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091 descubre ‘La otra vida’ en La Axerquía

Concierto de 091 en La Axerquía | TONI BLANCO

Rafael Ávalos

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Superada la medianoche la torre de la Mezquita Catedral dibuja una mágica estampa. Aparece a la vista a lo lejos, entre la arboleda cercana. Es una imagen que sólo quien tenga fortuna con su asiento y sepa de ella tiene ocasión de disfrutar. También es una fotografía -en las retinas- recuperada pues en el trayecto del jueves a este viernes se abren de nuevo las puertas de La Axerquía. Ocurre tras el período más complicado del último siglo en España y de la mano, curiosamente, de una banda originada al pie de la Alhambra. De Granada es precisamente un grupo legendario aunque muy vivo aún, tanto quizá como en sus primeros años. Y de aquello hace ya tres décadas, un tiempo que parece no pasar, más bien lo contrario, por 091. Ni por sus integrantes ni por sus letras, ni por la energía que imprimen a sus directos en el escenario.

“Bienvenidos de nuevo al teatro de La Axerquía”, se reiteró por altavoces a la llegada de los espectadores. El mensaje tenía un significado especial, ya que la cita suponía el regreso a la normalidad -a la nueva como se denomina- después de algo más de tres meses de estado de alarma y casi cuatro de inactividad cultural. Córdoba retomaba el pulso con sus espacios escénicos con el inicio de un ciclo titulado Gracias por venir. Y muy agradecidos terminaron tanto los componentes de 091 como el público asistente, unas 600 personas para un aforo limitado de 800 espectadores para minimizar riesgos de contagio de Covid-19. De ahí que hubiera además notables medidas de seguridad en el apartado sanitario. Quizá resulte extraño buscar la localidad con mascarilla.

El coronavirus varió sobremanera la existencia de España, no sólo de Córdoba, y del resto del mundo, que todavía combate contra la enfermedad. Al tiempo que se adapta a lo que se supone una rutina muy diferente en cuanto a comportamiento social. En tal situación resulta significativo, por curioso y a la vez simbólico, que la nueva normalidad cobrara forma en La Axerquía con el último disco de estudio de 091. Un álbum que por otro lado es el primero -de grabación y no recopilatorio o en directo- de la banda en 24 años. Ahí es nada. Lo llamativo viene a razón del título de dicho trabajo, muy ligado sin quererlo a la realidad actual. Porque sin esperarlo el grupo granadino descubre La otra vida, que no es sólo la suya tras la Maniobra de resurrección que realizó en 2016 sino la que sucede a la oscura etapa del Covid-19.

La muerte fríamente reflejada en estadísticas dio paso a la vida en el auditorio, que es una gozada de la que tendrían que disfrutar al menos una vez todos los cordobeses. A las diez y media de la noche, unos minutos después más bien, comenzó el concierto de una banda que es referente del interesante y lleno de calidad y matices movimiento musical granadino de la década de los ochenta -en adelante-. Todo ello lo demostró el grupo, con todos sus componentes originales -en el momento de la separación en 1996 en realidad- más Raúl Bernal al teclado, durante las casi dos horas de impetuoso recital en el escenario huérfano este 2020, también por la maldita pandemia, del Festival Internacional de la Guitarra. La primera canción fue una declaración autobiográfica de las muchas a las que acostumbran los nazaríes: Vengo a terminar lo que empecé. Es el título del tema que abre el disco lanzado en octubre de 2019 y cuya presentación en tour cortó el coronavirus.

Con esa apertura, 091 recordaba que el rock no tiene por qué ser únicamente intenso sonido eléctrico -con muchos decibelios en este concierto-. También, y así debería de ser en cualquier género, es la hechura de letras casi poéticas. Para esto pocos hay mejores en España como los granadinos, sobre todo en lo que corresponde a José Ignacio Lapido. Fueron cuatro los temas que interpretó el grupo liderado José Antonio García, o Pitos para los amantes del conjunto, antes de que él mismo diera una nueva pincelada de lo que son: prestidigitadores de las palabras y las emociones. “Después de la resurrección, llega la otra vida”, afirmó. Hizo referencia, lógicamente, al paso de la unión temporal de la banda para su gira Maniobra de resurrección, con la que pisó también el escenario de La Axerquía hace cuatro años, a la vuelta en toda regla con la grabación y su tour de La otra vida. El trabajo lo mostraban los granadinos por primera vez desde febrero, ya que la pandemia les hizo anular incluso algunas citas en marzo -en Bilbao y Santander en concreto- tras un brillante comienzo en una sala mítica. Fue la Joy Eslava de Madrid, templo de la música, el punto de partida de un álbum que se desgranó en Córdoba.

Pero no sólo de su último trabajo. Y el primero después del que lanzó el grupo allá en 1995 y que se une al caprichoso y azaroso juego del destino con su título: Todo lo que vendrá después. Después de la emergencia sanitaria llegó el rock, el más enérgico y el más melódico, gracias a una banda que encendió el teatro al aire libre en una noche ciertamente apacible. Al menos en el lugar de los hechos, donde en efecto 091 cantó y tocó muchos temas de su anterior etapa, entre ellos algunos emblemáticos como Éste es nuestro tiempo -cuya letra está muy vigente décadas después-, La canción del espantapájaros o En la calle. Con sus seguidores plenamente entregados, cada vez más imposibilitados a guardar la compostura en sus asientos al vibrar en baile, Pitos quiso mostrar la gratitud del grupo. “Con la que está cayendo, agradecemos mucho que hayáis venido. Está todo muy complicado”, señaló.

Fue el punto final de un concierto al que en realidad le restaba aún media hora. Éste fue el tiempo de añadido con dos bis en los que 091 trató canciones nuevas pero más aún terminó por enardecer al público con otras que son una suerte de himnos de su trayectoria. Sobre todo lo es Qué fue del siglo XX, que marcó el tránsito entre Esta noche y Otros como yo para cerrar de manera espectacular con La vida que mala es. Y sí, en ocasiones la existencia es compleja pero siempre quedan los recovecos de la felicidad. Uno de ellos es la música en directo, que viene a ser un regalo en la sombra de estos días. Incluso para quien pueda ser neófito en la religión de un artista o grupo. Porque en este caso como en la propia vida es esencial aventurarse y, por encima de todo, sentir y aprender a hacerlo, para bien y para mal. Los granadinos permiten que esto sea posible sin que importe la generación desde la que se les escuche. Esta vez, la banda descubrió La otra vida, que es la que por fortuna aparece por delante.

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