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Voluntarios de Flora: de jornadas de 10 horas a ausencia de prevención de riesgos laborales

Una actividad de Flora 2018 en la Diputación de Córdoba | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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La tercera edición del festival internacional de las flores, Flora, se presentó este miércoles en Córdoba, una ciudad con la que ha creado un vínculo muy importante con tan solo dos ediciones, como dio prueba la concurrida rueda de prensa, en la que estuvo presente gran parte de la sociedad civil cordobesa.

Así, tras el anuncio de los artistas y patios que concursarán en la sección oficial, y de las actividades paralelas, se anunció que la entidad financiera Cajasur se haría cargo del coste de los becarios de esta edición, una práctica, junto con la del uso de “voluntarios”, que ha sido denunciada por el sindicato CCOO por “ahorrar costes cubriendo puestos de trabajo con falsas prácticas laborales”.

En esta línea, CORDÓPOLIS ha charlado con dos personas que el año pasado participaron como voluntarias en la segunda edición de Flora. Ambas nos han relatado en qué consistió concretamente su trabajo en una edición en la que, al contrario que este año -en el que se demanda “experiencia en protocolo, gestión de eventos y/o gestión cultural”-, la convocatoria solo precisaba “apoyo” en los distintos montajes florales “durante las fases de montaje, exhibición y desmontaje”.

Clara -nombre ficticio- ejerció como voluntaria en uno de los patios a concurso. Si tiene que definir su labor, lo hace como “auxiliar de instalación”, aunque reconoce que su voluntariado “consistía en un 90% en relación con el publico y un 10% en montaje”, y enumera una serie de actividades muy parecidas a las que prestan -cobrando por ello- los controladores de los patios durante el concurso. “Básicamente controlábamos que todo estuviera en orden y que todo el mundo pudiera visitar la instalación cómodamente; repartíamos folletos, servíamos como punto de información sobre el patio y sobre el festival en general, hacíamos recuento de visitantes y, si algo se caía o reponía (si no era algo demasiado complejo), lo solucionábamos”, explica esta joven, que en sus labores respondía ante “una encargada en el patio”.

En cuanto a la jornada laboral, en la convocatoria se pedía una asistencia de un mínimo de tres horas. En el caso de Clara no fue del todo así. “El primer día hice la jornada completa, desde las 10:00 hasta las 20:00, con sus debidos descansos, para hacer el trabajo junto con mi compañero de patio. El resto de los días me turnaba con él para ir de mañanas o de tardes”, señala, en una línea muy parecida a la experiencia vivida por Blanca, otra de las colaboradoras del pasado año, que reconoce que el horario “era muy flexible”, siempre que se cubrieran las tres horas mínimas.

Trabajo con materiales cortantes, pero sin prevención de riesgos laborales

El trabajo de Blanca durante la pasada edición consistió en “dar soporte a los becarios y los artistas durante la semana de montaje de la obra”, abarcando un ramillete de actividades que iban desde recibir flores a limpiar las inmediaciones de la obra y montar elementos bajo las directrices del artista. De hecho, a nivel laboral, para esta joven las diferencias entre los voluntarios y los becarios estaban en que estos últimos cobraban y echaban más horas.

También establece Blanca otra diferencia: “No sé si por error nos llegó un mensaje al grupo de colaboradores en el que nos decían que teníamos que hacer un curso de riesgos laborales, que finalmente no hicimos porque nos dijeron que solo era para los becarios. Algo muy absurdo ya que tanto ellos como nosotros desempeñábamos las mismas labores”, señala la voluntaria, que especifica que ambos utilizaban herramientas, “la gran mayoría de ellas cortantes”.

Quizá por ello, según relata Blanca, se vivió algún momento extraño, como cuando “los voluntarios tuvimos que salirnos de un patio porque nos dijeron que iban a aparecer inspectores de trabajo”. Por encima de esto, lo que menos le gustó a esta voluntaria de su experiencia fue que todos los gastos de comida y de transporte corrieron de su bolsillo, mientras que los becarios al menos tenían un bono de comida al día.

Por su voluntariado, Blanca recibió un diploma -un certificado de colaboración-, mientras que Clara no llegó a obtenerlo. Para Clara, en general no fue un mal voluntariado: “Si alguien tiene interés de coger experiencia en eventos de este calibre creo que es una buena oportunidad para empezar de cero”, sostiene al respecto. Blanca, por su parte, tiene claro que no volvería a ser voluntaria y huye de esa idea tan arraigada en España -y que ella oyó el año pasado de familiares y amigos- de que trabajar gratis es “una buena oportunidad para aprender y coger práctica”.

La toma de conciencia le llegó en la gala de premios. “Me sentí muy abandonada como colaboradora. Tomas conciencia días después de lo grande que es el festival y el positivo impacto que tiene para la ciudad y ves que el dinero se mueve pero a costa del trabajo gratuito y voluntario de las personas que quieren crecer ya sea en lo personal o en lo profesional. Y eso es una decepción”, lamenta la voluntaria.

El alcalde: “Creo que tenemos que ser generosos con esa organización y no elevarles más el listón”

Sobre esta cuestión se le preguntó al alcalde de Córdoba, José María Bellido, tras la presentación de la tercera edición. Concretamente, este periódico le ha preguntado por qué en los Patios de Córdoba se paga a los controladores y en Flora se permite que esta labor la presten voluntarios de forma desinteresada, a pesar de que el Ayuntamiento aparece como organizador de este evento.

Bellido ha señalado que los Patios y Flora son diferentes porque “son instituciones diferentes las que lo organizan”. “Flora sigue haciéndose igual que se ha hecho en el resto de años. Yo lo que tengo es que agradecerle públicamente a la entidad privada que organiza esto que haya apostado por Córdoba”, ha señalado el alcalde, que ha aclarado que tiene que “respetar lo que hagan los privados” y ha recordado que “el voluntariado está respetado por una ley estatal” y, por lo tanto, “no es que estén haciendo estos señores nada que sea ilegal”.

En este sentido, el regidor ha afirmado que hay una ley estatal de voluntariado y que imagina que en Flora “la estarán cumpliendo en sus más estrictos términos, igual que se hizo en las dos primeras ediciones”.

“Si hay una organización que ha optado por voluntarios, creo que tenemos que ser generosos con esa organización y no elevarles más el listón porque han ideado un magnífico festival que nos sitúa a nivel internacional; han apostado por Córdoba, la fórmula que utilizan está dentro de la legalidad y por tanto no voy a ser quien la discuta”, ha concluido el alcalde de Córdoba.

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