Las primeras huellas de la Corduba romana más antigua: hallan unas probables termas republicanas
A varios metros bajo tierra reposa la Corduba romana original, la que fue fundada por Claudio Marcelo en el siglo II antes de Cristo a 750 metros de distancia de la Corduba turdetana. La Corduba republicana fue, en origen, un campamento militar que poco a poco se fue convirtiendo en una ciudad con todas las de la ley. De aquel antiguo campamento apenas hay huellas. De la Corduba republicana, muy pocas. A mediados del siglo I antes de Cristo Corduba vivió una época de esplendor, pero tras tomar partido por los hijos de Pompeyo durante la Guerra Civil romana, Julio César arrasó la ciudad. Y tras ello, resurgió como Colonia Patricia, capital de la Bética y una de las ciudades romanas más prósperas del imperio. Todo se hizo sobre la Corduba republicana, de la que apenas ha quedado nada.
Manuel Ruiz Bueno, profesor de la Universidad de Córdoba, y Manuel Rubio Valverde, arqueólogo, acaban de publicar un estudio en la revista Antiquitas de Priego de Córdoba en el que han analizado antiguas excavaciones y han aportado nuevos datos para conocer algo más sobre aquellas décadas fundacionales de Córdoba, en las que pasó de ser un campamento militar a integrar dentro de sus murallas a una parte de la población indígena de la Corduba turdetana, la que llevaba siglos asentada sobre la Colina de los Quemados (hoy parque Cruz Conde), que acabaron abandonando. Uno de los autores ha trabajado en la excavación preventiva que se llevó a cabo en el enorme edificio de la calle Claudio Marcelo 19 (el actual Aldi), donde la construcción de un montacargas obligó a profundizar en una zona que ya había sido arrasada en los años veinte del siglo XX... pero sobre la que algo quedó.
Además, en el estudio, estos profesionales han vuelto a analizar el resultado de algunas excavaciones. El más interesante es el de la calle Ambrosio de Morales número 9, sede de la Real Academia de Córdoba que está cerrada desde hace años por su pésimo estado de conservación. En sus cimientos se excavó hace 15 años “un potente muro (de 40 centímetros de ancho por cuatro metros de largo) con zócalo de mampostería y recrecido de sillares al que se le entrega una estructura de ladrillo de planta semicircular (que pudo ser completamente circular) e interpretada como la base de una posible caldera”. “Se trataría de un inmueble termal (no sabemos si de carácter público, semipúblico o privado) situado a escasos metros del lienzo oriental de la muralla y datado en época republicana (siglo I antes de Cristo) ante las relaciones estratigráficas y su temprana fecha de amortización, a caballo entre finales del siglo I antes de Cristo y principios del I después de Cristo”.
Del adobe al mármol
Es decir, se estaría ante los restos de las primeras termas conocidas en la ciudad de Córdoba, en la republicana, antes de la llegada de Julio César o de las enormes riquezas procedentes de las minas de Sierra Morena que convirtieron a un municipio levantado en adobe en otro de mármol. Y en la ciudad restos tan antiguos escasean por un motivo obvio: se reconstruyó toda la ciudad, aunque no solo.
Los investigadores, en su informe, señalan que “a lo largo de los primeros cien años de vida de la Corduba republicana, la ciudad se vio inmersa en un período de crecimiento y prosperidad interrumpida brevemente por determinados episodios. Son dignos de mención la llegada de los belicosos lusitanos a las murallas (145-141 antes de Cristo), o los efectos de un terremoto que causó la muerte de unos 300 cordobeses (76 antes de Cristo). Más traumáticos fueron los efectos de la guerra civil que estalló en Roma en 49 antes de Cristo pues el férreo apoyo de Córdoba a la causa pompeyana supuso el asalto cesariano a la ciudad, con su consecuente destrucción parcial y la muerte de unos 22.000 civiles y militares” cordobeses.
Lo primero que hacían los romanos cuando creaban ciudades era fortificarlas con unas murallas prácticamente infranqueables. Antes, los geógrafos e ingenieros trazaban un perímetro (el de Córdoba contenía en su interior una extensión de 48 hectáreas) y trazaban las calles. Las calles romanas no se trazaban de manera aleatoria, sino que se trazaban en una cuadrícula perfecta que se dividía, a su vez, entre dos vías: el cardo y el decumano. El cardo y el decumano se cruzaban en el centro, en el foro sobre el que giraba la vida de la ciudad, y estaban orientados hacia el orto y el ocaso del sol. La huella de aquellas murallas sigue siendo bastante perceptible y notable en la ciudad actual, salvo al sur. La calle Alfaros es un trazado perfecto de aquella muralla, cuyos restos también afloran en Ronda de los Tejares. A día de hoy, “sigue sin poder determinarse con precisión el recorrido del lienzo meridional de la muralla republicana”, sostienen los autores.
Pero sí que han insistido en un estudio junto a la actual Puerta de Almodóvar. “Gracias a un sondeo practicado junto a la actual muralla se pudieron documentar sus tres hiladas inferiores (a base de grandes sillares dispuestos a soga) a las que se entregaban varios estratos cuyos materiales permiten fechar la construcción de la base de la muralla en este punto, desde al menos mediados del siglo primero antes de Cristo”, según el estudio de Ruiz Lara del año 2004. Ante tal cronología se ha planteado la posibilidad de que su edificación esté relacionada con la “adecuación de la ciudad para resistir el envite de las tropas de César tras la batalla de Munda, justo en el flanco más meridional. Esta serie de obras, un tanto provisionales y motivadas por una inestabilidad política tan clara como las Guerras Civiles, habría obligado a la ciudad a la construcción de algún tipo de estructura que sirviera para su defensa en un área tan delicada como la explanada localizada entre la muralla y el río, y más aún en este extremo suroccidental entre el camino viejo de Almodóvar y la muralla”.
Mientras, uno de los autores ha trabajado en una intervención arqueológica en la calle Alfaros 33. En el interior de la vivienda se han descubierto algunos trazos de la muralla republicana, pero muy reconstruida por obras de hace cuatro siglos en el convento del Císter. Pero en este punto se ha detectado “otro dato de gran interés”: “la detección del arranque de una de las torres que jalonaban este lienzo. El tramo conservado es ínfimo (cuarenta centímetros x 2,60 m, con un total de seis hiladas), no permitiendo siquiera discernir su planta”, sostienen.
En cuanto a las calles, en la Córdoba republicana se sospecha que muchas eran de tierra y que apenas había cloacas. Se aprovechaba la pendiente para que corriese el agua de lluvia... y los desechos. No fue hasta la época imperial, hasta la Colonia Patricia, cuando Corduba gozó de un envidiable sistema de alcantarillado. Estos arqueólogos, no obstante, han detectado la presencia de parte de una importante calle bajo el actual Aldi de Claudio Marcelo. La particularidad de la vía hallada es que recorre por la mitad una de las insulae trazadas (las manzanas) durante la creación de la ciudad romana.
¿Dónde está la muralla sur?
A pesar de las últimas investigaciones, los autores reconocen que “la información disponible sobre la Corduba republicana no dista en exceso de la existente hace algo menos de dos décadas. Las últimas intervenciones arqueológicas han permitido mejorar nuestro nivel de información sobre diferentes ámbitos (lienzo oriental de la muralla, arquitectura doméstica o conducciones de evacuación de residuos líquidos), corregir cronologías previas (como el establecimiento residencial de c/Ramírez de las Casas-Deza) y, especialmente, identificar dinámicas que se presuponían, pero de las que no había evidencias arqueológicas hasta la fecha (existencia de estructuras domésticas suburbanas o hallazgo del primer establecimiento termal de época republicana)”.
Pero han surgido nuevos interrogantes: ¿cómo evolucionó el sector situado al suroeste de la ciudad republicana, incluyendo la muralla y varias estructuras domésticas? o ¿por qué algunas calles atravesasen las manzanas? Tampoco se sabe cómo fue el campamento romano previo a la fundación de la ciudad republicana, por dónde discurría exactamente la muralla sur (posteriormente se amplió hasta el mismo margen del Guadalquivir, pero en época republicana quedaba mucho más arriba) o encontrar restos del asedio de Julio César.
La Corduba romana “requiere de un análisis monográfico y exhaustivo que incluya una revisión en profundidad de las crecientes evidencias arqueológicas disponibles hasta la fecha (como se ha hecho para fases posteriores) y que esperemos que sigan aumentado en los próximos años”, concluyen los autores.
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