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Cercadilla, 1991: la arqueología mira al futuro de la Ronda Norte y al hallazgo de un edificio mozárabe

Catas arqueológicas en la ronda Norte

Alfonso Alba

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El 20 de mayo de 1991, la maquinaria entró en la excavación de Cercadilla. Los arqueólogos llevaban meses trabajando sin descanso para documentar un yacimiento singular que apareció en las entrañas de Córdoba mientras se construía la estación de alta velocidad y se soterraban las vías del tren, un espacio de la época tardorromana para el que aún hoy hay más preguntas que respuestas, pero en el que se coincide en su tremenda monumentalidad.

En los primeros meses del 2025, la historia se repite. Los arqueólogos han trabajado sin descanso para excavar los cimientos de otro edificio singular, un centro monástico de culto cristiano construido durante la época islámica. Hasta el momento no existe huella física alguna de que en el tiempo de los primeros emires los mozárabes hubieran construido sus propios centros de culto. Pero ya sí.

Esta semana, cuando ha trascendido la noticia del hallazgo, considerado “espectacular” por profesores y arqueólogos de la ciudad, la profesión volvía a recordar qué ocurrió en Cercadilla hace ya más de 30 años y se preguntaba qué pasará en la Ronda Norte, en pleno 2025 y siglo XXI.

Oficialmente, aún no ha pasado nada. Los arqueólogos de la empresa Salsum, la encargada de las catas arqueológicas previas a las obras de la primera fase de la Ronda Norte (la de la Arruzafilla) aún no han entregado su informe definitivo a la Consejería de Fomento. Cuando esté, los técnicos de Fomento tienen la obligación de elevar consulta a sus compañeros en la Consejería de Cultura, que tienen que emitir, a su vez, otro informe vinculante. Y ahí será cuando en Fomento sepan qué hacer en la Ronda Norte.

Los arqueólogos de Salsum tendrán que hacer una propuesta: conservar los restos o considerar que no tienen la entidad suficiente como para reservarlos. Es lo que ha ocurrido casi de manera reiterada en toda la zona de Poniente con los famosos arrabales islámicos. Desde principios del 2000 hasta casi la actualidad, las diferentes promociones de viviendas y espacios públicos han ido arrasando con todos los arrables. Los arqueólogos hacían las correspondientes catas, excavaban, estudiaban y en muchos casos se enviaba al depósito del Museo Arqueológico en el Silo de Córdoba lo que se consideraba de mayor interés. Las estructuras, en su mayoría cimientos, se desmontaban y se construía sin problema.

El antecedente del Túnel de los Omeyas

Aunque no siempre ha sido así. La Junta de Andalucía tiene, precisamente, experiencia en lo contrario. Durante las obras de construcción de la Ronda Oeste se encontró una almunia califal. Para preservarla se optó por una solución efectiva pero cara: construir un túnel por debajo. Es así como funciona el Túnel de los Omeyas, una impresionante obra de infraestructura solo diseñada para preservar unos restos arqueológicos que durante todos estos años nunca han sido puestos en valor. Esa almunia no se visita, no se explica y no se divulga.

En Cercadilla, al menos, existió el compromiso de construir un centro de interpretación en lo que había quedado conservado, entre la estación de tren y las viviendas próximas a la estación de autobuses. Pero desde hace una década ese centro de interpretación no interpreta. No está abierto, por un conflicto de competencias entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. La zona apenas se mantiene y año a año repite el mismo problema: los jaramagos se convierten en una selva que hay que podar. Y los viajeros que llegan a Córdoba no saben qué es eso que hay al lado: no hay carteles, no hay infografías, ni siquiera una explicación virtual donde descargar un folleto a través de un código QR.

Ahora los arqueólogos temen estos dos riesgos: que se pueda cuestionar la conservación del edificio que acaba de aparecer y que, en caso de que se conserve, acabe malviviendo sin nada que lo interprete. En el mundo patrimonial existen varias corrientes, que esencialmente se dividen entre los que prefieren volver a enterrar a la espera de un futuro mejor (con más dinero y posibilidades de interpretar el pasado) y los que prefieren excavar lo máximo posible.

En el caso de la Ronda Norte la Junta de Andalucía parte con un reciente antecedente que complica la opción Cercadilla (construir y arrasar lo hallado). En Priego de Córdoba, durante las obras de la Variante de las Angusturas se descubrió una gran villa romana vinculada al mundo del aceite de oliva. La Consejería de Fomento no solo ha conservado el yacimiento sino que ha modificado el proyecto y ha desviado la carretera. Ahora, en Priego de Córdoba hay una nueva variante y un nuevo yacimiento arqueológico.

No obstante, las opciones en el caso de la Ronda Norte son más reducidas. A diferencia de Priego de Córdoba, no hay mucho espacio donde desviar la carretera. Y el escaso que hay libre, la zona verde más próxima al canal del Guadalmellato, es probable que albergue aún más restos arqueológicos. De hecho, una de las necesidades que probablemente se plantearán en el informe es la necesidad de excavar en más zonas para poder localizar el edificio al completo y para poder aportar aún más contexto.

Al igual que ocurrió con la Variante de las Angusturas en Priego de Córdoba, donde su carta arqueológica ya identificaba un probable yacimiento por dónde se había proyectado la carrretera, en la Ronda Norte ya ha habido muchas voces señalando que el plan era inviable precisamente por la cantidad de restos arqueológicos que iban a aparecer. Córdoba dispone, igualmente, de una carta arqueológica que también daba a esos suelos como posibles emplazamientos en los que algo iba a encontrarse. En las primeras catas ya aparecieron restos de arrabal islámico, pero sí que fue una gran sorpresa topar con un edificio de culto cristiano del siglo VIII. En el mundillo se bromeaba con el refrán castellano de “con la iglesia hemos topado”.

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