Cuando los vikingos estuvieron a punto de derribar al emirato de Córdoba
Hace 12 siglos, el emirato de Córdoba apenas si tenía una centuria de vida. Al Andalus alcanzaba una de sus máximas extensiones territoriales, ocupando prácticamente toda la Península Ibérica salvo los pequeños reinos del Norte. Abd al-Rahman II dirigía desde Qurtuba un emirato incipiente que empezaba a prosperar. Y que en septiembre del año 844 estuvo apunto de perecer por una sorprendente y violencia invasión vikinga que tenía un último objetivo: saquear Qurtuba, la ciudad más importante en la Europa de entonces.
Los guerreros del Norte, los vikingos, llevaban ya 60 años saqueando, matando, comerciando y conquistando territorios del Oeste de los países nórdicos y Jutlandia. Las islas británicas ya habían sufrido sus estragos y sus reyes incluso habían pagado a los vikingos y les habían cedido tierras para que los dejasen en paz. Lo mismo ocurrió con los territorios francos del canal de La Mancha (así nació Normandía). Las historias de estos normandos sin miedo y con una enorme superioridad en la lucha habían llegado a Al Andalus. Por eso, Abd al-Rahman II no se sorprendió cuando en agosto fue avisado por el gobernador andalusí de Lisboa. Los vikingos buscaban Al Andalus tras una escaramuza en el norte de la Península donde llegaron a ser derrotados por el rey Ramiro.
En septiembre del año 844, decenas de barcos vikingos comenzaron a remontar el Guadalquivir. Con la vista puesta en Qurtuba, los normandos montaron su campamento en Isla Menor. Desde allí, asaltaron y mataron a todos los vecinos de Coria del Río. Y de manera fugaz asaltaron Sevilla. Durante siete días, saquearon la ciudad, donde asesinaron, violaron y robaron todo lo que pudieron y más. Volvieron dos meses después a por lo poco que quedaba.
El saqueo de Sevilla es algo documentado. A partir de aquí la Historia y las evidencias arqueológicas no tienen claro si hubo alguna avanzadilla, alguna pequeña escaramuza que llegara a Qurtuba. Algunas fuentes señalan que así fue, pero que no tuvo demasiada importancia. Entonces, y no volvería a pasar, estas ciudades de la ribera del Guadalquivir estaban poco protegidas. Nadie pensaba que fuera posible surcar en barco el mar y luego con los mismos botes remontar el río para acabar, casi sin respiro, desembarcando furiosos guerreros. Pero eso ocurrió después.
Durante dos meses de barbarie vikinga, el emir de Qurtuba decidió reclutar un potente ejército con el objetivo de expulsar a los normandos de Sevilla y proteger a la capital. El cordobés Ibn Rustum estuvo al frente de unas tropas que jugaron al despiste con los vikingos, a los que tras varias escaramuzas por el Aljarafe lograron rodear en Tablada. Allí, los vikingos, los invencibles hombres del Norte, sufrieron su primera gran derrota en 60 años. Y Ibn Rustum logró salvar Al Andalus.
Tras expulsar a los vikingos, el emir ordenó fortificar Sevilla y creó una armada para proteger el acceso al Guadalquivir desde el Atlántico. De hecho, años después los temibles guerreros del Norte rodearon la Península y evitaron enfrentarse de nuevo con el poder qurtubí. Así, en una de las incursiones que más especulaciones ha provocado lograron remontar el río Ebro, asaltar Pamplona y secuestrar al rey de Navarra, García Íñiguez.
Al Andalus, incluso, llegó a firmar acuerdos de paz y comercio con los reinos vikingos. El cordobés al-Ghazal protagonizó una expedición diplomática a la actual Dinamarca con la que se puso fin a estas incursiones en Al Andalus. Los vikingos, no obstante, siguieron explorando el Mediterráneo, y haciendo de las suyas, durante dos siglos más.
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