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Bermejo, el pintor ‘flamenco’ cordobés que recupera el Museo del Prado

Una de las obras de la exposición de Bartolomé Bermejo en El Prado | MUSEO DEL PRADO

Carmen Reina

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El Museo del Prado de Madrid rescata desde este 9 de octubre a Bartolomé Bermejo, pintor cordobés que siguió el estilo de la escuela flamenca y sobresalió como maestro de la perspectiva, del naturalismo y el paisaje, en su carrera al servicio de la Corona de Aragón en el siglo XV.

La exposición rescata al olvidado maestro cordobés en una muestra que se podrá visitar hasta el 27 de enero del año próximo en el museo madrileño, en colaboración con el Museo Nacional de Arte de Cataluña. El propio Museo del Prado destaca a Bartolomé Bermejo como “una de las personalidades más fascinantes del panorama artístico de la segunda mitad del siglo XV”.

Gracias a la excepcional reunión de una serie de pinturas de museos españoles, europeos y americanos, el Prado presenta una muestra antológica que permitirá admirar por primera vez en toda su dimensión el virtuosismo técnico y el sugestivo universo visual de este maestro de origen cordobés que desarrolló su actividad profesional en los territorios de la Corona de Aragón.

La obra de Bartolomé Bermejo se inscribe en la tendencia hispano flamenca, siendo el maestro más representativo de la escuela aragonesa, aunque sin vínculos con la pintura andaluza pese a su nacimiento en Córdoba. Su estilo estuvo influido por la escuela flamenca, en particular por Rogier van der Weyden, Jan van Eyck y Dirk Bouts, pero a quien más se acerca quizá sea al portugués Nuno Gonçalves por comunidad de intereses y formación análoga.

Rasgos flamencos en su arte son el manejo empírico de la perspectiva, la representación minuciosa de los detalles y la óptima técnica al óleo, que utiliza junto con el temple, así como el naturalismo en los rostros y el paisaje.

Trayectoria bajo la Corona de Aragón

La mayor parte de su obra fue realizada en territorios de la antigua Corona de Aragón y sus asuntos son siempre los religiosos, aunque pudo incluir retratos del natural en las figuras de los donantes incorporados en algunas de sus tablas más célebres.

Entre sus obras más destacadas se encuentra Santo Domingo de Silos entronizado como abad, posiblemente la obra más divulgada del autor. Santo Domingo aparece sentado en posición frontal, con rígida majestuosidad; viste una rica capa pluvial y cubre su cabeza con la mitra episcopal, minuciosamente tratadas en los detalles de los bordados figurativos. En el trono, entre tracerías góticas, se representan en animadas figuras las siete virtudes, a la manera de fingidas esculturas policromadas.

Originalmente sirvió como tabla central del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos de Daroca (Zaragoza). De este retablo, desmantelado por un incendio sufrido en su iglesia en el siglo XVIII, se conserva en el Museo del Prado, además de esta tabla central, la que representa al rey Fernando I de Castilla acogiendo a santo Domingo de Silos, y en colección privada la dedicada a la muerte del santo.

Otra de sus piezas cumbre es la Piedad Desplá, de la catedral de Barcelona. La Piedad, también conocida como Piedad del canónigo Desplá o del arcediano Lluís Desplà, fue pintada para la catedral de Barcelona por encargo del arcediano Lluís Desplá en 1490 y se conserva en el Museo catedralicio de Barcelona. Se trata de una pintura de madurez y sin duda una de sus obras maestras. Destaca su paisaje, amplio y profundo, y la magistral caracterización de los personajes, cuyo verismo los hace parecer retratos.

Asimismo, Bermejo fue autor del Retablo de la Virgen de Montserrat para la catedral de Acqui Terme. Al autor nacido en Córdoba corresponde la tabla central, siendo las tablas laterales obra probable del taller de Rodrigo de Osona. Se conserva en la sacristía de la catedral gótica de Acqui Terme (ciudad y sede episcopal del Piamonte, en la provincia de Alessandria en Italia). La caracterizada figura del donante guarda cierta semejanza con la del San Miguel de Londres y se estima por ello que el retablo podría haber sido pintado en Valencia en las mismas fechas, antes del traslado del pintor a Aragón, o en 1485, si Bermejo pasó por Valencia tras partir de Zaragoza, pues se trata nuevamente de una obra en colaboración en la que a Bermejo corresponde únicamente la tabla central, siendo las laterales y las grisallas de los reversos probablemente obras del taller de Rodrigo de Osona.

La pintura forma parte de un tríptico en el que se representa a la Virgen con el Niño y un donante en su tabla central, y en los paneles laterales, divididos cada uno en dos registros, El nacimiento de la Virgen con la Presentación del Niño Jesús en los superiores y San Francisco de Asís recibiendo los estigmas con San Sebastián en los inferiores. La técnica es óleo sobre tabla y cabe destacar la amplitud de sus paisajes crepusculares con fondos urbanos y arquitecturas góticas.

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