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La maniobra en Cerro Muriano que acabó con dos militares muertos, uno en parada y cinco con hipotermia

El dispositivo de búsqueda de los dos militares en Cerro Muriano, el pasado diciembre.

Alfonso Alba

21 de enero de 2024 06:00 h

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El 21 de diciembre, con las primeras luces de la mañana, tres soldados cumplían las órdenes de un capitán del Ejército de Tierra, del regimiento de Infantería La Reina de la Brigada Guzmán El Bueno X. Tenían que explorar que la maniobra prevista en Cerro Muriano se podía hacer. La prueba, la última para la instrucción de un pelotón de 75 soldados, consistía en cruzar un lago artificial de 109 metros de ancho y tres de profundidad. Las aguas estaban heladas. La temperatura exterior era de unos 0 ºC. Uno de los tres soldados perdió el fusil durante las maniobras. El grupo le dijo al capitán que la maniobra iba a ser muy complicada, según consta en la investigación de la Unidad Orgánica de la Policía de la Guardia Civil de Córdoba.

Los testimonios de los militares recabados por la Guardia Civil señalan que el capitán, imputado en la causa, junto a un teniente y un sargento, decidió seguir adelante con el ejercicio a pesar de varias vicisitudes más. Según la información de Cope Córdoba, el sargento que habitualmente se encargaba de las medidas de seguridad para este tipo de ejercicios, como del diseño de la famosa línea de vida, faltó ese día por enfermedad. Los soldados que debían cruzar el lago lo hacían con más lastre de la cuenta como castigo, según el abogado de uno de los fallecidos, el letrado Luis Sevillano. El lugar elegido para el paso no era el habitual (pegado a la orilla), de acuerdo otros testimonios recabados por la Guardia Civil.

Según consta en el escrito del instituto armado, que forma parte de las diligencias judiciales que ahora dirige el Juzgado Togado Militar 21 de Sevilla, al lago solo entraron 15 de los 75 soldados que tenían que completar la maniobra. En cuanto lo hicieron los primeros comenzó “el caos”. Había una cuerda atada a dos árboles que hacía las veces de línea de vida, pero que no cumplía con los requisitos mínimos, ya que debía ser de acero. Los soldados tenían prohibido tocarla salvo caso de “extrema necesidad”. Y según el testimonio del abogado sevillano, el capitán les gritaba a los soldados que tenían que “patear” para mantenerse a flote. Pero no podían.

“El caos”

A los minutos los soldados comenzaron a hundirse. El fondo del lago artificial, construido en su momento para probar la flotabilidad de los tanques, está repleto de fango. En cuanto un soldado lo tocaba, se quedaba atrapado. Los soldados han declarado que el capitán ordenó a los militares que se agarrasen a la cuerda y dio orden de cortarla para poder tirar de ella con los que se agarraban. Pero uno de los militares se hundió definitivamente, el joven Carlos León, de El Viso del Alcor (Sevilla). Un cabo natural de Adamuz (Córdoba), Miguel Ángel Jiménez, se lanzó al agua para rescatarlo, pero no pudo. Ambos se ahogaron y murieron.

El resto de soldados pudo salir, muchos gracias a la ayuda de los compañeros que estaban en la orilla, pero con distinta suerte. Un soldado sufrió una parada cardiorrespiratoria y pudo ser reanimado por otro militar con formación sanitaria. Otros cinco entraron en hipotermia, uno de ellos de manera grave. El soldado en parada y el que más sufrió la hipotermia fueron evacuados al hospital Reina Sofía de Córdoba. Al resto se le atendió en la zona, donde ya recibieron el alta. Las maniobras se suspendieron. Y comenzó la investigación.

El Ejército decidió apartar al capitán de sus funciones, señalándolo directamente como responsable de los hechos. Ante la Guardia Civil, la mayoría de los testimonios coincidían en que fue quien dio todas las órdenes, quien arbitró los presuntos castigos y quien sostuvo el ejercicio a pesar de que los tres primeros soldados que lo hicieron le dijeron que no se daban las condiciones más adecuadas.

La Guardia Civil ha constatado también que no había un dispositivo sanitario. Solo al final del ejercicio se habilitó un cañón de aire caliente para atender a los que lo completaban. Se investiga también si las mochilas con lastre estaban estanqueizadas o no, ya que en lugar de ayudar a la flotabilidad de los soldados habrían provocado el desenlace fatal. De la misma manera se concluye que la cuerda habilitada no era una línea de vida, sino otra cosa. Y que el sargento encargado de la seguridad ese día no tenía formación suficiente.

Este viernes, el Juzgado Togado Militar 21 de Sevilla asumió oficialmente la causa e imputó al capitán, a un teniente y a un sargento por los hechos. Se les acusa por el Código Penal Militar de un presunto delito contra la “eficacia del servicio” en su artículo 77. Este artículo señala que se juzgará “al militar que, por imprudencia grave y durante la ejecución de un acto de servicio de armas, causare la muerte o lesiones constitutivas de delito”. En caso de demostrarse “será castigado con las penas privativas de libertad respectivamente señaladas en el Código Penal para el homicidio o lesiones imprudentes, incrementadas en un quinto, en sus límites mínimo y máximo”.

El abogado del soldado sevillano que falleció ha rechazado que la instrucción la haga un juzgado militar y reclama que vuelva a la vía civil, algo a lo que se niegan el abogado del cabo fallecido, la Fiscalía Provincial y hasta el propio juez de Instrucción. El caso, por tanto, se centrará en estos tres oficiales, pero de momento no está previsto que se amplíe al resto de mandos de la brigada Guzmán el Bueno de Cerro Muriano. El general de brigada responsable, Ignacio Olazábal, pasa a la reserva oficialmente este mismo mes. Había previsto un acto de homenaje y despedida que ha sido cancelado.

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