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Cómo en otros embalses que se secan se pescan peces invasores para salvar a los autóctonos y la calidad del agua

Operarios retiran los peces muertos del embalse de Sierra Boyera.

Carmen Reina

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Esta semana se conocía la mortandad de cientos, sino miles, de peces, que aparecían flotando en el embalse de Sierra Boyera, en el término municipal de Belmez (Córdoba). Sin presencia de vertidos ni otra circunstancias exógenas, todo apunta a que los peces han muerto debido a la falta de agua en este embalse, el primero en agotarse en Córdoba en varias décadas.

Con la grave sequía actual, el nivel del agua baja a extremos y todos los animales acuáticos ven perder un enorme volumen de hábitat para vivir. Además, en las charcas que se forman por la sequía en el embalse se concentran todas las especies, se reduce el oxígeno y aumenta el amonio, que es tóxico para su vida.

Pero, previendo esta circunstancia, en otros lugares se ha desarrollado un plan de reducción controlada de la densidad de peces en los embalses, de manera que se salven finalmente las especies autóctonas y, sobre todo, se preserve la calidad del agua que se sigue utilizando para consumo humano. Esto lo ha desarrollado la Agencia Catalana del Agua, con un proyecto de pesca selectiva y masiva en embalses como el Sau, perteneciente al río Ter, en la provincia de Barcelona.

Este plan, que se llevó a cabo desde mediados de marzo, preveía retirar del embalse, por un lado, las especies exóticas y algunas otras invasoras propias de otro territorios, y, por otro lado, preservar las especies autóctonas halladas. Las primeras se sacrificarían para reducir el número de peces y que puedan vivir con menos agua y menos oxígeno, preservando así la diversidad autóctona. Sobre el papel, las especies locales se devolverían al agua o incluso podrían trasladarse a otros embalses.

Se trataba así de evitar que todo tipo de peces murieran masivamente en el embalse del Sau por la falta de agua y deterioraran también así la calidad de la propia agua, utilizada para suministro y consumo humano.

Reduciendo la densidad de peces el resto podrían vivir, poniendo el acento en las especies autóctonas, dada la reducción de oxígeno por la merma de agua con la sequía. Incluso, el plan contemplaba trasladar ejemplares de peces autóctonos a otros embalses de la cuenca.

Se evita así propagar las especies invasoras –cuyos ejemplares extraídos del embalse se gestionan en plantas de residuos autorizados y de biomasa–. Y, a la vez, se preservan los ejemplares de especies autóctonas en el propio embalse o en otros.

En este plan se contaba con los organismos de cuenca y medioambientales y se constituyó un comité de asesoramiento técnico y científico experto en actuaciones de este tipo, además de participar pescadores profesionales. Se utilizaron distintas técnicas de extracción de los peces del embalse, con redes, con buques tipo pelícano y con pesca manual. En total se preveía extraer unas 16 toneladas de peces exóticos e invasores, como el siluro. Y, junto a ello, se mantenía un seguimiento continuado de la calidad del agua, comprobando la presencia de oxígeno y de otras sustancias que afecten a la vida de los peces y a la calidad de agua.

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