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CRÓNICA

La innovación de hoy será el patrimonio de mañana

Sala Orive durante las jornadas.

Juanjo Fernández

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El símbolo patrimonial por excelencia de Córdoba, su Mezquita Catedral fue, en su momento, un ejemplo de innovación, por ejemplo en el aprovechamiento del suelo para acoger a la mayor cantidad de fieles posibles para sus rituales. Así lo explicaba el arquitecto Curro Crespo para concluir que “la innovación de ayer es el patrimonio de hoy y, la innovación de hoy, será mañana patrimonio”.

Y así lo concluyeron el resto de componentes de la mesa redonda: Lola Baena, directora del Museo Arqueológico de Córdoba, Juan Miguel Moreno Calderón, catedrático de piano del Conservatorio y exconcejal de Cultura del Ayuntamiento y la arquitecta Stephanie Chaltiel cuyo campo de trabajo es la aplicación tecnológica con parámetros sostenibles e innovadores en la conservación del patrimonio y el diseño de la ciudad. Chaltiel definió que una ciudad moderna es “aquella que tiene la habilidad para transformarse sin dinamitar ninguna piedra, la que tiene que tener naturaleza pequeña y grande al alcance de todos y en la que se establecen relaciones más fluidas”.

 Baena, por su parte, definió a Córdoba como una “ciudad moderna” por su tradición participativa, pero hay que seguir aportando, teniendo a todos los actores trabajando en la misma línea o, como insistía Moreno Calderón, “poniendo a la cultura en el centro de la agenda y de las inquietudes tanto de la ciudadanía como de la acción política”.

¿La cultura es una industria?

Si es así “debe funcionar como un reloj en su relación con las instituciones”. Así de tajante se mostraba José Guirao, que su amplio currículo incluye la dirección del Museo Reina Sofía, La Casa Encendida, además de haber sido Ministro de Cultura. Guirao compartía conversación con el artista urbano y activista cultural Joseflowing, que abogaba por “la disposición de más espacios en la ciudad para interconectar artistas e iniciativas” y también con la directora de Andalucía Film Commission que coincidía con el resto de la mesa en “que el público es inteligente, no hay que dirigirlo, sino darle la oportunidad de que valore a los creadores”.

Ante ese abandono del papel receptor del público, Guirao, con su amplia experiencia a uno y otro lado de la gestión cultural al más alto nivel, supo hacer una irónica autocrítica: “se ha incurrido demasiado en aquello de ´todo para el público, pero sin el público, y con dinero público”.

De nuevo, la Sala Orive casi repleta desde media mañana. Y con mucha gente joven y atenta a los debates, porque además es Santo Tomás y los universitarios tienen fiesta.

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