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Un laberinto donde lo bueno consiste en perderse

Libreria El Laberinto FOTO: MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Tras su primer aniversario, la librería anticuaria El Laberinto se sitúa como un espacio cultural idóneo en el que los libros desprenden el olor antiguo resultado de la historia

“Los laberintos que crea el tiempo, se desvanecen (sólo queda el desierto)”. Ésta y otras frases de grandes literatos de la literatura como Borges y Lorca ambientan la librería El Laberinto, situada en La Ribera. Desde que abriera sus puertas el pasado 9 de junio de 2012, este pequeño reencuentro de épocas con la historia se ha convertido en “una feria, un sitio de paso en el que amigos vienen aquí a pasar la tarde”, cuenta Daniel R. Cibrián.

Esta librería anticuaria es fruto “de algo que he anhelado desde hace mucho tiempo” y alaba la ciudad cordobesa diciendo que “es un sitio magnífico, sobre todo por todo lo que conlleva, ambientalmente, el tener tan cerca la Mezquita”. Córdoba, ciudad que se quedó a las puertas de la Capitalidad. Y el avión conmemorativo ahí sigue, recordándolo. Recordando que aún queda mucho por hacer para lograr ese título. En ojos de Cibrián, “Córdoba no tiene buena cultura del libro porque no tiene grandes antecedentes porque no se ve como una  necesidad; no hay una industria cultural”.

El Laberinto aglutina alrededor de 120.000 libros de múltiples sitios y de categorías tan dispares como la novela histórica, la novela de aventuras o la poesía. La sección estrella es la dedicada a todo lo que trajo consigo la Guerra Civil española: libros y manuales de guerra que describen batallas como las de Brunete, Sevilla o Toledo. Este hito histórico ha sido el hilo conductor de infinidad de películas, reportajes y novelas, pero Cibrián considera que “no es un acontecimiento explotado. Es algo que continua porque está impregnado en el pueblo. Queda mucho que decir y por publicar”.

Además, cuenta con diversos objetos entre los que destacan los vinilos y los cómics antiquísimos. El Flamenco, el Derecho, la Medicina, el Arte, la Música y la lectura de viajes también se hacen un hueco en este pequeño tesoro. Ante la ausencia de librerías con estas características, Cibrián califica de “muy bueno” la acogida y, además de los turistas, es la gente joven la más asidua a El Laberinto.

El Laberinto se convierte en un lugar que ofrece “cultura real” y no “cultura especulativa de poses y eslóganes”; un oasis entre tanta sequía de literatura y lectura; una opción para, tal vez, entender la realidad o levantar la capacidad crítica ante la verborrea política y social.

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