Como muchas de las grandes cosas que le han pasado a Córdoba, Cosmopoética nació en un bar. En uno de la calle San Pablo que hoy está cerrado pero en aquel entonces, hace 19 años, era, como la propia calle y la propia ciudad, un continuo vaivén de ideas. Córdoba soñaba con ser Capital Europea de la Cultura y, mientras apuraban una cerveza, entre Manolo Pérez, Javier Lucena y Rodolfo Serrano, alumbraron un festival de poesía para Córdoba.
La idea tomó forma pronto. Manuel Pérez, entonces director de la Oficina de la Capitalidad, pensaba, efectivamente, que había espacio para algo así. “Pensamos que Córdoba era muy rica en poesía. No sólo porque tenía muy buenos poetas, sino porque había muy buena afición. Y ahí estaban las previas de la posada del Potro y el Aula de Poesía de Pedro Rosso”, rememora a Cordópolis el que, políticamente, asumió el impulso de Cosmopoética, siempre de la mano de Javier Lucena, una figura clave, muy a menudo en la sombra, sin la que Cosmopoética no podría haber arrancado.
Porque aunque se sabía qué era aquello, había que detallar el cómo. Y, como la mayoría de las más grandes ideas, nadie inventó nada. Rodolfo Serrano planteó celebrar en Córdoba una edición de Ardentísima, los encuentros poéticos internacionales que organizaba en Murcia el poeta José María Álvarez, quien, tras ser consultado, se cogió un tren y se plantó una noche en Córdoba. No tardó en aceptar y abrirse a programar una cita doble: los poetas pasarían primero por Murcia y después por Córdoba.
Aquella idea, que ya había seducido a la entonces alcaldesa, Rosa Aguilar, echó a andar. No tenía nombre. De eso se encargó el primer director literario, el poeta y editor de Cántico Raúl Alonso, que entonces llevaba años programado un exitoso ciclo de recitales poéticos llamado Noches de Can Can. “Quisieron contar conmigo para ver como darle forma a eso y ver como meter la poesía en la calle, fuera de corsés”, recuerda Alonso, que, restándose protagonismo, apunta que “no hubo que hacer un gestión sofisticada de coordinación en poetas internacionales”, puesto que de eso ya se estaba encargando José María Álvarez.
Álvarez, por su parte, rememora que no le costó mucho convencer a los poetas. “Hablé con ellos, les expliqué que era un festival que empezaba y al que había que ayudar”, relata el poeta y ensayista, que, se vanagloria, además, de lograr que “no cobrase nadie”. “Yo siempre traté de que dinero público se gastara lo menos posible. Hubo años en los que hubo ciento y pico poetas y procuraba que fuesen enviados por universidades, embajadas o centros”, explica Álvarez, que llevaba por aquel entonces décadas organizando Ardentísima en Murcia.
Así, la primera edición de Cosmopoética compartió con Ardentísima a poetas como Ko Un, Maram Al Masri, Alejandro Jodorowsky, María Kodama, Mahmoudam Hawad, John Lidy, Carlos Marzal, Margalit Matitiahu o Jaime Mckendrick. “Ellos y otros muchos. Yo me llevé un autobús entero”, indica Álvarez, que también formó parte de la primera edición, que se celebró entre el 24 y el 27 de abril de 2004, coincidiendo con la celebración de la Feria del Libro, y en la que también participaron Pablo García Baena, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Elena Medel, Juan Antonio Bernier, Eduardo Chivite, Vicente Luis Mora, Luis Antonio de Villena y Alejandra Vanessa.
De aquel viaje en autobús, el organizador sólo recuerda que cuarenta poetas cruzaron Andalucía de este a oeste sin que hubiera la más mínima queja: “Lo que había era una gran fraternidad. Porque nos estimábamos todos y éramos todos amigos y nos queríamos”, afirma Álvarez sobre aquella barraca a poetas que alumbró con sus versos el primer Cosmopoética.
Curiosamente, más que los grandes nombres, una de las cosas que más se recuerdan del primer año fueron las críticas de todos aquellos poetas locales que no participaron en el festival. “Algunos dijeron ¿Yo por qué no estoy? Algún conflicto hubo con los poetas, creo recordar”, cuenta Manuel Pérez. Raúl Alonso lo confirma, y añade que en la organización se notaba “la típica ansiedad de los que no pudieron entrar en la primera edición”.
Aquello fue Córdoba en estado puro. “Para algunos parecía que era ese año o nunca. Cuando, en realidad, a mí me dio la impresión desde el principio, que el festival había nacido para tener continuidad”, remata el primer director de Cosmopoética. Pérez, que reconoce que “el primer año fue titubeante”, dice que nació inicialmente como un proyecto de un año, pero pronto se vio que “había despertado bastante eco y había generado muchas ganas y mucha ilusión” en una ciudad con “una gran tradición poética”.
Alonso, por su parte, recuerda que la proyección mediática fue “brutal”, algo que atribuye a Rodolfo Serrano, que fue, según detalla, el que convocó a Babelia, El Cultural o ABC. Él, por su parte, apostó por invitar a los principales editores de poesía del país. “El desarrollo fue bastante bueno y la proyección mediática también. Además, el acierto fue ampliar desde el principio con lecturas y talleres de poesía. El festival tuvo esa visión de amplitud descentralizadora desde el principio”, apunta el primer director.
Pérez coincide. “Aquel año las estrellas, por así decirlo, fueron Jodorowsky y María Kodama, aunque lo que más me interesaba era la parte didáctica, los talleres en colegios y centros de mayores. Esa extensión de la poesía fuera de los ámbitos clásicos de lo poético, era lo más potente”, reflexiona el director de la Oficina de la Capitalidad.
Cosmopoética. Poetas del mundo en Córdoba. Así se llamó aquella primera edición, que contó con un presupuesto de 70.907 euros. Cinco años después, Cosmopoética superaba los 400.000 euros de presupuesto y el festival era la niña bonita de la cultura cordobesa, tras conseguir en 2009 el Premio del Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura.
Así siguió siendo hasta el cataclismo de la capitalidad, hace ahora diez años. Aquel giro que convirtió a San Sebastián en capital europea de la Cultura, sumió a Córdoba en un letargo del que todavía le cuesta recuperarse. Afortunadamente, Cosmopoética sobrevivió a aquella gran decepción. Aunque, como toda la cultura cordobesa, sufrió.
Primero sufrió los rigores presupuestarios posteriores a la crisis de 2008 (este año, que acaba de culminar, ha contado con un presupuesto de unos 200.000 euros, la mitad que en 2009). Después llegó el cambio de fecha, pasando de la primavera cordobesa al otoño cultural. También el salto de la dirección artística al concurso público con empresas culturales. Además, ha sobrevivido a los sucesivos cambios de signo en el Gobierno Municipal.
La poesía es un arma cargada de futuro, escribió Celaya. Cosmopoética ha demostrado ser un arma de resistencia. Hoy, que aún sigue lejos de su mejor época, sigue pareciendo un festival imbatible. Un sueño en una ciudad que, culturalmente, se despierta a menudo entre pesadillas.
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