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El verdadero rostro del Gran Capitán, al descubierto

Primera representación del Gran Capitán -a caballo, a la izquierda- de la que se tiene constancia y que fue hecha en el momento de la entrada del ejército español en Nápoles

Juan Velasco

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Con una larga melena castaña y rizada, levantando su mano derecha en señal de un “alto grado de autoridad” y escoltando a caballo por el lado derecho a la infanta Juana, esposa del futuro rey Fernando II de Nápoles. Así aparece, por vez primera en la historia, el rostro de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, en una de las dos únicas representaciones que se le practicaron en vida y que han sido descubiertas recientemente.

Han sido dos investigadores del Centro de Estudios Borjanos y de la Universidad de Oviedo, Hugo Vázquez y Ramón Vega, quienes, tras una larga investigación de las famosas Cuentas del Gran Capitán, han dado con un hallazgo histórico, referente a uno de los cordobeses más universales y fuente de numerosos mitos y leyendas, algunas de ellas precisamente relacionadas con su aspecto físico.

Los resultados de su estudio han sido publicados este sábado en uno de los artículos que engrosan las actas del primer congreso dedicado al linaje de los Fernández de Córdoba, que tuvo lugar en Alcalá la Real (Jaén) el pasado mes de noviembre.

Para Vázquez no hay duda de que estos dos retratos, “aunque no de gran calidad, muestran algunos de los rasgos reales del personaje, como su característica melena rizada o el tipo de ropa y joyas que vestía”. Se las hicieron, además, en su periodo de mayor esplendor, durante su primera campaña en Italia, “aquélla en la que se ganó su sobrenombre y en la que incluso estuvo al servicio del Papa Alejandro VI”, según explican estos investigadores.

A este hallazgo se ha llegado tras haber encontrado un documento que recogía los pagos hechos a diversos artesanos por una serie de objetos de representación, como las cotas de armas de los heraldos, el pendón de gala de una trompeta o el estandarte real. De este modo, Vázquez y Vega comenzaron a analizar las crónicas de la época en Italia en busca de cómo se utilizaban dichos elementos, y dieron con una en la que el Gran Capitán venía dibujado dos veces. Nadie había reparado en su figura por una cuestión que, si bien era común, podía despistar a los investigadores.

Un Gran Capitán “italianizado”

“Su nombre figura italianizado y se le llamaba Consarvo Ferrante, en vez de Gonzalo Fernández”, especifica Vázquez, que pone como claro ejemplo de esta práctica a los Borgia. “Los Borgia en realidad son los Borja. Rodrigo Borja, César Borja... aunque han pasado a la posteridad con la versión de su apellido utilizada en Italia. No sucedió así con sus parientes que quedaron en España, como San Francisco de Borja”, detalla el investigador.

Las dos imágenes que se recogen del militar se dieron con motivo de una procesión protocolaria con motivo de la entrada triunfal del general en la ciudad de Nápoles, tras haber vencido al ejército francés en la batalla de Ceriñola. “El protocolo dictaba” que, tras el trompeta y el estandarte, “el siguiente en el orden de marcha fuese el Gran Capitán, que había de tomar posesión de ella en nombre de sus soberanos, los Reyes Católicos”.

En el primer retrato aparece a caballo, junto a la infanta. En la segunda ocasión, como miembro de una procesión, en medio de un grupo de caballeros, como personaje principal. En ambas representaciones aparece sobre él la inscripción italianizada de su nombre: “Lo signor Consarvo Ferrante”.

“Ambos retratos son, por ahora, los únicos que han llegado hasta nosotros de todos aquéllos de los que tenemos noticia alguna. Aunque, por otro lado, mantenemos abiertas algunas líneas de investigación a este respecto, que ya fueron iniciadas por otros autores, y que es más que probable que puedan resultar exitosas”, sostiene Vega sobre la posibilidad de que exista alguna otra más.

Capitán del primer ejército moderno español

Y si importante es ver el rostro del militar, casi más relevante es el otro hallazgo de estos investigadores pues, en el transcurso de los estudios sobre las “cuentas” del Gran Capitán, han podido identificar “el objeto simbólico de más valor que acompañaba al ejército”, su bandera, que incluía “los blasones de los reyes Fernando e Isabel, representando a los reinos de Castilla, León, Aragón, Sicilia y la recién incorporada Granada”.

“Sin embargo, lo verdaderamente significativo es que el paño sobre el que van las armas de los monarcas posee los colores personales de la reina, lo cual encierra un poderoso mensaje, pues no debemos obviar que esta campaña se enmarca dentro del programa político de la Corona de Aragón”, explica Hugo Vázquez, que junto a su colega sostiene que ésta es la primera bandera que llevó un ejército propiamente español. No en vano, “como españoles se presentan en las crónicas y tratados de la época a los combatientes que acudieron con Gonzalo a Italia”, precisa Hugo Vázquez.

Un ejército capitaneado por el militar nacido en Montilla y que pasa por ser el primer “ejército moderno” y el primero que sólo respondía ante el estado que crearon los Reyes Católicos, que asumieron “el gasto en su totalidad”. “Esto, sumado a la profesionalización de los efectivos, las tácticas empleadas o el equipamiento, y a que las unidades se levantasen por un tiempo indefinido, son los rasgos que en primera instancia nos permiten hablar ya propiamente de un ejército moderno”, concluyen los investigadores.

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