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Lo jondo va en el rostro, según Eduardo Parrac

Inauguración de 'La verdad de lo jondo' | TONI BLANCO

Juan Velasco

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“Esto tiene un recorrido largo. No se va a quedar aquí”, advierte Eduardo Parrac, un artista cordobés que acaba de protagonizar su primera exposición, y que para ello ha tenido el mejor bautizo posible, pues ha sido ungida por “la quinta llave del cante”.

Porque, de algún modo, fue el cantaor pontanés Antonio Fernández Díaz, Fosforito, uno de los rostros cuyas arrugas impulsaron la exposición La verdad de lo jondo -visitable en la Posada del Potro hasta el próximo 27 de diciembre, de martes a domingo-. El otro rostro está entre bambalinas. “La culpa de es Rafael Castejón -técnico de Cultura del Ayuntamiento y amante del flamenco-, fue él quien me dijo que la temática estaba clara”, recuerda ahora Parrac.

Porque, para cuando surgió el tema, este artista sí que tenía algún que otro retrato aquí y allá, y algún que otro cuadro en la Venta Vargas, pero afirma ahora que no terminaba de encontrar “una temática que sintiera propia”. “Y mira que llevo siendo un apasionado del arte flamenco desde siempre”, dice al respecto.

Así que, cuando se puso manos a la obra, tenía ya tres rostros llenos de verdad flamenca: El Pele, Fosforito y Vicente Amigo. Todo en una mezcla de pintura digital y tradicional, muy acorde con el dilema flamenco, que siempre pivota entre vanguardia y tradición. Con estos tres fueras de serie, el resto fueron cayendo, uno detrás de otro hasta formar La verdad de lo jondo, más de una veintena de cuadros que cubren las paredes del kilómetro cero del flamenco en Córdoba.

Paredes en las que ver las arrugas de Camarón, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Mayte Martín o Enrique Morente, junto a artistas cordobeses como Fernando Vacas, Olga Pericet, Jesusito Gómez, La Tomata o Lúcas de Écija. Un muestrario de verdades que, según el coordinador del Centro Flamenco Fosforito, Rafael Castejón, “pone en valor nuestro patrimonio flamenco reparando en algunos artistas que podrán ser conocidos y recordados a través de esta obra”.

Y una exposición creada ex profeso que va a ir in crescendo, según su autor, que quiere seguir ampliando la nómina de rostros flamencos. “No está acabada, quedan muchos más artistas que pintar y quiero aunar todos los palos del flamenco”, afirma Parrac, que encima todavía tiene “entre pecho y espalda” la suerte de que la muestra la inagurara Fosforito. “Fue muy emocionante, me quedé sin palabras. Me impresionó mucho lo bien que está con 87 años”, señala el artista.

Aquel día, el maestro, a sus 87 años, destacaba “el movimiento y la expresividad de todas estas pinturas, que son el mejor ejemplo de los sentimientos que despierta el arte flamenco”. Verdades como puños, siempre.

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