Tarde de ilusiones infantiles
El otrora silencio y recogimiento se convierte en la actualidad el más tierno revuelo. En la definitiva recta final, que apenas es ya una breve línea dibujada en el tiempo, reluce hoy en día -amén de la seriedad del Vía Crucis del Santísimo Cristo de Gracia- una amplia sonrisa que en realidad son muchas. Atrás quedan los tiempos en los que en la noche del Jueves de Pasión sobresalía la sobriedad de la hermandad Universitaria, de cuya primera salida en este día se cumplen diez años este 2017. La luz es diferente, y también el carácter con el que se vive la jornada previa al intenso Viernes de Dolores. Pero nada cambia en lo que se refiere a la motivación, que no es otra que la devoción. Un fervor que comienza desde pequeños en muy diversos puntos de Córdoba. A las puertas de la Semana Santa, la cantera cofrade mantiene su tradicional pulso en este final de Cuaresma. Bien lo saben en el colegio Nuestra Señora de la Piedad, cuyos alumnos realizaron su procesión con la imagen de la Virgen bajo esa advocación.
La luz era plena sobre las seis de la tarde, instante en el que se abrieron las puertas de la capilla del mencionado centro educativo, que regentan las Hijas del Patrocinio de María. Una sencilla Cruz de guía comenzó a recorrer la pequeña plaza de las Cañas, a sólo unos metros de la emblemática Corredera. Centenares de personas, entre ellos gran parte de familiares de estudiantes, se reunían en ese momento junto al colegio. Tuvo su inicio de esta forma una tarde de ilusiones infantiles, las cuales se reflejaron de manera clara en las sonrisas de los más pequeños. Al igual que sucede en todas las procesiones infantiles, no faltó el más mínimo detalle al cortejo que acompañó a la Virgen de la Piedad: esclavina, nazarenos con hábito hebreo y pequeñas velas y mantillas. Y por supuesto sones cofrades, que en este caso corrieron a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores Ciudad de Córdoba. La música de la formación puso el toque adecuado a la alegre estación.
Por supuesto, los alumnos cumplieron roles dentro de la comitiva adecuados a cada una de sus edades. Los más pequeños conformaron las numerosas filas de nazarenos y los mayores fueron los encargados de portar el paso sobre el que marchó la Virgen de la Piedad. También los capataces fueron estudiantes del centro educativo, que en esta salida quiso alcanzar la cercana iglesia de San Francisco y San Eulogio en un recorrido que permitió ver respirar un incienso vaticinador de una intensa semana por rincones como las calles Armas o Maese Luis. Fue sobre las ocho de la tarde, cuando la salida procesional concluyó, y de esta forma una activa Cuaresma en el colegio Nuestra Señora de la Piedad. El Viernes de Dolores las ilusiones infantiles de los más jóvenes cofrades afloraran en distintos puntos de la ciudad.
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