Ajo y Mastretta, poli traviesa y poli bueno, se dejan de futuros y nos hablan de la bendita imperfección del presente
![Mastretta y Ajo](https://static.eldiario.es/clip/e84ba1ef-0f52-4306-8753-c11bf41a990e_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Después de caminar desde el fondo de la sala hacia el escenario en una especie de “santa compaña”, Ajo y Nacho Mastretta llegaron al escenario para dejar las cosas claras: “Dicen que la poesía es un arma cargada de futuro; pues bien, la micropoesía está cargada de pasado muy imperfecto”. Eso dijo ella mientras sonaba el clarinete de él como un subrayado incidental.
A partir de ese momento, la sala capitular de Orive se transmutó en un garito del Soho o en un cabaret berlinés para escuchar cómo Mastretta se sentaba al piano tocando con cierto aire a Kurt Weill.
Mientras, Ajo nos contaba que “se conjetura y se conjetura; pero certezas no hay ni una” y que “la suerte de los cobardes caduca mucho antes”
“Dejaos de futuros; los planes no dan más que disgustos” exhortó Ajo, a la que le dio tiempo para lanzar invectivas de doble sentido como esa de que “el presente es de las mujeres” o aquello de que “el futuro ya llegó”. O una verdad insoslayable: “lo que dura para siempre es la separación”.
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Mientras Ajo soltaba sus “lindezas” cargadas de intención y también de invitación a la reflexión, Nacho Mastretta las subrayaba atento al piano y al clarinete; mientras el ritmo de los versos-latigazos acababan en puntos suspensivos que salían de unas maracas opiáceas que esgrimía la rapsoda.
Ajo y Mastretta llevan años colaborando en espectáculos que mezclan la micropoesía y la música con altas dosis de improvisación. Ella, que fue vocalista del grupo Mil dolores pequeños y ha llevado sus micropoemas y el arte performativo por muchos lugares y Nacho, autor de sintonías y bandas sonoras, forman un tándem sugerente que se adapta a cualquier formato.
Así lo demostraron con su presencia en Cosmopoética ante un público donde se dieron cita modernos y modernas de edades diferentes. Es decir, contemporáneos.
Porque como dice Ajo en su famoso micropoema Mi perrina: “Mi perrina come pienso; luego existo”.
Más cartesianos no podemos ser ni Ajo ni Mastretta ni nosotros ni la perra.
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