Las visitas presenciales y familiares vuelven a la prisión de Córdoba
La prisión de Córdoba hace un primer movimiento hacia la vuelta a la normalidad prepandemia. La dirección ha anunciado que, dada la evolución actual, se ha acordado reanudar las comunicaciones especiales familiares a partir del 4 de marzo.
Lo ha hecho con un escrito en el que se pone límite a dos comunicaciones por interno. En el texto, colgado en la prisión, avisan de que dichas medidas se revisarán semanalmente al objeto de ampliarse progresivamente.
“Las comunicaciones familiares se disfrutarán en el turno concreto asignado al departamento”, advierten en el texto, en el que recuerdan que los internos solo pueden disfrutar de una comunicación familiar al mes. Los familiares, por su parte, deberán presentar el certificado de vacunación con la pauta completa. Quien no lo tenga, no podrá entrar al centro.
El escrito ha corrido como la pólvora en los grupos de Whatsapp de esposas y familiares de los presos de Córdoba, uno de los centros que más ha sufrido las restricciones por Covid de todo el sistema penitenciario español. La última vez que se hizo este anuncio fue el 21 de diciembre pero duró sólo 48 horas. Dos días después de autorizar las visitas, la dirección anunció que se suspendían de nuevo las comunicaciones familiares (y, por tanto, las presenciales).
La prisión de Córdoba, una de las más pobladas de España, lleva con las comunicaciones íntimas y maritales suspendidas desde septiembre de 2020, cuando el penal de Alcolea se cerró a cal y canto porque comenzaron a subir los contagios por la segunda ola.
Con el paso de los días y las distintas olas, la cárcel de Córdoba fue abriéndose al exterior y permitiendo las visitas presenciales y familiares en varias ocasiones a lo largo del 2021. Se abrieron momentáneamente en marzo, en junio y en agosto. Sin embargo, la apertura no duró demasiado, pues siempre coincidió con un aumento en los contagios en la provincia y, al poco de autorizarse, se volvieron a suspender. Además, entre octubre y diciembre estuvieron totalmente aislados del exterior tras el brote detectado (el mayor registrado en las cárceles españolas, que llegó a afectar a unas 400 personas).
Lo que lleva sin autorizarse oficialmente desde septiembre de 2020 son los vis a vis de carácter íntimo. En todo este tiempo, solo ha habido contactos íntimos aprovechando las visitas familiares, lo que ponía a los internos ante el dilema de escoger estar a solas con sus esposas o usar las visitas para ver a sus hijos o padres. La situación fue denunciada por un grupo de parejas de presos en diciembre.
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