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Tres años de un cogobierno que afronta la recta final de un mandato de altibajos

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Alfonso Alba

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Este miércoles 13 de junio se cumplen tres años desde que Isabel Ambrosio se convirtió en alcaldesa. Lo hizo después de un pacto de gobernabilidad firmado con IU y Ganemos. Se convirtió en la alcaldesa con un partido que gobernaba en la ciudad con menos apoyos desde la reinstauración de la democracia. Ganemos decidió entonces apoyar pero no asumir responsabilidades de gobierno, lo que dejó al ejecutivo local más mermado aún: 11 concejales, frente a cuatro que pasaban a una oposición que apoyaba presupuestos y ordenanzas, más 11 ediles del PP, dos de Ciudadanos y uno de UCOR.

Estos tres primeros años de cogobierno han estado protagonizados por una serie de altibajos que parecían encauzados cuando se superó el ecuador del mismo, pero que vuelven a tensarse. Y que lo harán más una vez que pase el verano y todos los concejales se pongan ya el traje electoral. Quedarán entonces apenas nueve meses para las elecciones más importantes de la ciudad, las municipales de finales de mayo próximo.

Ambrosio se convirtió en alcaldesa casi sin esperarlo. En Capitulares a nadie se le escapa que su candidatura y su lista no estaban configuradas para asumir el gobierno de manera inmediata, sino para foguearse en la oposición con la esperanza de curtirse para asaltar la Alcaldía en 2019. Pero un desplome del PP que nadie se esperó y una tendencia nacional hizo que Córdoba fuese uno de esos ayuntamientos del cambio, donde se dio una paradoja: aquí siempre había gobernado IU con el apoyo del PSOE. Ahora fue el PSOE quien se quedó con la Alcaldía y necesitó el apoyo de IU y Ganemos, que no supieron entenderse antes de las elecciones para unir sus fuerzas y que saben que, de haberlo hecho, probablemente hubieran dirigido la ciudad desde otra responsabilidad.

Ahora, en ese sube y baja en que se ha convertido el mandato, el cogobierno asume la recta final con optimismo. La última sorpresa se la llevó en plena Feria, cuando muchos problemas parecían encauzados o en ritmo de hacerlo. El concejal socialista Emilio Aumente anunció de manera sorprendente que se iba si no había compromiso para contratar bomberos. Antes, había resuelto in extremis un conflicto similar en la Policía Local. La crisis fue grave. La salida de Aumente habría provocado un cisma en el equipo de gobierno, sobre todo dentro del PSOE, que se quedaba sin un edil considerado clave desde que la alcaldesa reformó su equipo y lo convirtió en teniente de alcalde de Presidencia.

Sin embargo, en días la situación ha cambiado radicalmente. Y ha sido precisamente a causa de lo que ha ocurrido en Madrid. En apenas 48 horas, una moción de censura ha destronado a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno y un socialista se sienta desde entonces en La Moncloa. La alcaldesa no es precisamente sanchista y apoyó explícitamente a Susana Díaz en las primarias socialistas que disputó al primero. Pero Ambrosio es vista desde Ferraz como una regidora no hostil, con la que sería posible tener un entendimiento.

En estos tres años de cogobierno, la oposición siempre ha coincidido en señalar que Ambrosio, como Pedro Sánchez, tiene la suerte de estar en el sitio adecuado en el momento correcto. Fue así como se convirtió en alcaldesa. Y es así como esperan que lo siga siendo, insisten. Las encuestas que se cuecen y que apenas se conocen muestran que su apoyo no sufre desgaste. Incluso, que supera al logrado en mayo de 2015.

Estos tres años de cogobierno han sido claves también para IU. La formación se presentó a las elecciones de 2015 con el viento en contra. Quedó cuarta en las elecciones, superada en votos por un Ganemos que arrastraba viento de cola. En estos cuatro años ha sido IU la que ha sufrido un mayor desgaste. Su portavoz y teniente de alcalde, Pedro García, ha tenido una enorme exposición. Y ha sido el objeto de las críticas más feroces. Ahora, afronta una de esas batallas internas en las que hasta ahora también siempre ha salido victorioso: la confluencia con Podemos y Ganemos.

IU y Ganemos afrontan este último año de mandato como clave para su entendimiento futuro. Y en una posición difícil. IU es gobierno. Ganemos y Podemos no. IU tiene un pacto con el PSOE. La confluencia está hecha para unirse a la izquierda de todo lo que sea el PSOE, se hartan de recordar Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez. El encaje de concejales que han gestionado y gobernado con el PSOE dentro de una confluencia con unas primarias abiertas se antoja cuanto menos curioso.

La oposición

Enfrente, el PP ha tenido también sus altibajos en estos tres años. De la depresión inicial por la pérdida de la Alcaldía, se pasó a un optimismo basado en la gestión del cogobierno, que no paraba de pisar charcos en sus primeros meses de gestión. Muchos incluso consideraban que José María Bellido se iba a convertir en alcalde, pero insistían en que dependería de la marca PP y de Madrid. Ni la marca PP ni Madrid le están ayudando. Al contrario. Las sentencias por corrupción y la moción de censura hace que en algunas encuestas el PP baje incluso de los 10 concejales, considerado como un suelo histórico para los populares cordobeses.

En el PP se mira con el rabillo del ojo a Ciudadanos. Se da por hecho que habrá un candidato diferente a los dos concejales actuales, aunque David Dorado ya ha mostrado su disposición a encabezar la lista de la formación naranja en 2019. Todo el apoyo que pueda lograr Ciudadanos irá en detrimento de los populares, coinciden los sondeos, que señalan que es ese su principal caladero de votos, y no tanto un PSOE más escorado a la izquierda que al centro.

Mientras, se observa también con curiosidad el intento de regreso a la política de un antiguo concejal del PP que ha animado al centroderecha cordobés. Ricardo Rojas ha reunido a un grupo de incondicionales en una nueva formación que tiene que superar un reto: constituirse en agrupación de electores. Si lo consigue (necesita 5.000 firmas) podría hasta conseguir algún escaño de concejal en el Ayuntamiento.

A un año de las próximas elecciones, en Capitulares se observan estos tres últimos como un periodo que no se le ha hecho corto a nadie. Más bien al contrario. La gestión ha pesado, y mucho, sobre los hombros del cogobierno. Y a la oposición también se le está haciendo largo un periodo de altibajos donde en el fondo nadie sabe qué es lo que va a pasar.

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