Me emociona mucho cuando estoy en una exposición y vienen con lágrimas en los ojos a agradecerte tu trabajo. Te da otra perspectiva de a pie de calle y saber qué genera tu obra. Obviamente también está la gente que entra a la sala y tal y como entra se va, bien porque no le ha gustado o porque no ha sentido lo que yo quería transmitir, pero la mayoría comentarios positivos.

P. ¿De qué manera se ha visto repercutida la pandemia en tus proyectos personales y esas exposiciones?

R. Sobre todo a nivel expositivo todo ha cambiado muchísimo y ha ido bastante mal, pero con los trabajos de los murales al final pude retomar mi trabajo en mayo. Por eso para mí el trabajo que he hecho después del confinamiento ha sido tan importante, porque ha sido a pie de calle y he estado disfrutando de la gente. Cuando te veían ahí trabajando frente al muro te hacían comentarios sobre él y eso reconfortaba muchísimo. Para mí ha sido muy emotivo.

P. Volviendo al tema Scarpia, ¿Cómo surge lo de querer participar?

R. Fue Jesús Zurita el que decide contactar conmigo, me habló directamente de la idea de hacer un mural. Me comentó que tenía una parte expositiva y que estaba interesado en que se hiciera una gran pintura mural en El Carpio. Por mi parte encantada porque era una forma de conectar esa parte de mi trabajo en los cortijos con la ciudad, y es muy interesante porque ves cómo recibe el público esa obra fuera de las exposiciones. Ha sido una experiencia muy bonita porque justo estaba detrás el centro de mayores y siempre me hablaban y comentaban, cosa que te sube el ánimo después de los meses de pandemia. Yo era la primera vez que trabajaba este formato, en un muro, y a raíz de ahí todo el proceso de elegir cuál queríamos pintar. Y a raíz de ahí estuve cinco días trabajando para poder llevar mi dibujo a aquella pared.

P. También has participado en las jornadas Z Montalbán, ¿qué puedes contarme de este trabajo?

R. Pues justo fui de empalme, venía de trabajar en el mural cuando fui a Montalbán. Ellos nunca habían hecho un trabajo así y han sido los propios sorprendidos porque han visto cómo el pueblo lo ha recibido con los brazos abiertos. Demetrio, uno de los organizadores del festival, fue el primero que estuvo conmigo al pie del cañón todo el día y él mismo se sorprendió de la buena respuesta de la gente. Este año lo han titulado precisamente 'Montalbán' para homenajear a sus habitantes y reconocer el esfuerzo que han hecho durante la pandemia, sobre todo a los mayores. Este proyecto se llamó Otro domingo más para mostrar esa típica imagen del domingo en casa de la abuela con el brasero y la mesa camilla hablando y dialogando. La verdad es que ha sido una experiencia muy bonita.

Si nos educaran desde pequeños en el mundo del arte no nos daría vergüenza ir a galerías y exposiciones

P. Siendo joven y mujer, ¿qué supone para ti trabajar en el mundo de las artes plásticas?

R. Sí que es verdad que hablo mucho con los compañeros de que, a pesar de que en la facultad somos mayoría mujeres, cuando decidimos hacer máster o avanzar el porcentaje de hombres aumenta. Sabemos que hay muchos motivos detrás pero sí que la presencia de la mujer disminuye bastante, es bastante pequeña. Siempre hay un techo de cristal que en la realidad es más difícil de romper para nosotras que para mis compañeros. Sobre las oportunidades laborales eso guarda relación contigo y con las que tú te busques. Tampoco hay un apoyo fuerte a nivel gubernamental en comparación con Francia, por ejemplo, que trabajo también allí. Aquí en España y siendo mujer hay que guerrearlo mucho. Si un compañero tiene que recorrer diez metros, a mí esos diez metros me van a saber a veinte.

P. ¿Y con la valoración del sector artístico en general? ¿Hay respuesta por parte de la gente o crees que es un sector que no tiene demasiada repercusión?

R. Yo creo que siempre se puede pedir mucho más. Creo que esa educación cultural tiene que venir desde chiquitos, como en Francia, que te educan en clase. Aquí por ejemplo ir a una galería no está tan valorado porque estamos muy desinformados a nivel artístico. Un ejemplo es el coleccionismo, en España ha caído muchísimo esta afición. A nivel gubernamental se está empezando a hablar ahora de un Estatuto del Artista, que es muy necesario porque somos muchos compañeros y carecemos de apoyo institucional. Si ese apoyo se hace bien al final repercute en la sociedad y la gente de a pie se anima a subirse al carro de la cultura. Si ese diálogo no se establece al final no queda nada.

P. ¿Qué consejos le darías a alguien que quiere dedicarse al mundo del arte y está empezando en ello?

R. Pues de primeras que tiene que tener claro que no es fácil, como en todos los trabajos empezar cuesta mucho hasta que finalmente te estableces, pero si estás enamorado de esto te vas a levantar y te vas a acostar feliz. Eso es lo importante, que a día de hoy peleen y luchen por lo que quieren. Yo por ejemplo vengo de una familia donde el arte ha entrado de cero conmigo, soy la primera en estudiar a nivel universitario; sin embargo he tenido un apoyo familiar muy potente no solo por dedicarme al arte sino también por empezar mi propio proyecto personal. Mi madre ha sido la primera que me ha dicho “vuela, vuelta alto”. Por eso el consejo que les doy es que, si quieren de verdad ir por ahí, que es un camino difícil pero también es posible.

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